Preguntado por los cardenales Burke, Brandmüller, Caffarra y el difunto Meisner y los cinco «dubia», el cardenal Gerhard Ludwig Müller aboga por iniciar un diálogo con calma y serenidad en el que se hable abiertamente sobre estos temas y recuerda que en el primer concilio todos los discípulos hablaron de manera franca, favoreciendo también las controversias. «Los concilios no han sido nunca reuniones armoniosas».
Matteo Matzuzzi / Il Foglio– Eminencia, ¿se ha hecho una idea de por qué el Papa ha decidido apartarle de la guía de la Congregación para la Doctrina de la Fe? «No, no lo sé, porque el Santo Padre no me lo ha dicho. Sólo me ha informado de que no se me renovaría el mandato. Ha habido muchas especulaciones en los medios de comunicación en los últimos tiempos y diría que el nombramiento del nuevo secretario de la congregación (Mons. Giacomo Morandi, ndr), hecho público hace unos días, es un poco la clave para comprender esta maniobra«. Refleja serenidad el cardenal Gerhard Ludwig Müller, teólogo alemán y durante cinco años prefecto del que había sido el Santo Oficio, nombrado por Benedicto XVI y confirmado por Francisco que, sin embargo, el pasado 30 de junio le comunicó su decisión de prescindir de él.
Con il Foglio recorre las etapas que han llevado a su alejamiento, las controversias sobre la interpretación de la exhortación post-sinodal Amoris laetitia y, de manera más general, reflexiona sobre el estado (pésimo) de la religión en Europa. Sin embargo, hace tiempo que se hablaba de su partida; incluso se habían lanzado hipótesis, por parte de los medios de comunicación, sobre los probables destinos diocesanos para el responsable de la publicación de la Opera Omnia de Joseph Ratzinger.
«Siempre he estado tranquilo», responde Müller.»Considero que he cumplido con todas mis tareas, incluso más de lo necesario. Nadie tenía dudas sobre mi competencia teológica. Siempre he sido leal al Papa, como requiere nuestra fe católica, nuestra eclesiología. Esta lealtad ha estado siempre acompañada por la competencia teológica, por lo que nunca se ha tratado de lealtad reducida a pura adulación«. Y esto porque «el magistero necesita consejos teológicos competentes, como bien se describe en Lumen gentium n. 25, y como prevé de manera muy clara el carisma del Espíritu Santo, a través del cual actúan los obispos y el propio Papa como cabeza del colegio episcopal. Pero todos somos seres humanos y necesitamos consejos, por lo que el contenido de la fe no se puede explicar sin un fundamento claro de estudios bíblicos. Lo mismo vale –prosigue– para el desarrollo del dogma. Nadie puede elaborar un documento magisterial sin conocer a los Padres de la Iglesia y las grandes decisiones dogmáticas sobre teología moral de los diversos concilios. Por esto existe la Congregación para la Doctrina de la Fe, que es la más importante de la Curia romana. Tiene dos comisiones teológicas, además de los consultores. En resumen, tiene una tarea clara y un gran responsabilidad en lo que atañe a la ortodoxia de la Iglesia».
¿Pero es verdad, como se ha leído en alguna parte, que su último coloquio con Francisco fue tenso y frío? «Son reconstrucciones falsas. El Papa simplemente me informó de su decisión de no renovarme el mandato. Nada más. Fue una audiencia de trabajo normal, al final de la cual el Papa me comunicó su decisión. Al día siguiente dejé mi cargo».
No obstante, han surgido algunas hipótesis sobre las razones de la ruptura y, además de la supuesta lentitud en los casos de abuso por parte del clero, diversos órganos de información han escrito sobre una excesiva exposición mediática, que a menudo ha hecho de contrapeso al Papa. Un modus operandi distinto al de sus predecesores más inmediatos. El cardenal Müller sonríe: «Me parece que puedo decir que la presencia mediática del cardenal Ratzinger era muy evidente, aunque sólo fuera por sus grandes libros-entrevista. Y esto forma parte del cargo de prefecto, que no es un mero y simple trabajo burocrático. Yo, además, era conocido antes como teólogo, con numerosas publicaciones. De todas formas, permítame decirlo, también el Papa recurre a las entrevistas. El hecho es que hoy tenemos que utilizar los instrumentos de la comunicación moderna, los jóvenes no siempre leen libros o periódicos. Utilizan las redes sociales, internet. Y si queremos promover la fe que, recuerdo, es la tarea principal de la congregación, tenemos que entrar en diálogo con ellos en estas plataformas. Nunca he hablado de mi pensamiento, de mi persona, en estas entrevistas, ¡sino de la fe! Además, quiero recordar que soy obispo; y un obispo tiene la obligación de difundir el Evangelio, no sólo en sus homilías, sino también mediante los debates científicos con los contemporáneos». Nosotros, añade, «no somos una religión restringida, un club. Somos una Iglesia que dialoga, la religión de la Palabra de Dios, que Cristo mismo entregó a sus apóstoles, exhortándolos a enseñarla y predicarla en todo el mundo».
