«Le pido al Buen Dios que me lleve cuando los cambios sean irreversibles», confesaba hace unos años Francisco a quien fuera superior general de los jesuitas entre 2008 y 2016, el palentino Adolfo Nicolás Pachón. Con el nombramiento anunciado ayer de diez nuevos cardenales electores, Su Santidad está a solo cuatro de haber decidido la mitad del colegio cardenalicio.
Hay varios modos de comentar la nueva lista de cardenales que el Papa creará próximamente y anunció ayer, coincidiendo con su involuntaria clausura de 25 minutos en un ascensor. En Italia, especialmente, se destaca que solo uno de los nuevos es italiano, lo que está dejando de ser excepcional pero aún resulta llamativo. En este sentido, buena parte de la prensa destaca la ‘diversidad’ de la nómina: de España, Cuba, Congo, Luxemburgo, Guatemala… Pero es una diversidad meramente geográfica, porque lo que todos ellos tienen en común es una marcadísima lealtad al proyecto de ‘renovación eclesiástica’ querido por el Papa. Un modo, en fin, de tratar de hacer irreversibles los cambios en la Iglesia cuando falte Francisco.
Encontramos prelados abiertamente entusiastas de la causa LGTBI, como Zuppi -el único italiano-, de la desaparición de las fronteras, como Czerny, del diálogo con otras religiones, como Ayuso, de la ‘ecología integral’, como Ramazzini, del acercamiento al islam, como López Romero y violentamente contrarios a la liturgia tradicional, como García Rodríguez, o a los políticos ‘populistas’, como Höllerich.
Es una política de tierra quemada. Tachados ambos de ultraconservadores, sus predecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI, sin embargo, tuvieron la prudencia, en el nombramiento de nuevos cardenales, de equilibrar supuestos ‘conservadores’ con presuntos ‘progresistas’. No así Francisco, que ha aportado la lista de cardenales más a la izquierda de la historia.
La selección es extraordinariamente útil para visualizar la estrategia a largo plazo de Francisco, su plan global, porque el resto de sus acciones concretas son táctica, es decir, respuestas a desafíos inmediatos. Los cardenales electores, en cambio, se eligen pensando en los próximos Papas que tendrá la Iglesia. Echémosles, pues, un vistazo.
Miguel Ángel Ayuso Guixot, comboniano presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, es uno de los dos españoles de la lista. El consejo que preside es el que ha coordinado la acción del Papa con los Emiratos Árabes para el establecimiento de un comité para el encuentro interreligioso en Abu Dabi, siguiendo las líneas marcadas por el documento firmado por Su Santidad con el Gran Imán de Al Azhar, que el pronto cardenal elogió en una larga entrevista concedida el pasado 25 de agosto en la Radio Vaticana. Ayuso es uno de los miembros católicos de dicho comité.
José Tolentino Calaça de Mendonça, portugués, Jefe de los Archivos de la Iglesia Romana y poeta. Su nombramiento el año pasado como arzobispo y jefe del Archivo Secreto Vaticano, así como para presidir el retiro de Pascua al Papa y los curiales ese mismo año se cita en la Correctio Filialis como indicio de desviación. Mendonça elogió la teología de la hermana Teresa Forcades, que defiende la moralidad de los actos homosexuales y afirma que el aborto es un derecho, y que afirmó que “Jesús de Nazaret no codificó, ni estableció reglas”. El Papa Francisco lo nombró arzobispo y jefe del Archivo Secreto Vaticano en 2018. También lo eligió para predicar el retiro de Cuaresma al Papa y a altos funcionarios curiales en 2018.
Ignatius Suharyo Hardjoatmodjo es arzobispo de Yakarta, capital del país con más musulmanes del planeta, Indonesia. Los católicos allí son una exigua minoría y el radicalismo islámico ha empezado a echar raíces en el país, con frecuentes ataques a las minorías no musulmanas. Suharyo fue uno de los obispos participantes en el primer Sínodo de la Familia del que habría de salir la exhortación apostólica Amoris Laetitia.
Juan de la Caridad García Rodríguez. Nombrado en 2016 arzobispo de la capital cubana por Francisco, es el primer ordinario de La Habana nacido después de la revolución castrista. Ha prohibido en su archidiócesis la aplicación del motu proprio de Benedicto XVI Summorum Pontificum, que libera la celebración de la misa tradicional
Fridolin Ambongo Besungu es el franciscano arzobispo de Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo. Es el único subsahariano de la lista, lo que no es extraño porque la Iglesia africana no se muestra, en general, en absoluto entusiasmada con la ‘renovación’ ni tampoco con el énfasis en la migración masiva, que está vaciando de jóvenes sus diócesis y sus parroquias. Pero Amobongo es un caso especial, en el sentido de que mantiene una fluida relación con el episcopado de habla alemana
Jean-Claude Hollerich, jesuita, es arzobispo de Luxemburgo y presidente de la Comisión de las Conferencias de Obispos de la Comunidad Europea. El pasado 24 abril lanzó un contundente ataque contra los ‘populismos’ (partidos soberanistas). Es uno de los prelados más ‘políticos’ de los elegidos.
Álvaro Leonel Ramazzini Imeri , obispo de Huehuetenango, en Guatemala, es un prelado cercano a la Teología de la Liberación que ha ido evolucionando -como ha sucedido con una mayoría de los clérigos de esta cuerda- hacia la ‘ecología integral’. En el II Congreso Continental de Teología de Amerindia, en 2015, dijo que «Francisco es el portavoz de quienes trabajamos en este continente», lo que no es probable que haya perjudicado su carrera.
Matteo Maria Zuppi, arzobispo de Bolonia -sucesor del Cardenal Caffarra- y colaborador de la orden con más poder en la Curia romana bajo francisco, San Egidio. Único italiano de la lista, es la renovación hecha obispo. Quizá con Tolentino, el más abierto defensor de la, digamos, ‘acogida’, a los LGTBI. De hecho, el padre James Martin, autodenominado apóstol ante el lobby, ha seleccionado su nombramiento para felicitarle desde su cuenta de Twitter: “Auguri al cardenal designado Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia, un gran defensor de los católicos LGBT. Aquí incluyo su Introducción a mi libro «Building a Bridge,» publicado en Italia como «Un ponte da costruire,» en el que anima a una “nueva actitud pastoral».
Cristóbal López Romero, salesiano, nombrado por Francisco Arzobispo de Rabat, Marruecos, el año pasado, dejó claras sus intenciones desde el primer día al asegurar que “Quiero ser […] un pequeño puente que una a cristianos y musulmanes”. Solo el 0,7% de la población del reino alauita es católica.
Michael Czerny, jesuita canadiense, subsecretario del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral dedicado a Migrantes y Refugiados, una de las causas más caras al Papa Francisco. De Czerny hemos tenido ya ocasión de hablar en estas páginas.
Por lo demás, ha sorprendido la ausencia de prelados chinos entre los elegidos, así como de algún otro que, por la importancia de su sede arzobispal, tradicionalmente se les ofrece el capelo cardenalicio, como es el caso de José Horacio Gómez, arzobispo de Los Ángeles.
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