¿Qué distingue al cristianismo de las demás religiones?

En 'No anteponer nada a Cristo', publicado por Bibliotheca Homo Legens, el difunto cardenal Caffarra da la respuesta
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Tendemos a pensar, influidos por el relativismo rampante, que todas las religiones son iguales en esencia y que, por tanto, no hay una más valiosa que las demás. Esta visión es, no obstante, equivocada: no todas las religiones tienen la misma naturaleza. Concretamente, hay algo en el cristianismo – y, en parte, en el judaísmo – que lo diferencia de todas las demás religiones.

Precisamente a esta especificidad del cristianismo se refiere el difunto cardenal Carlo Caffarra en una homilía recogida en el libro ‘No anteponer nada a Cristo’, publicado por la editorial Homo Legens.

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En ese sermón, el cardenal distingue entre la religión propiamente entendida – que no es sino el esfuerzo del hombre para alcanzar a Dios – y la revelación bíblica, que refleja el esfuerzo de Dios por encontrarse con el hombre:

El hombre, mendigo de bienaventuranza, desea ver el «rostro de Dios»  (Sal 42, 3). Es buscador de ese bien que cumple totalmente su deseo. La religión es la expresión de la búsqueda de Dios por parte del hombre. Pero la revelación bíblica invierte esta condición: no es el hombre el que busca a Dios, sino «yo mismo – dice el Señor Dios – buscaré mi rebaño y lo cuidaré». 

Pero la revelación de Dios no es, en el cristianismo, sólo palabra; la Palabra se hace carne en un momento concreto, irrumpiendo en la historia para llenar de sentido y plenitud la vida de los hombres. Jesucristo – y en esto radica la singularidad del cristianismo – es mucho más que el predicador de una doctrina religiosa y moral:

Jesucristo es la misma verdad. Moisés no ha hecho más que transmitir la Ley; otros han transmitido una doctrina religiosa o moral. Jesucristo, en cambio, no sólo nos proporciona el don de la Verdad, sino que Él mismo es este don, porque es el Verbo hecho carne. Es este carácter único y singular el que confiere al acontecimiento que celebramos hoy, la Navidad, un significado absoluto y universal. 

Ésta es la razón, nos enseña el prelado, por la que no debe incluirse el cristianismo en esa suerte de ‘supermercado’ que expone las religiones como si de productos de limpieza se tratase, invitándonos a elegir el que más nos convenga en cada momento:

Esta posición de Cristo impide que Él sea incluido en el «supermercado de las religiones», en el que el hombre entra y compra lo que responde mejor a sus exigencias. La posición de Cristo en la historia impide que se le relativice, que el cristianismo sea considerado como una religión más entre las otras. Quien relativiza a Cristo, aunque después enaltezca su persona, en realidad ya lo ha abandonado.

Las palabras del difunto cardenal Caffarra, tan diáfanas, nos ayudarán a distinguir el ecumenismo sano de ese ecumenismo relativista que mercadea con las verdades de la fe.