De acuerdo, pero alguna tensión intra ecclesiam existe, se puede constatar. Tomemos, por ejemplo, Amoris laetitia, el documento resultado del doble Sínodo sobre la moral familiar. El eminentísimo Christoph Schönborn, teólogo también él e inspirador de la solución aperturista, ha confirmado recientemente cuán opuesta es su posición respecto a la de Müller. Entonces, ¿qué?
«Es posible que el cardenal Schönborn tenga una visión opuesta a la mía, pero también es opuesta a la que él mismo tenía en el pasado, visto que ha cambiado de posición. Pienso que las palabras de Jesucristo deben ser siempre el fundamento de la doctrina de la Iglesia. Y nadie, hasta ayer, podía decir que esto no es verdad. Está claro: tenemos la revelación irreversible de Cristo. Y a la Iglesia se le ha confiado el depositum fidei, es decir, todo el contenido de la verdad revelada. El magisterio no tiene la autoridad de corregir a Jesucristo. En todo caso es Él quien nos corrige. Y nosotros estamos obligados a obedecerle; nosotros debemos ser fieles a la doctrina de los apóstoles, claramente desarrollada en el espíritu de la Iglesia».
Perdone, pero entonces, ¿por qué también usted ha votado la relación del círculo menor de lengua alemana, escrita por el propio Schönborn y aprobada por Walter Kasper? «El Sínodo ha dicho claramente que cada obispo es responsable de este camino, para llevar a las personas a la plena gracia sacramental», responde el cardenal Gerhard Ludwig Müller a il Foglio. «Esta interpretación es indudable que está, pero yo no he cambiado mi posición, privada y subjetiva. Pero como obispo y cardenal, allí yo representaba a la doctrina de la Iglesia, que conozco en sus desarrollos fundamentales, desde el Concilio de Trento a la Gaudium et spes, que representan sus dos directrices. Esto es católico, el resto pertenece a otras creencias. No comprendo –explica–, cómo se pueden concordar diversas posiciones de interpretación teológica y dogmática con las palabras claras pronunciadas por Jesús y San Pablo. Ambos aclararon que no se puede uno casar por segunda vez si el cónyuge legítimo vive».
¿Comprende las razones que han llevado a los cardenales Burke, Brandmüller, Caffarra y el difunto Meisner a presentar al Papa los cinco «dubia» sobre la exhortación? «No comprendo por qué no se da inicio a un diálogo con calma y serenidad. No comprendo dónde están los obstáculos. ¿Por qué crear tensiones, también públicas? ¿Por qué no se organiza una reunión para hablar abiertamente sobre estos temas, tan esenciales? Hasta el día de hoy sólo he oído invectivas y ofensas contra estos cardenales. Pero éste no es el modo, ni el tono, para seguir adelante. Nosotros somos todos hermanos en la fe y no puedo aceptar discursos del tipo ‘amigo del Papa’ o ‘enemigo del Papa’. Para un cardenal es absolutamente imposible estar en contra del Papa. No obstante –sigue el ex prefecto del Santo Oficio–, nosotros obispos tenemos el derecho, diría yo divino, de discutir libremente. Me gustaría recordar que en el primer concilio todos los discípulos hablaron de manera franca, favoreciendo también las controversias. Al final, Pedro dio su explicación dogmática, que vale para toda la Iglesia. Pero sólo la dio al final, después de una larga y animada discusión. Los concilios no han sido nunca reuniones armoniosas«.
