‘Correctio filialis de haeresibus propagatis’: Lea integra la corrección al Papa Francisco

|

A continuación, el texto completo de la carta de corrección filial entregada al Papa Francisco por varias decenas de intelectuales católicos.

Corrección por la Ley de Cristo

Santo Padre,

Con profunda aflicción, pero impulsados por la fidelidad a Nuestro Señor Jesucristo, por el amor a la Iglesia y al papado y por la devoción filial hacia Usted, nos vemos obligados a dirigir una corrección a Su Santidad, a causa de la propagación de herejías ocasionada por la Exhortación apostólica Amoris laetitia y por otras palabras, hechos y omisiones de Su Santidad. Nos está permitido emitir esta corrección por la ley natural, por la ley de Cristo, y por la ley de la Iglesia: para guardar estas tres leyes, Su Santidad ha sido designado por la divina providencia.

Por la ley natural: pues tal como los súbditos tienen por naturaleza un deber de obedecer a sus superiores en todas las cosas lícitas, así también tienen un derecho a ser gobernados de acuerdo a la ley, y por lo tanto a insistir, donde fuera necesario, que sus superiores así gobiernen. Por la ley de Cristo: pues Su Espíritu inspiró al Apóstol Pablo a reprender a Pedro en público cuando este último no actuó de acuerdo a la verdad del evangelio (Gal. 2). Santo Tomás de Aquino nota que esta reprimenda pública de un súbdito a un superior fue lícita a causa del peligro inminente de escándalo concerniente a la fe (Summa Theologiae 2a 2ae, 33, 4 ad 2), y ‘la glosa de San Agustín’ agrega que en esta ocasión, “Pedro dio un ejemplo a los superiores, de que si en algún momento sucediera que se alejaran del camino recto, no deberían desdeñar ser criticados por sus súbditos” (ibid.). La ley de la Iglesia también nos constriñe, ya que establece que “el fiel a Cristo… tiene el derecho, en efecto, a veces el deber, de acuerdo con su conocimiento, competencia, y posición, a manifestar a los sagrados pastores sus visiones en materias que conciernen al bien de la Iglesia” (Códice de Derecho Canónico 212:2-3; Códice de los Cánones de las Iglesias Orddientales 15:3).

Sobre la fe y la moral

Ha sido dado escándalo a la Iglesia y al mundo sobre la fe y la moral, por la publicación de Amoris laetitia y por otros actos a través de los cuales Su Santidad ha dejado suficientemente claros el alcance y el propósito de este documento. En consecuencia, herejías y otros errores se han extendido a través de la Iglesia; pues mientras algunos obispos y cardenales han continuado defendiendo las verdades divinamente reveladas sobre el matrimonio, la ley moral y la recepción de los sacramentos, otros han negado estas verdades, y han recibido de Su Santidad no reprimenda, sino favor. Por el contrario, aquellos cardenales que han enviado dubia
a Su Santidad, para que por medio de este método, de honorable tradición, la verdad del evangelio pudiera ser fácilmente afirmada, no han recibido respuesta, sino silencio.

Santo Padre, el ministerio de Pedro no le ha sido confiado para que Usted pudiera imponer doctrinas extrañas sobre los fieles, sino para que Usted pueda, como un fiel representante, guardar el depósito, hasta el día del regreso del Señor (Lc. 12; 1 Tim. 6). Adherimos sinceramente a la doctrina de la infalibilidad papal, tal como fue definida por el Concilio Vaticano I, y por lo tanto adherimos a la explicación que el mismo concilio dio de este carisma, el cual incluye esta declaración: “El Espíritu Santo fue prometido a los sucesores de Pedro, no de manera que ellos pudieran, por revelación suya, dar a conocer alguna nueva doctrina, sino
que, por asistencia suya, ellos pudieran guardar santamente y exponer fielmente la revelación transmitida por los Apóstoles, es decir, el depósito de la fe” (Pastor Aeternus, cap. 4). Por esta razón, Su Predecesor, el Beato Pío IX, alabó la declaración colectiva de los obispos alemanes, quienes afirmaron que “la opinión según la cual el Papa es ‘un soberano absoluto a causa de su infalibilidad’ está basada en una comprensión completamente falsa del dogma de la infalibilidad
papal”

El Concilio Vaticano II

De mismo modo, en el Concilio Vaticano II, la Comisión Teológica que supervisó la Constitución Dogmática sobre la Iglesia, Lumen gentium, afirmó que los poderes del Pontífice romano están limitados de muchas maneras.

Sin embargo, aquellos católicos que no comprenden claramente los límites de la infalibilidad papal están expuestos a ser conducidos por las palabras y acciones de Su Santidad hacia uno de dos errores desastrosos: o bien llegarán a adoptar las herejías que ahora están siendo propagadas, o bien, conscientes de que estas doctrinas son contrarias a la palabra de Dios, dudarán o negarán las prerrogativas de los papas. Además, otros de entre los fieles son llevados a poner en duda la validez de la renuncia al papado por el Papa Emérito Benedicto XVI. Así, el oficio de Pedro, otorgado a la Iglesia por nuestro Señor Jesucristo en aras de la unidad y la fe, es usado de tal modo que se abre un camino para la herejía y para el cisma. Además, notando que las prácticas ahora fomentadas por las palabras y acciones de Su Santidad son contrarias no sólo a la fe y disciplina perennes de la Iglesia, sino también a las afirmaciones magisteriales de Sus predecesores, los fieles reflexionan que las afirmaciones propias de Su Santidad no pueden disfrutar de mayor autoridad que las de los papas anteriores; y así el auténtico magisterio papal sufre una herida de la cual podría no sanarse pronto.

Sin embargo, creemos que Su Santidad posee el carisma de la infalibilidad y el derecho a la jurisdicción universal sobre los fieles a Cristo en el sentido definido por la Iglesia. En nuestra protesta contra Amoris laetitia y contra otros hechos, palabras y omisiones relacionadas con ésta, no negamos la existencia de este carisma papal o la posesión de éste por parte de Su Santidad, pues ni Amoris laetitia ni ninguna de las afirmaciones que han servido para propagar las herejías que esta exhortación insinúa están protegidos por aquella divina garantía de verdad. Nuestra corrección es, en verdad, requerida por la fidelidad a las enseñanzas papales infalibles que son incompatibles con ciertas afirmaciones de Su Santidad.

Puede leer la carta íntegra en español aquí.