El presidente de los obispos europeos alerta contra los populismos

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El arzobispo de Luxemburgo y presidente de la Comisión de las Conferencias de Obispos de la Comunidad Europea, Jean Claude Hollerich, en vistas a las elecciones al Europarlamento, ha alertado en una tribuna aparecida en La Civiltà Cattolica contra el riesgo de los ‘populismos’.

«La política deben tener en cuenta los temores de la gente», ha recordado el arzobispo de Luxemburgo y presidente de los obispos europeos, Jean Claude Hollerich, ya que, si no se les da la suficiente importancia, los ciudadanos pueden caer «en manos de los populismos que enfatizan tales temores para presentarse como salvadores».

¿A qué temores se refiere Su Ilustrísima? A la oleada migratoria que vive Europa, naturalmente. Ya llevamos algún tiempo apreciando que la ‘sinodalidad’ y la descentralización en la Iglesia parecen significar una insólita unanimidad, no solo ‘in certis‘, sino también ‘in dubiis‘, en las obsesiones personales del Santo Padre.

«Las migraciones dan miedo, parecen perturbar el orden interno de los países europeos», escribe Hollerich. El inmigrante, «que en momentos de bonanza era bienvenido porque garantizaba el bienestar económico, se convirtió en extranjero: un extranjero que, por su diferencia religiosa y cultural, aparece como una amenaza para nuestro pequeño mundo». El arzobispo explica que, así, «las emociones negativas explotan: el otro ya no se considera una oportunidad de encuentro, sino el que nos hace perder nuestra identidad».

Es evidente que para Hollerich se trata de temores infundados, o de que la cosa que se teme, la pérdida de la identidad europea y siquiera residualmente cristiana, no es valor que deba preocuparnos. Por el contrario, la «difícil situación de los refugiados y migrantes en el Mediterráneo es una vergüenza para Europa», que ha convertido este mar en «un muro de separación hecho de agua y un enorme cementerio». Y recuerda que para el cristiano «el amor por los demás requiere que pensemos en la migración con los ojos de los migrantes: ojos que revelan su miedo, sus preocupaciones, su hambre, su deseo de seguridad y su deseo de estabilidad económica».

Otro prelado que ha meditado profundamente en este asunto llega, sin embargo, a conclusiones muy diferentes. Nos referimos al prefecto para el Culto Divino, el cardenal guineano Robert Sarah, que no necesita especial esfuerzo para ponerse en la piel de un africano porque lo es. Para Sarah, los temores de los europeos de los que habla Hollerich son no solo perfectamente razonables, sino que deberían despertarnos de nuestra modorra cultural y hacernos reaccionar, porque el riesgo es absolutamente real.

Como africano, no solo lo ve desde nuestro punto de vista, europeo, sino desde el de los países de origen y desde los propios protagonistas de este éxodo masivo, y está convencido de que los subsaharianos que entran en Europa en pateras o, más exactamente, en los barcos de supuestas ONG, son víctimas de un espejismo y de una nueva forma de esclavitud con la que la Iglesia no debería colaborar de ninguna manera.