La cuestión es si Amoris laetitia representa o no una forma de discontinuidad en relación con el magisterio anterior. ¿Es así o no? «El Papa –dice Müller–, ha declarado muchas veces que no hay un cambio en la doctrina dogmática de la Iglesia y esto es evidente, porque no sería posible. Francisco quería atraer de nuevo a estas personas que se encuentran en situaciones irregulares respecto al matrimonio, es decir, hacer que se acerquen a las fuentes de la gracia sacramental. Hay medios para ello, también canónicos. De cualquier manera, quien desea recibir la comunión y se encuentra en un estado de pecado mortal debe recibir siempre antes el sacramento de la reconciliación, que consiste en la contrición del corazón, en el propósito de no pecar más, en la confesión de los pecados y en la convicción de actuar según la voluntad de Dios. Y nadie puede modificar este orden sacramental, que fue fijado por Jesucristo. Podemos tal vez cambiar los ritos externos, pero no este núcleo fundamental. ¿Ambigüedades en Amoris laetitia? Puede ser, y no sé si son deseadas. Si las hay, las ambigüedades tienen que ver con la complejidad del tema y de la situación en la que se encuentran los hombres de hoy, en la cultura en la que están inmersos. Hoy en día, casi todos los fundamentos y los elementos esenciales son incomprensibles para las poblaciones que se definen superficialmente cristianas. Por esto –añade el cardenal– nacen los problemas. Tenemos ante nosotros dos desafíos fundamentales: aclarar cuál es la voluntad salvífica de Dios y preguntarnos sobre el modo de ayudar pastoralmente a estos hermanos para que caminen por la vía indicada por Jesús».
El acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar era una antigua petición del episcopado alemán. «Es verdad. Fueron tres obispos alemanes, a saber: Kasper, Lehmann y Saier, los que lanzaron la propuesta a principios de los años noventa. Pero la Congregación para la Doctrina de la Fe la rechazó definitivamente. Todos estuvieron de acuerdo en que había que seguir discutiendo sobre este tema y hasta ahora nadie ha abrogado ese documento».
A propósito de Iglesia alemana: en los últimos tres años han llegado desde allí los vientos más fuertes de cambio, con el cardenal Marx diciendo ante los micrófonos que «Roma no podrá decirnos nunca qué hacer o no hacer en Alemania». ¿Cómo es la situación, hoy, en esa tierra? «Dramática», responde rápidamente Müller, que durante diez años fue obispo de Ratisbona, antes de ser llamado a Roma por Benedicto XVI. «La participación activa ha disminuido mucho; también la transmisión de la fe, no como teoría, sino como encuentro con Jesucristo vivo ha disminuido. Lo mismo vale para las vocaciones religiosas. Estos son signos, factores, que indican en qué situación está la Iglesia. Pero toda Europa vive un proceso de descristianización forzada, que va más allá de la simple secularización. Es –dice nuestro interlocutor–, la descristianización de toda la base antropológica, con el hombre definido claramente sin Dios y sin la transcendencia. Se vive la religión como un sentimiento, pero no como adoración de Dios creador y salvador. En este gran escenario, dichos factores no son buenos para la transmisión de la fe cristiana vivida y por esto es necesario no perder nuestras energías en luchas internas, en enfrentamientos de los unos contra los otros, con los denominados progresistas que buscan la victoria mediante la eliminación de los denominados conservadores. Si se razona así –dice Müller–, se da una idea de la Iglesia como de algo fuertemente politizado. Nuestro a priori no es ser conservador o progresista. Nuestro a priori es Jesús. Creer en la resurrección, en la ascensión o en el retorno de Cristo en el último día, ¿es fe tradicionalista o progresista? No, ésta es sencillamente la Verdad. Nuestras categorías deben ser la verdad y la justicia, no las categorías que cambian según el espíritu del tiempo». El cardenal define «grave» la situación actual, porque «se ha reducido la praxis sacramental, la oración. Todos los elementos de la fe vivida, de la fe popular, se han derrumbado. Y el drama es que ya no se siente la necesidad de Dios, de la palabra sagrada y visible de Jesús. Se vive como si Dios no existiera. Responder a todo esto es nuestro gran desafío. Nosotros no somos agentes de propaganda de nuestras propias verdades, sino que somos testigos de la verdad salvífica. No de una idea de la fe, sino de la realidad vivida de la presencia de Cristo en el mundo».
