En defensa del Papa

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Desde aquella tarde de marzo en la que el Cardenal Tauran entonó, visiblemente afectado por el Parkinson, el Habemus Papam, muchas cosas han cambiado en la percepción que el mundo tiene del Papado. No estábamos acostumbrados a ver a la prensa secular, esa que había vomitado sobre la agonía de San Juan Pablo II y hurgado en la infancia de Benedicto XVI, hablar del Papa con reverencia filial, nombrarle hombre del año y dar cada semana el titular de portada a sus palabras.

Este entusiasmo de ámbitos ajenos a la Iglesia con el Papa ha generado una cierta suspicacia en los católicos “de toda la vida”, que a pesar de lo fácil que resulta hoy en día acceder directamente a sus catequesis, cartas, homilías o discursos, siguen conociendo al Papa a través de los medios generalistas, perdiéndose así la miel de su palabras y viendo a un Francisco pasado por el tamiz interesado de quienes quieren arrimar el ascua pontificia a su sardina.  ¡Cuántas señoras de Misa diaria están aterradas por un Papa comunista, que abraza a los Castro y recibe a un transexual con su pareja y se pregunta quién es para juzgar a un gay?

29 de julio de 2013, a 30.000 pies sobre el Atlántico, después de ocho días de viaje por Brasil, y de haberse encontrado con millones de personas, los periodistas preguntan a un hombre de 76 años por el lobby gay y su presencia en la curia vaticana. Con el ruido de fondo que provocan los motores del Airbus que les lleva de vuelta a casa, los periodistas sólo aciertan a oír una frase entrecortada: “Si una persona es gay,…, ¿quién soy yo para juzgarle?”. Ya tienen el titular. Mañana los periódicos de todo el mundo abrirán con el cambio del nuevo Papa, que no condena la conducta homosexual. Si acudimos a medios serios y leemos las palabras del Papa, la respuesta es muy clara: “Cuando uno se encuentra con una persona así, debe distinguir el hecho de ser una persona gay y el hecho de hacer un lobby. Los lobbies no son buenos, pero si una persona es gay, y busca al Señor, y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarle?”.

Quien vea su fe tambalear por si el Papa ha dicho esto, lo otro, no tiene ya excusa: en INFOVATICANA siempre va a tener referenciadas las palabras íntegras, donde seguro que las cosas no son lo que parecen, y sobre todo piense que, casi siempre, lo perfecto es enemigo de lo bueno.

Articulo publicado por Gabriel Ariza en la Revista Chesterton del mes de noviembre