Los obispos africanos, contra la postura inmigracionista de Francisco

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El Papa Francisco predicó en Navidad sobre un asunto que es ya obsesivo en él: la acogida de los inmigrantes. En ninguna de sus declaraciones y homilías en que ha tratado esta cuestión ha insinuado el Santo Padre que pueda haber algún límite prudencial en cuanto al número de los recién llegados, y apenas ve la posibilidad de un inevitable choque cultural, dificultades económicas y logísticas insuperables o una distinción entre refugiados e inmigrantes económicos, entre legales e ilegales.

En esto tiene a favor a todo el estamento globalista, empezando por los jerarcas de la Unión Europea y la ONU, y en contra a no pocos obispos. Es razonable, por tanto, que Su Santidad esperase algún tipo de reacción negativa o crítica por parte de unas autoridades italianas que no saben ya qué hacer para frenar la invasión descontrolada desde África, o desde sus colegas en el episcopado italiano.

Pero las críticas han venido de donde, imaginamos, menos podía esperarlo: sus amadas ‘periferias’. Concretamente, de África, de donde procede el grueso de esta inmigración masiva y que, por tanto, sería comprensible imaginar una acogida entusiasta del espíritu de acogida papal.

Y no, todo lo contrario. Los prelados más importantes del Continente Negro piden desesperados medidas urgentes para frenar la emigración masiva que está despoblando África, en oposición frontal a la línea marcada por Francisco.

Los africanos defienden su postura alegando que los emigrantes son tratados de modo espantosa por las mafias que les llevan a Europa, donde la vida que encuentran es, además y por lo común, muy distinta de la que esperan.

«No tenemos derecho a permitir que existan canales de emigración ilegal cuando sabemos perfectamente cómo funcionan», asegura el senegalés, Benjamin Ndiaye, Arzobispo de Dakar, con el apoyo absoluto de su colega nigeriano Joseph Bagobiri y muchos otros. «Todo esto tiene que acabar».

Desde el lado europeo de la ecuación defiende la misma tesis, curiosamente, otro prelado africano, en este caso el Cardenal Robert Sarah, prefecto para el Culto Divino.

El pasado octubre, el Cardenal guineano afirmó el derecho de las naciones a distinguir entre refugiados e inmigrantes económicos, según la revista polaca wPolityce.pl, apoyando la postura de Polonia frente a los intentos de Bruselas de obligar al país a abrir sus fronteras.