Eminencia, ¿considera que hay también dentro de la Iglesia una cierta rendición al Zeitgeist, al espíritu del tiempo? «El Papa emérito ha hablado del espíritu del tiempo, pero ya San Pablo había argumentado sobre el espíritu de Dios y el espíritu del mundo. Este contraste es muy importante y hay que conocerlo. La afirmación para la fe, la Iglesia y los obispos no viene del aplauso de una masa no informada. Es otra cosa: nuestro trabajo es apreciado y aprobado cuando conseguimos convencer a una persona a que se entregue totalmente a Jesucristo, ofreciendo la propia existencia en las manos de Jesús. En su Primera Carta, San Pedro habla de Jesucristo pastor de almas. ¿Hoy se habla de responsabilidad hacia la cultura y el ambiente? Sí, pero tenemos muchos laicos competentes para estos temas. Gente que tiene responsabilidad en política; tenemos gobiernos y parlamentos, etcétera. Jesús no les confió a los apóstoles el gobierno secular del mundo. Los obispos-príncipes existían hace siglos y no fueron un bien para la Iglesia».
A propósito de descristianización, le preguntamos al cardenal Müller qué piensa de la «Opción Benedicto», el tema lanzado hace años por el escritor Rod Dreher que crea la hipótesis de un modo de vivir como cristianos en un Occidente descristianizado. Lo esencial que hay que decir a este respecto, explica Müller, «es que los cristianos no pueden volver a las catacumbas. La dimensión misionera es fundamental para la Iglesia católica. No podemos evitar las batallas contemporáneas. Cristo dijo que no había venido a este mundo para obtener una paz superficial, sino para desafiar, para que los cristianos conquisten la gracia de vivir siguiendo el camino que Él indicó. Esto es lo que tenemos que hacer cuando las condiciones, como hoy, no son favorables».
¿Es correcto decir que con el actual pontificado ha disminuido la visión eurocéntrica de la Iglesia? «El centro de la Iglesia es Cristo, y donde está Él, allí está el centro. Estas reflexiones acerca del eurocentrismo de la Iglesia tienen como objetivo ofrecer sólo una lectura politizada. En lugar de hablar del Evangelio y de la doctrina católica, se habla de estrategias y teorías. Culturalmente es verdad, Europa tuvo un gran papel en el mundo, con todos los elementos positivos y negativos que ello conlleva. Entre los negativos cito, por ejemplo, el colonialismo. Entre los positivos, la filosofía de la realidad, la metafísica y el derecho».
Una última pregunta, sobre un cuestión que ha visto a Müller en un primer plano, es decir, la hipotética reconciliación con la Fraternidad San Pío X, la comunidad fundada por el obispo francés Marcel Lefebvre. «La reconciliación de este grupo con la Iglesia católica es absolutamente necesaria. Jesús no quiso separaciones. Pero, ¿cuáles son las condiciones para vivir una plena comunión? Yo creo que las condiciones deben ser iguales para todos. Tenemos la profesión de fe, no se puede elegir qué aceptar y qué no. Todos deben profesarla. Todos los concilios ecuménicos deben ser aceptados, como también el magisterio vivo de la Iglesia. Creer que el Vaticano II fue una refundación de la Iglesia es absurdo. Los abusos, las ideologías y los malentendidos no son, ciertamente, una consecuencia del Vaticano II”.
(Artículo publicado originalmente en Il Foglio. Traducción de Helena Faccia Serrano para InfoVaticana)
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«¿Ambigüedades en Amoris laetitia? Puede ser, y no sé si son deseadas..» Si no fueran deliberadamente deseadas y calculadas de forma milimétrica ya se habrían corregido. Si no se quieren corregir es por eso mismo, para posibilitar la comunión de los adúlteros sin incomodar a los ortodoxos, pero esto es lo más farisaico que uno se puede echar a la cara. Un papa que introduce el divorcio por la puerta de atrás, la de la comunión de los divorciados recasados, es un papa de la secta de los fariseos, tan denostada por Nuestro Señor Jesucristo.
Cada día que pasa está más claro que la Amoris se ha redactado para echar por tierra la Familiaris Consortio. Ahora le toca el turno a la Humanae Vitae. Le quieren pasar el rodillo del discernimiento, con la consiguiente confusión sobre la inseparabilidad de los aspectos unitivo y procreador del acto conyugal y la admisión de la píldora en ciertos casos, que no se aclararán, pues todo se dejará al acompañamiento y discernimiento, las fórmulas más socorridas en este pontificado para transformar el pecado en virtud.
