El cardenal Müller ha sido el último en sumarse al creciente coro de voces que ven en el veredicto de culpabilidad contra el cardenal australiano George Pell una burla a las garantías jurídicas.
De «absolutamente increíble» y «carente de pruebas» ha tachado el cardenal alemán Gerhard Müller, prefecto emérito para la Doctrina de la Fe, el veredicto de culpabilidad contra el cardenal George Pell que ha dictado un tribunal australiano por un supuesto delito de abuso de menores décadas atrás.
En declaraciones al norteamericano National Catholic Register, Müller asegura que el veredicto va «contra toda razón y justicia» y que refleja una concepción de la justicia que se remonta a los tiempos de Enrique VIII.
«Como cualquier otro, no veo la culpabilidad», sentencia el cardenal. Quizá no como cualquier otro, pero sí es cierto que son numerosas las voces, incluso entre juristas ajenos a la polémica y a la Iglesia, que han mostrado su perplejidad ante un fallo de culpabilidad basado en evidencias tan tenues y contradicho por un alegato tan contundente.
«Las acusaciones en su contra son absolutamente increíbles, imposibles», insiste Müller. «Carecen de pruebas, son contra toda evidencia «.
El cardenal ha ingresado en prisión a la espera de que se dicte sentencia, aunque su abogado ha solicitado un juicio en apelación que, según numerosos expertos, tiene muchas probabilidades de ganar.
En prisión, Pell no puede siquiera celebrar misa, ya que las normas prohíben que ningún prisionero, incluyendo un sacerdote, disponga de vino. Que la normativa no prevea la excepción de la misa, algo que incluso el brutal régimen comunista vietnamita permitió al cardenal Van Thuan (categorizado como ‘medicamento’) indica el grado de catolicofobia que se está alcanzando en muchos países de Occidente, y muy especialmente en Australia.
Quizá lo más comentado de este juicio en publicaciones católicas, no jurídicas, ha sido la enorme influencia sobre la opinión pública de una fuerte campaña anticlerical en Australia, con Pell como centro, anterior en años a la celebración del juicio y que podría haber condicionado la visión del jurado.
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