El sábado por la mañana, en la catedral de Tarragona, fue consagrado arzobispo de Tarragona, por el cardenal Omella, Joan Planellas.
La celebración contó con la participación de más de 2.000 personas. Fue presidida por el cardenal-arzobispo metropolitano de Barcelona, Juan José Omella y concelebrada por el nuncio apostólico, Renzo Fratini; el arzobispo emérito de Tarragona, Jaume Pujol; el obispo de Girona, Francisco Pardo; y el cardenal Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española.
Pero lo que más llamó la atención, según informa Germinans Germinabit, fue el «vacío episcopal de los demás obispos de la CEE». Tan sólo 21 prelados comparecieron a la consagración, cifra que se queda muy lejos, por ejemplo, de la reciente 15 de diciembre- ordenación episcopal de José María Gil Tamayo como obispo de Ávila, a la que acudieron 66 obispos. A la toma de posesión de Omella en la diócesis de Barcelona, en diciembre de 2015, acudieron 58 mitrados.
De los 21 obispos que acudieron el sábado a la consagración, informa de nuevo Germinans Germinabit, 13 eran los 10 residenciales catalanes más los dos auxiliares de Barcelona y el de Terrassa. 3 eméritos de Cataluña: el cardenal Martínez Sistach, Soler Perdigó y Piris. La presencia del nuncio y dos obispos que habían desempeñado su ministerio en diócesis catalanas: Salinas y Taltavull. Los otros dos obispos que estuvieron eran el cardenal Blázquez, como presidente de la CEE y el obispo auxiliar de Madrid, Santos Montoya.