Excelente entrevista. Ua pena que el Papa Francisco haya decidido prescindir de una mente tan clara que habla con tanta convicción sobre la fe de la Iglesia y los desafíos de este momento. l
Lamentable papel de un cardenal mediático . Es hora que se cure la adicción a los medios de comunicación, guarde silencio y se dedique a sus tareas pastorales. Ningún bien hace con tanta charlatanería que rompe la comunión eclesial.
(ZENIT – Roma, 27 Jul. 2017).- Sobre quienes quieren contraponer Francisco a Benedicto XVI, el cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima es muy categórico: “Esto lo digo con mucha claridad: el demonio tiene objetivos, busca dividir. Son excusas, pero el demonio disfrazado de mil teorías está quitando la paz y la serenidad en el espíritu. Hay que estar atentos, no seamos tontos, pero las cosas no se deben ventilar en los medios de comunicación”.
Lo indica el cardenal Cipriani en una entrevista recién publicada por el medio italiano ‘Vatican Insider’, en la que el periodista Andrés Beltramo le interroga además sobre la exhortación apostólica Amoris Laetitia dedicada a la familia. El purpurado perteneciente al Opus Dei señala que la Amoris Laetitia “es una espiritualidad extraordinaria para la familia, pero todo el mundo se ha concentrado en querer ver: ‘aquí el Papa está en contra de los sacramentos’”. Y reitera: “No es así. En mi arquidiócesis no existe ningún problema. Lo que sí está haciendo el Papa es ponernos responsabilidades a los obispos para que dejemos de ser burócratas y a los sacerdotes, para que dejemos de ser confesores inútiles”.
El obispo peruano añade que el Papa precisa: “El discernimiento de algunas situaciones no está en manos de estructuras, está en manos de usted, sacerdote u obispo. Claro, no parece lógico que un sacerdote vaya a cambiar los sacramentos del matrimonio y la eucaristía. Nos está poniendo una responsabilidad personal de la que daremos cuentas a Dios. Dicho esto, el Catecismo está donde está, la Familiaris Consortio y la Amoris Laetitia también. ¡Qué ganas de generar problemas! Con todo respeto a la teología, es clara la intención del Papa de acercarse mucho más al pecador, pero también es clara su voluntad de no modificar –para nada– la disciplina de los sacramentos. Quien va por ahí, va buscando pleitos”.
Y sobre las dudas manifestadas sobre Amoris Laetitia por cuatro cardenales al Papa, señaló que “haberlas publicado no me parece correcto, realmente no. Creo que cualquiera puede manifestar con gran franqueza lo que quiera, pero saltar a la prensa ya es otra cosa. Me parece que se equivocaron, aunque se trata de gente buena”.
El cardenal concluye la entrevista, señalando que el Papa “está manifestando casi una mística en su pontificado, con su prédica está volviendo a poner a la persona centrada en Cristo, más en primer lugar”. Dando un mensaje misionero que “nos lleva a dejar nuestras comodidades y a salir al encuentro de quienes lo están pasando más mal. No como ideología, sino para tomarse en serio, darse del todo”. Y que este enamoramiento de Cristo “rompe con un mundo zambullido en los placeres y el secularismo, pero hay que atreverse y no tener miedo. Ese mensaje del Papa perdurará”.
Decir, como pretende decir y dice la Amoris, que los que no están unidos por el vínculo sacramental del matrimonio indisoluble pueden comulgar manteniendo relaciones sexuales es una auténtica tomadura de pelo a los laicos y un fraude a los que están en pecado mortal, al engañarles diciéndoles que no están en pecado y que pueden comulgar. De esa manera Satanás se lleva muchas almas al infierno. Satanás está feliz con la Amoris Laetitia. Su próximo objetivo es la humana Vitae. Francisco ya ha nombrado una comisión para desvirtuarla y fomentar el pecado.
Cipriani es muy contradictorio. Un día dice que la ONU es el diablo con corbata y otro día se calla ante las declaraciones de un Sanchez Sorondo, a las órdenes de francisco, diciendo que la ONU y el vaticano coinciden en los objetivos. Es un falso, como el actual prelado del Opus Dei, que no se atreve a hablar de la lamentable situación de la Iglesia, a diferencia de san Josemaría Escrivá y sus tres campanadas, que aún resuenan en los oídos de tantos.
La comunión eclesial la rompe el error, la falsedad, la mentira, la ambigüedad, la herejía solapada, que es peor que la expresa y en todo eso tenemos un artista llamado Francisco, que se tiene que convertir pues, de otro modo, le espera el infierno, en el que no cree, pero lo puede estrenar.
