Desde Ginebra, el relator especial de la ONU para la tortura y tratos inhumanos, Juan Méndez, ha señalado que la negación del aborto constituye un trato cruel contra la humanidad y una forma de tortura. Méndez ha defendido que “las prácticas discriminatorias hacia la mujer como las trabas burocráticas para acceder al aborto, la mutilación genital femenina, la esterilización o el aborto forzado no garantizan los derechos de las mujeres y se pueden clasificar como tortura”.
Asimismo, el miembro de la organización ha dicho que las leyes en contra del aborto son directamente responsables del «hacinamiento en las cárceles» y del «tremendo y duradero sufrimiento físico y emocional al que las mujeres y niñas son sometidas por la humillación y por aquellos que las juzgan».