Demetrio Fernández es uno de esos obispos que hacen de obispo: Dedica 4 días para cada parroquia durante la visita pastoral, vive prácticamente en el seminario y conoce perfectamente a todos sus seminaristas. Hoy nos acompaña para hablar de su vocación al sacerdocio, de su relación con Benedicto XVI, de la vida en la diócesis de Córdoba y de la situación de España, entre otros muchos temas.
Buenos días don Demetrio, ¿podría contarnos cómo surgió su vocación al sacerdocio?
Yo sentí la llamada al sacerdocio cuando era niño y me presenté ante el párroco de mi pueblo y le dije que quería ser como él, que quería ser cura, y él me preparó para el seminario menor y me fui al seminario menor y de ahí me fui al seminario mayor. En Talavera de la Reina, en Toledo, y la teología la cursé en Palencia.
¿Cómo es su día a día como obispo de Córdoba?
Atendiendo las múltiples necesidades que la diócesis requiere. Por una parte está como capitulo fundamental la visita pastoral: visitar una por una todas las parroquias, y visitarlas detenidamente (yo dedico 4 días para cada parroquia y son 232), ya voy por el cuarto año y espero terminar en 5 años. Otros 3 días estoy en las oficinas del obispado para recibir visitas, tener consejo de gobierno y de asuntos económicos, colegio de consultores… lo que son las instituciones diocesanas, y para atender lo que hay que despachar de cartas, documentos, etc… Paso la semana parte en el despacho y la mayor parte, a pie de parroquia.
¿Con qué frecuencia habla personalmente con cada uno de sus seminaristas?
Yo vivo prácticamente en el mismo seminario, en un apartamento independiente, pero yo me acerco al seminario cunado me parece, a la hora de comer, de cenar, a rezar… y a los seminaristas los voy llamando de manera continua, con lo que un seminarista tiene acceso al obispo de Córdoba como en una familia. Puede hablar con él cuando quiera o porque ellos lo piden o porque yo lo pido, y por supuesto al año tengo más de una conversación larga con cada uno de ellos más de una vez, sobre su situación personal, familiar, vocacional, pastoral, de estudios… o sea que tengo un trato muy familiar y cercano con cada uno de ellos y luego institucionalmente en los momentos más solemnes.
¿Cómo trata de fomentar en su diócesis una mayor participación de los laicos en la vida de la Iglesia?
Para eso hay cauces instituidos como el consejo diocesano de laicos donde están representadas todas las instituciones y movimientos de la territorialidad de la diócesis, unos 50 laicos que representan a toda la diócesis nos reunimos dos veces al año. Además la permanente de este consejo diocesano de laicos forma parte del consejo diocesano de pastoral, donde están sacerdotes, religiosos y sobre todo laicos: de los 50 del consejo de pastoral unos 30 son laicos. Después está también cada entidad, cada movimiento, cada grupo. En la visita pastoral el obispo se reúne con los grupos de apostolado y de seglares que están en torno a cada parroquia. Hay una cercanía en la que el obispo alienta y estimula el papel de los laicos que hay en esta diócesis de Córdoba, que gracias a Dios hay muchísimos, y al obispo le corresponde articular unos con otros para las tareas comunes.
¿Cómo se prepara una homilía?
Normalmente con el camino de la Lectio Divina: se trata de tomar la palabra de Dios, de rezar con ella, de rumiarla, de volverla a tomar al día siguiente, en varias ocasiones a lo largo de la semana… tomo el Evangelio, el misal ,las Lecturas, que siempre son relativas al Evangelio, y luego circunstancias que voy viendo, ya que la palabra de Dios ilumina nuestra historia concreta de cada día. Pero fundamentalmente la homilía la preparo en clima de oración y por el camino de la Lectio Divina.
¿A qué santos tiene especial devoción y por qué?
A San Juan de Ávila, patrono del clero secular y al que he tenido devoción desde niño. Además ahora me toca ser obispo de la diócesis de la que fue presbítero (fue clericus cordubensis porque estuvo incardinado en esta diócesis durante todo su ministerio sacerdotal), me inspira mucho y me estimula y además el papa lo ha proclamado Doctor de la Iglesia y esto ha sido un motivo de gozo para la diócesis de Córdoba y para la Iglesia universal. Santa Teresa de Jesús siempre me ha inspirado en su arrojo en su audacia en su gracejo castellano, en su doctrina por supuesto. La conocí también desde jovencito y le tengo mucha afición y somos buenos amigos y la leo con mucha frecuencia. Lo mismo San Juan de la Cruz y toda su doctrina espiritual. También hay santos más cercanos desde el punto de vista vital: me siento muy amigo de Santa Ángela de la Cruz, fundadora de las hermanas de la Cruz, que aquí en Andalucía tienen una presencia muy fuerte y son Evangelio puro en vivencia de la fe y de la Caridad y en penitencia a los demás, especialmente a los pobres. En esa misma línea veo a la Beata Teresa de Calcuta, me han inspirado mucho desde el punto de vista contemplativo Carlos de Foucauld y Santa Teresita del niño Jesús. En general todos los santos porque los santos son amigos: un cristiano pertenece a la familia de los santos, y el hecho de conocer a cada uno en distintos momentos a lo largo del año litúrgico o cuando son glorificados en beatificaciones o canonizaciones me resulta muy familiar. Santos hay tantos y tantos y me llevo muy bien con ellos.