Lamentable Cipriani, no queriendo ver lo que cualquiera con ojos ve. Es insufrible ver como el Opus Dei se arrodilla ante Bergoglio y su nefasta A. Letitia.
Echenique es que no enteras del acto moral. Si un matrimonio es nulo pero no se ha podido declarar la nulidad por problemas de una de las partes – vgr. ingreso en los Testigos de Jehová – un moralista puede evaluar las circunstanciaras y permitir que la parte afectada contraiga una nueva unión y comulgue.
Por lo demás, le haces flaco favor a la Iglesia con tu «ferocidad» doctrinal.
Si el juez del Tribunal de la Rota dictamina nulo un matrimonio, es nulo; si dictamina su validez: el matrimonio es rato y consumado. No hay otras opciones, gusten o no gusten a alguno de los cónyuges. La validez es intrínseca, juran su fidelidad ante Dios y para siempre libremente sin ninguna coacción.
En un matrimonio rato y consumado no existe el divorcio, sí existe la separación.
Ricardo, tú haces un flaco favor a la causa del Señor, con tus vaivenes y ambigüedades. Cristo es muy claro: Si dos se separan, y uno vuelve a casarse, comete adulterio. Más claro el agua. Toda esta odiosa ambigüedad no procede del Espíritu Santo, que es cristalino como el mismo Señor. Te recomiendo que leas la Palabra de Jesús plasmada en los Evangelios canónicos. Pide Luz para comprender, porque andas metido en luchas discursivas entre machitos, y eso no es más que pasión algo desatada. Reflexiona. Haz silencio en tu corazón y escucha a Dios. Sólo así lograrás ver claro.
Bien por el Cardenal Müller. Menudo tinglao tiene en su propia patria, que también es la mía, en parte.
Y ahora, el tiempo de los anti-célibes…
Gárgola:
En un matrimonio cristiano no está permitido el divorcio, pero el divorcio existe. ¿Por qué ese empeño en no querer reconocer la validez de los nuevos matrimonios de divorciados vueltos a casar por lo civil? El mismo Jesús dijo que comete adulterio el hombre que se DIVORCIA de su mujer y se CASA con otra. Además, sabemos que una vez que el hombre se ha divorciado, sería abominable a los ojos de Dios que vuelva a casarse con la mujer de la que se divorció, si esta ha estado después casada con otro (Deut 24,1-4).
Es por esto que yo, como ya he comentado en otras ocasiones, pienso que los divorciados vueltos a casar podrían recibir la absolución y la comunión, sin romper su nuevo matrimonio ni dejar de cumplir con el débito conyugal; siempre y cuando se arrepientan de su pecado y tengan el propósito de no volver a cometerlo. Por supuesto, también en este asunto, me atengo a lo que la Iglesia de Cristo tenga a bien atar o desatar por medio del legítimo sucesor de Pedro.
Felicitas te felicito por tus consejos que darán felicidad a otros pero no a mí. Cuando hay tanto pero tanto delirio contra Francisco no puedo menos que defender al Papa. Ahora te digo: quizás ya estés mirando las cosas fuera de la Iglesia católica al menos objetivamente en comunión con el Santa Padre se te ve floja. Claro tu tienes tu verdad de la cuál te Felicitas.
Ricardo, lo veo muy confundido. La Iglesia ejerce en libertad su misión a través de sus hijos, en especial, de los obispos. Eso es lo que hace S.S.Benedicto XVI, y también el cardenal Müller, dar razones de la fe. Algo que parece molestarle a los poderes del mundo, lo cual es comprensible, y a su querido sr. Bergoglio. Para soltar exabruptos en contra de la Esposa de Cristo el mercado mediático es muy amplio, no hace falta que venga aquí.
