Escrivá, un santo muy presente en la vida de Bergoglio

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El procurador del Opus Dei en Roma, Carlos Nannei, contó en una conferencia su relación con el Papa Francisco, que se remonta a 1992. Nannei relata cómo era la relación entre el cardenal Bergoglio y Escrivá: De creer que no era santo a arrodillarse ante su tumba.

Aunque el haber pasado más de un año sin consagrar obispo a Fernando Ocáriz haya levantado muchas voces sobre la relación entre el Papa y el Opus Dei, lo cierto es que Francisco tiene buenos amigos en la Prelatura, dos de ellos argentinos.

A los pocos días de ser elegido Papa, una de las primeras personas recibidas por Francisco en audiencia publicada en el Bolletino fue Carlos Nannei, procurador del Opus Dei ante la Santa Sede y amigo de Bergoglio desde 20 años antes. Volvió a recibirle en septiembre de 2014, tras la beatificación de Álvaro del Portillo y la defenestración del primer numerario de Paraguay y obispo de Ciudad del Este, Rogelio Livieres.

Nannei cuenta cómo conoció a Bergoglio en 1993 y le relató su relación con San Josemaría Escrivá. Estas son las palabras que, según Nannei, pronunció Bergoglio:

«Llegaba la beatificación de Escrivá y yo pensaba que no era santo, por tantas campañas de calumnia. Estaba sufriendo mucho, vivía en Córdoba, en una residencia de los jesuitas, y en un momento de turbulencia espiritual, me enteré de que beatificaban a Josemaría Escrivá y le hice un desafío: Si eres santo, quítame de este pozo, de este agujero.»

Al día siguiente lo llama el Nuncio en Argentina para decirle que el Papa lo había nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires.

«Me quedé de piedra y ahí empezó mi relación con Josemaría Escrivá. Primero le pedí perdón, y segundo lo empecé a incluir en la Misa, siempre que celebro solo lo hago con el canon romano y cuando digo Lino, Cleto, Clemente… empecé a incluir Josemaría, no sé si es litúrgico o no…»

Nannei relata que, a los pocos años de aquel encuentro, el prelado del Opus Dei viajó a Argentina y se encontró con él: «fuimos a verlo a Bergoglio, que ya era coadjutor de Buenos Aires, y le contó sin que yo le dijera nada la misma historia».

En el año 2000 Nannei relata cómo fue a despedirse para irse a Roma:  «Por pocos días, supongo..«,  contestó Bergoglio. Nannei le explicó que se iba a vivir ahí, a lo que el hoy Francisco respondió: «Ay, mi sentido pésame. Lo último que me gustaría a mi es vivir en Roma…»

En el 2003, relata Nannei, le llamó Bergoglio por teléfono: «Estoy en Roma. ¿cómo puedo ir a Bruno Buozzi? Quiero cumplir una promesa.» Tras mucho insistir, permitió que Nannei le acompañara:

«Fui a buscarlo a Via della Scrofa, fuimos a rezar ante la tumba de San Josemaría, nos pusimos de rodillas, eran las 5 de la tarde. A los 10 minutos seguía de rodillas. A la media hora seguía de rodillas, yo ya quería sentarme pero una voz interior me decía que mientras él no se sentara yo no me sentara. 45 minutos de rodillas frente a la tumba de San Josemaría, me mira con una sonrisa y me dice «por mi está bien».