¿Cómo definiría en pocas palabras a Benedicto XVI, a quien tuvo la oportunidad de conocer?
Le saludé en muchas ocasiones. A mí me parece que tiene la sabiduría de un Doctor de la Iglesia y la humildad de un santo. Es capaz, con palabras que todo el mundo entiende, de explicar lo más profundo en misterios de la fe. Esto lo ha hecho durante sus 8 años de pontificado. Leerle es una delicia, escucharle es una delicia, tener conversaciones con él, aun en su aparente timidez, era una delicia. Me he sentido muy a gusto con él y creo que ha sido un gran regalo para la Iglesia. Insisto, de la altura de un Doctor de la Iglesia porque aparte de ser un gran teólogo es un gran maestro, con la sabiduría que viene de Dios.
Y por seguir con los papas ¿Qué le sugiere el Papa Francisco?
A nivel personal cuando ha venido a dar ejercicios a los obispos hice ejercicios con él y me pareció un jesuita integral, un hombre que ha asimilado muy bien el espíritu de San Ignacio de Loyola, de los ejercicios espirituales, el discernimiento… Un hombre muy afable en el trato, muy firme en su genio y carácter. Además nos ha sorprendido con el nombre elegido, Francisco, para hacer presente a San Francisco de Asís y su amor a la Iglesia y en la reforma de la Iglesia desde dentro, su pobreza, su amor a la creación. He tenido ocasión de saludarle en algunas ocasiones cuando he ido a Roma porque él se acerca a nosotros, a los obispos en este caso, y nos saluda y pregunta “¿de dónde eres?”, “¿qué haces?” y en eso es muy cercano.
¿Puede un católico votar a un partido que no defienda explícitamente los Principios no negociables definidos por Benedicto XVI?
El Papa Benedicto no ha definido los principios, sólo ha afirmado que hay principios no negociables, pero hay personas que ven cuales son, otros cuáles no son. Lo que yo te diría en este punto es que muchas veces los católicos no nos sentimos suficientemente representados por los partidos políticos que están en el arco parlamentario, y es lo que palpo y veo en muchos fieles católicos, o porque tales partidos no son capaces de acoger la propuesta cristiana o porque por la razón que sea ceden ante tal o cual situación coyuntural, y un cristiano sabe que tiene que ser fiel a la verdad más que nada, y la verdad nos viene dada, no es algo que yo me invento ni es algo que yo consensúo o que yo atenúo, la verdad o la coges o la rechazas no puedes andar con medias tintas. Todos estamos en camino de llegar a la plenitud, ninguno la tiene en plenitud pero se nos ha dado ya esa Verdad en Jesucristo, que ilumina el misterio del hombre y de lo ya adquirido y de lo ya alcanzado yo no puedo abdicar.
¿Cree que los medios de comunicación de la Iglesia en España actuan actualmente como portavoces honestos de la defensa de estos principios?
Esa generalización no lo sé, hay medios que sí que los transmiten, hay medios que no los transmiten y hay medios que medio-medio. No se puede generalizar, yo no haría una afirmación tan rotunda, pero los medios de comunicación de la Iglesia están para promulgar y proclamar la doctrina de la Iglesia.
Solemos preguntar a nuestros entrevistados dónde van las almas de los niños cuando son abortados, el otro día, por ejemplo, don Mario Iceta nos decía que reciben un Bautismo de Sangre. ¿Usted qué diría?
Los niños en general que mueren sin ser bautizados, tanto los abortados como los que mueren de muerte natural antes de nacer o después de nacer sin ser bautizados, la Iglesia nos enseña que son acogidos por la misericordia de Dios puesto que han sido creados para el cielo. Yo no subrayaría el aspecto del bautismo de sangre, porque ese se aplica a los mártires en sentido estricto, yo aplicaría la doctrina general de que el niño que muere no bautizado es acogido en el seno de Dios por la misericordia de Dios y por la solidaridad y la oración cristiana de la Iglesia.