El canon 751no debe entenderse como que los fieles deben someterse, acríticamente, a todas y cada una de las enseñanzas del Pontífice sino solo cuando éstas estén, a su vez, conformes con la Biblia, la Tradición y el magisterio de la Iglesia. Por tanto, no hay que dar asentimiento a las enseñanzas de Francisco que, por ejemplo:
-apoyan dar la comunión a los que vivan en adulterio como marido y mujer1;
-apoyan la comunión de los protestantes en Iglesias católicas2;
-no llaman a la conversión a los sodomitas ni a los transexuales, aunque vayan acompañados de sus novias3;
-dice que las almas de los pecadores se aniquilan y no sufren el Infierno4;
-dice que todos iremos al Cielo5;
-llama conejas a las madres de familias numerosas6;
-une sus enseñanzas sobre cambio climático a las de la ONU, que son usadas por ésta para promover el aborto, la anticoncepción y la cultura de la muerte por todo el mundo7;
-apoya la emigración musulmana a Europa de manera indiscriminada, justo como la Fundación Soros y la ONU, para disolver lo poco que queda de católico en nuestras sociedades en una sociedad abierta y multicultural8;
-dice que la Virgen no es una santita a la que se le puedan pedir milagros9;
-niega los milagros de Cristo (como la multiplicación de los panes y los peces10) o el carácter todopoderoso de Dios en la creación del hombre11;
-nunca da ejemplo a los fieles porque nunca se arrodillaba ni se arrodilla en la consagración ni en la adoración eucarística12;
-considera que el comunismo enseña lo mismo que la Iglesia13;
-cree que la Virgen le echó en cara al Arcángel Gabriel que la hubiera engañado cuando vio a su Hijo en la Cruz14;
-alaba a Lutero, heresiarca15;
-habla erróneamente de los católicos y protestantes, diciendo que ninguna de las dos confesiones tenía la verdad sino que ambas son caras del mismo poliedro16;
-anima a una mujer luterana, Anke de Bernardinis, casada con un católico, ante su demanda de poder comulgar, a que lo hiciera, diciéndole “Vai avanti”17;
-justifica la herejía valdense (la diversidad, querida por el Espíritu Santo18;
-bromea con luteranos a los que les advertía que, antes, los católicos les quemábamos en la hoguera (omitiendo los miles de mártires que el protestantismo produjo en toda Europa19;
-expresa tajantemente que no es lícito convencer de tu fe a los demás20 (cuando BXVI avisó en 2014 que el diálogo no puede reemplazar la misión21)
-dio el visto bueno a que una plaza de Roma fuese dedicada a Martín Lutero22;
etc, etc,etc…
Sancho..estas mal interpretando el Antiguo Testamento… Jesus el Hijo de Dios vino para iluminar la AntiguaLey y restaurarla…Cristo dijo lo que Dios ha unido no lo separe el hombre…y esto esta explicado en el Catecismo de la Iglesia.
El vinculo matrimonial es indisoluble y la nueva union es una gran injusticia para el otro conyuge aun cuanso este ultimo este de acuerdo.
Por lo tanto…este es mi caso ….no hay que volverse a casar…con el conyuge divorciado…pues el matrimonio sacramental ..es suficiente…no hay que ir a la Iglesia y casarse de nuevo con el propio conyuge.
La nueva union civil es simple adulterio!
Ruego no borren mis comentarios o, si lo hacen, se motive.
Por tanto, el canon 751 que cita la Conferencia Episcopal Colombiana no debe entenderse como que los fieles deben someterse, acríticamente, a todas y cada una de las enseñanzas del Pontífice sino solo cuando éstas estén, a su vez, conformes con la Biblia, la Tradición y el magisterio de la Iglesia. Por tanto, no hay que dar asentimiento a las enseñanzas de Francisco que, por ejemplo:
-apoyan dar la comunión a los que vivan en adulterio como marido y mujer1;
-apoyan la comunión de los protestantes en Iglesias católicas2;
-no llaman a la conversión a los sodomitas ni a los transexuales, aunque vayan acompañados de sus novias3;
-dice que las almas de los pecadores se aniquilan y no sufren el Infierno4;
-dice que todos iremos al Cielo5;
-llama conejas a las madres de familias numerosas6;
-une sus enseñanzas sobre cambio climático a las de la ONU, que son usadas por ésta para promover el aborto, la anticoncepción y la cultura de la muerte por todo el mundo7;
-apoya la emigración musulmana a Europa de manera indiscriminada, justo como la Fundación Soros y la ONU, para disolver lo poco que queda de católico en nuestras sociedades en una sociedad abierta y multicultural8;
-dice que la Virgen no es una santita a la que se le puedan pedir milagros9;
-niega los milagros de Cristo (como la multiplicación de los panes y los peces10) o el carácter todopoderoso de Dios en la creación del hombre11;
-nunca da ejemplo a los fieles porque nunca se arrodillaba ni se arrodilla en la consagración ni en la adoración eucarística12;
-considera que el comunismo enseña lo mismo que la Iglesia13;
-cree que la Virgen le echó en cara al Arcángel Gabriel que la hubiera engañado cuando vio a su Hijo en la Cruz14;
-alaba a Lutero, heresiarca15;
-habla erróneamente de los católicos y protestantes, diciendo que ninguna de las dos confesiones tenía la verdad sino que ambas son caras del mismo poliedro16;
-anima a una mujer luterana, Anke de Bernardinis, casada con un católico, ante su demanda de poder comulgar, a que lo hiciera, diciéndole “Vai avanti”17;
-justifica la herejía valdense (la diversidad, querida por el Espíritu Santo18;
-bromea con luteranos a los que les advertía que, antes, los católicos les quemábamos en la hoguera (omitiendo los miles de mártires que el protestantismo produjo en toda Europa19;
-expresa tajantemente que no es lícito convencer de tu fe a los demás20 (cuando BXVI avisó en 2014 que el diálogo no puede reemplazar la misión21)
-dio el visto bueno a que una plaza de Roma fuese dedicada a Martín Lutero22;
etc, etc,etc…
Vaya, ya se ha vuelto a borrar. He faltado a la verdad ?
