El ascenso de Paglia y el silencio de los buenos

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Para prever el golpe de mano dado con ‘estivalidad’ y alevosía contra el Juan Pablo II o algo muy parecido bastaba con echar un vistazo a la curiosa carrera de su canciller y factótum, el obispo Vincenzo Paglia, una elección que no podía augurar un resultado muy distinto.

Y si algo se le puede reprochar a los miembros defenestrados del Instituto es que no abrieran la boca cuando debían haberlo hecho. No deja de ser triste, por decirlo suave, que no dedicara ninguno de ellos un solo comentario, alguna leve objeción, a la aparición de la exhortación papal Amoris Laetitia, que se aleja por completo de la línea doctrinal de Veritatis Splendor, base de la enseñanza en el Instituto.

Presumen ahora de que la causa última de su expeditiva expulsión es hacer una lectura de Amoris Laetitia a la luz de Veritatis Splendor, pero eso es un imposible, porque la primera parte de una visión de la teología moral incompatible con la segunda, tan sencillo como eso. Sin embargo, no hubo objeciones públicas, no digamos ya sumarse a título individual a la Correctio filialis. Ese es el problema de contemporizar, que al final uno acaba purgado y sin la satisfacción mínima de haber mostrado coraje en su momento.

Pero si podía quedar algún mínimo atisbo, una reducidísima posibilidad de que las cosas no acabasen como ha acabado, debió disiparse con el nombramiento de Vincenzo Paglia al frente del Instituto. Paglia solo podía haber sido nombrado para hacer lo que hizo, otro de los extraños nombramientos de Su Santidad.

Tras doce años como obispo de Terni, dejó la diócesis en ruinas, y no precisamente por vaciar las arcas en obras de caridad o en la conservación y embellecimiento de iglesias, sino por tan oscuras como desastrosas inversiones inmobiliarias en las que algunos debieron de llevarse bastante al bolsillo. El banco vaticano, por orden directa y personal del Papa Francisco, le concedió un millonario préstamo a fondo perdido, se habla de quince millones de euros, para ir tirando, porque la deuda era varias veces mayor.

¿Por qué este cariño pontificio, qué le atrae a Su Santidad de gente siempre perseguida por escándalos o líos de un tipo u otro? De Paglia puede decirse con cierta seguridad que comulga con las dispensaciones de la ‘renovación’ a la moral tradicional y que siempre se ha mostrado muy comprensivo con el lobby gay, por decirlo suave.

Uno de sus favorecidos es el artista argentino, abiertamente gay, al que encargó en 2007 pintar un fresco en la catedral que es un verdadero canto al homoerotismo visual con motivo religioso y que en su día causó considerable escándalo. Se defendió la cosa como se suele hacer en estos casos, acusando a los indignados de tener una mirada sucia y ver lo que no hay. Pero el artista en cuestión, Ricardo Cinalli, ha tenido a bien explicar su obra y a disipar cualquier duda sobre su intención y el placet del obispo a la misma.

El fresco representa a Jesús resucitado llevando al cielo en unas redes a homosexuales, transexuales, prostitutas, desnudos o semidesnudos, mezclados en actitudes y acciones eróticas, entre los que se encuentra el propio Paglia.

Cristo Resucitado, cuyo rostro es el de un peluquero amigo del autor, está representado de modo que sus partes pudendas sean claramente visibles a través de su traje translúcido. Paglia supervisó todos los detalles de la obra, según explica el propio Cinalli. Escuchen, si lo desean, al propio Cinalli explicando el asunto en este vídeo.

https://www.youtube.com/watch?v=CmdX89lmQOQ

Vincenzo Paglia fue nombrado arzobispo y presidente del Pontificio Consejo para la Familia por Benedicto XVI en 2012.