¿Cree que la unidad de España es un bien moral?
Sin duda. La unidad de España, ya lo hemos dicho los obispos y no es una cuestión de juicio personal, los obispos españoles en los últimos diez años hemos repetido una y otra vez que la unidad de España es un bien moral. No sólo es un bien de tipo social, político, sino un bien moral, porque tenemos una historia común y esa historia es un bien y una gracia de Dios para todos los que componemos el estado español. Luego esto se pude articular de mil maneras, ahí vienen las formas políticas concretas y eso se lo dejamos a los políticos, que ellos vean como se articula esta unidad, pero la unidad de España, como podríamos decir la unidad de Europa, es un Bien Moral. Europa por ejemplo ha dado al mundo entero toda la cultura, la civilización y la religión, y España tiene una unidad moral que sin duda es un gran valor moral.
¿Hay algún movimiento, institución u orden religiosa de la Iglesia que le guste especialmente? ¿Pertenece a alguno?
No, yo soy sacerdote diocesano y mi pertenencia es la Iglesia en la diócesis, y he vivido y me he nutrido en lo que la Iglesia me da, que es mucho. También a través de muchos carismas que suscita pero no pertenezco propiamente a ninguno, ni a grupos ni movimientos, pertenezco a la Iglesia, que es lo más que puedo pertenecer.
Usted ha sido uno de los obispos que más duramente ha sufrido el acoso de grupos intolerantes, en concreto por su defensa de la familia, de la vida y del papel de la mujer en la Iglesia ¿Por qué hay ciertos temas sobre los que hoy no se puede alzar la voz libremente en España?
Tú lo has calificado de intolerantes, será por eso… Yo no le presto demasiada atención, creo que el que anuncia el Evangelio debe anunciarlo aplicándolo a las situaciones concretas que se viven y lo hará con más o con menos acierto, y no siempre las palabras que a uno se le ocurren son las más acertadas. Nunca he pretendido herir a nadie, no faltaba más, por eso al anunciar el Evangelio hay que procurar hacerlo con palabras que no hieran, pero bueno Jesucristo también habló y era Dios hecho hombre y muchas veces se revolvían contra Él. No sabemos hasta donde llega lo que uno tiene que mejorar y hasta donde llega que el Evangelio es sal, que escuece. Lo que uno procura es hacerlo lo mejor posible y el Evangelio aunque a veces escuece es un escozor que sana.
¿Qué parte de responsabilidad tiene la iglesia en la crisis de fe que se vive en Occidente?
Vivir como cristianos y como católicos es la misión que Cristo nos ha encomendado, cada uno en el papel donde está. Nuestro público no son ni las encuestas ni los votos, sino Dios, a quien tenemos que ser fieles y desde ahí lógicamente si uno es fiel hará feliz a su esposa y a sus hijos, y hará que su familia sea una familia cristiana y si un presbítero es fiel cumplirá su ministerio agradando a Dios y sirviendo a los hombres, y si un obispo es fiel, pues igual… Lo que tenemos que hacer es ser fieles a la vocación que cada uno ha recibido sabiendo que es Dios nuestro público y no los votos ni los periódicos ni los aplausos de la gente.
¿Cuál es su lema episcopal y por qué lo eligió?
“Ecce Venio”, que es un texto de la Carta a los Hebreos, y que son palabras de Jesucristo al entrar en este mundo, que dijo “He aquí que vengo para hacer tu voluntad”. Me parece que es una actitud de la que quisiera beber cada día para estar disponible cada día a lo que Dios va diciéndome en mi vida. Esa actitud de Cristo es una actitud sacerdotal, una actitud de ofrenda, sacrificada y de solidaridad con todos los hombres. Es una actitud en la cual Jesús al hacer esa ofrenda de su propia vida, ese instante de su existencia como hombre es simultáneo al de la Anunciación, y en ese momento le contagia a María en el mismo momento que dice ella “He aquí la esclava del señor, hágase en mi según tu palabra”, en ese momento que María dice eso Jesús dice “Aquí estoy Señor para hacer tu Voluntad” y Jesús y María quedan en ese instante cronológico unidos para siempre. Instante en el cual la historia se parte en dos: antes y después de Jesucristo. Es curioso que esas palabras, siendo de Jesucristo, sean las mismas que pronuncia María, porque sus corazones están al unísono en ese instante preciso de la historia.
¿Qué cambiaría de la Iglesia?
Lo primero de todo cambiar yo, como decía la Beata Teresa de Calcuta, y luego muchas cosas, porque todo lo que hay es caduco o reformable, pero la Iglesia es lo único que Jesucristo nos ha instituido y es permanente y perpetuo, pero no me dedico a reformar y hacer proclamas sobre lo que hay que reformar de la Iglesia porque tengo bastante conmigo y preocuparme por ir transformándome yo transformar lo que esté a mi alcance y yo pueda impulsar.