Ricardo, lo veo muy confundido. La Iglesia ejerce en libertad su misión a través de sus hijos, en especial, de los obispos. Eso es lo que hace S.S.Benedicto XVI, y también el cardenal Müller, dar razones de la fe. Algo que parece molestarle a los poderes del mundo, lo cual es comprensible, y también al sr. Bergoglio.
Ricardo: Parece que a Vd. le incomoda que Su Eminencia Müller sepa desenvolverse con soltura, lucidez y eficacia, en los media. Veo que contrapone la pastoral y la evangelización desde los medios, tema sobre el que hay documentos magisteriales, desde el Inter mirifica. El Papa Juan Pablo I dijo que si San Pablo viviese en nuestra época, sería periodista. Qué dirían Obispos tan preclaros como Monseñor Prohaska, Tihamer Toth, Fulton Shen, el actual Auxiliar de Los Ángeles, Monseñor Robert Barron?O es que toda la tarea pastoral debe reducirse a ser clérigos de Misa y olla con algún comentario en algún folletín del Opus?
Se ve clarísimo que el Opus tiene con Bergoglio un pacto de no agresión. Y hablando de adicción mediatica Su Santidad podría prender no sólo de de lucidez sino de la prudencia expresiva del Cardenal Müller cuando se expresa en los media.
Lapsus: aprender
Esta nueva iglesia de la misericorditis está muy claro que no quiere discusión alguna sobre la Amoris, el nuevo paradigma, como la llaman los misericordistas. Para evitarlo acude todos los días a la descalificación, el insulto y la persecución, dejándonos a los católicos a merced de los fundamentalismo laicista e islamista, al que se ha sumado gustoso el fundamentalismo misericordista, el más perseguidor de los católicos en estos momentos, con un Osservatore Romano y Civiltá Católica desquiciados, de los nervios.
Canali: Respeto su opinión . Sencillamente considero que un Cardenal que ha terminado su mandato lo mejor que puede hacer es dejar pasar un tiempo prolongado en silencio. Después que haga lo que se le dé la gana. Causa la impresión de un cierto resentimiento por haber perdido el cargo y ahora estar en el llano. Parece un político mas que un Cardenal de la Iglesia Católica. Por lo demás, este buen aleman está lejísimo del carisma y humor de Fulton Sheen quien se dedicaba a catequizar y no a hacer política en la corte vaticana. Como diría Gila son amores distintos
Gracias Cardenal Muller por su honestidad…Usted tieme toda la autoridad miral para profesar la fe…fue nombrado por Benedicto XVI…y ahora con todas las reformas estructurales…contra la Doctrina de Cristo Ud. Debe hablar mas claro y mas alto para guiar a tantis sacerdotes y Obispos qye estan confudidos.
El que haya tan dispares opiniones consolida la Verdad de que Dios hizo Libre a los seres humanos y que no hay nada mas «anticristiano» que romper la unidad eclesial en aras de una opinión que pretenda ser superior e imponerse a las demás.
Muy bien, lástima que cuando tuvo la autoridad no fue tan claro.
¿Y en qué consiste la «unidad» eclesial si cada uno es libre de creer y decir lo que se le antoje? Ah, ya sé, en que no se es libre de profesar la fe ortodoxa y hay que someterse obligatoriamente al error. Orwell al cuadrado.