¿Qué libros está leyendo ahora?
Varios, tengo normalmente los escritos sacerdotales de San Juan de Ávila, algunos documentos del magisterio de la Iglesia que me parecen especialmente importantes, y otros libros de literatura que siempre tiene uno a mano.
Por concluir: ¿Qué le gustaría trasmitir a sus fieles en una sola idea central?
“Sepan todos que nuestro Dios es Amor”, que es una frase de San Juan de Ávila.
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Maginifica entrevista!! enhorabuena!!
Este obispo está fuera de combate. Vacas que rumian. Totalitarios sin norte. Ambiciosos sin futuro. Una pena. Infumable como referencia de pastor y del ejercicio de la caridad en la Iglesia.
¡¡¡¡¡ de los mejores obispos de España !!!!!
tradición dijo:
14/09/2013 en 17:53
D. Demetrio, antes de contestar, contra lo que afirmó Monseñor Iceta, respecto a los inocentes abortados, que «yo no subrayaría el aspecto del bautismo de sangre, porque ese se aplica a los mártires en sentido estricto, yo aplicaría la doctrina general de que el niño que muere no bautizado es acogido en el seno de Dios por la misericordia de Dios y por la solidaridad y la oración cristiana de la Iglesia», tal vez debería Vd. leer lo que recogía un documentado lector en otro blog: <>. Debe subrayarse, por tanto, que los niños abortados son solidarios con los Santos Inocentes en virtud de la especial forma de bautismo (¿y qué otra es esta sino el de sangre, pues pagaron con su vida?) que la misericordia del Señor les ha otorgado.
tradición dijo:
14/09/2013 en 17:53
Dentro de debe leerse:
Lo afirmado por Mons. Iceta está en sintonía con lo afirmado por la Comisión Teológica Internacional en 2007 “la esperanza de salvación para los niños que mueren sin bautismo”. Número 88b: “Algunos de los niños que sufren y mueren son víctimas de la violencia. En su caso, teniendo como referencia el ejemplo de los Santos Inocentes, podemos descubrir una analogía con el bautismo de sangre que otorga la salvación. Aunque de un modo inconsciente, los Santos Inocentes sufrieron y murieron por Cristo; sus verdugos trataban de matar al Niño Jesús. Como los que quitaron la vida a los Santos Inocentes estaban motivados por el miedo y el egoísmo, igualmente la vida de los niños de hoy, de manera especial los que están todavía en el seno materno, con frecuencia se encuentra amenazada por el miedo o el egoísmo de otros. En este sentido, se encuentran en solidaridad con los santos Inocentes. Más todavía, se encuentran en una situación de solidaridad con Cristo, que ha dicho: «En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40). Es vital para la Iglesia proclamar la esperanza y la generosidad que son intrínsecas al Evangelio y esenciales para la protección de la vida.
Menos mal que esta vez no se ha metido con quien todos sabemos.Agradecido D.Demetrio.
Es que es homofogo
Va siendo hora de que dejemos de ser intolerantes y aceptemos la única Verdad que se nos ha propuesto y a la que hemos de adherirnos. Nos duele la Verdad y nos cuenta reconocer lo positivo de los demás porque esta actitud es fruto de la soberbia original que llevamos dentro sin controlar. Aseguro
Es un gran obispo. Córdoba, y antes Tarazona, han tenido mucha suerte con él. Gracias a Dios ahora hay bastantes obispos muy buenos.
La Iglesia está mundanizada-endemoniada. Con independencia de la categoría pastoral de este obispo, valga la expresión, que no pongo en solfa; y que incluso alabara…
Y lo está, mundanizada-endemoniada, por una causa que ya uno empieza a estar cansado de señalar. A saber: porque el espíritu mundano y las asechanzas del Maligno han ido reemplazando la fidelidad a Cristo, a su Iglesia: Evangelio, Tradición, magisterio.
Por eso, puedes ser burócrata antimilitante (o sea, ciudadano o ciudadana políticamente correctos, a juego con la mentalidad descristianizada imperante), tibio en la vivencia de la fe («A los tibios vomitaré de mi boca», dice el Señor), mundanizante (o lo que es lo mismo, secularista, laicista), arribista (es decir, trepa, carrerista) y antinatalista de mentalidad neoburguesa, y aun así vivir en lo profesional de la Iglesia.
El que esto suceda en la Iglesia «a lo bestia» en los tiempos que corren, es una ignominia que no arregla ni el buen nivel episcopal -seguimos suponiendo o afirmando que así en efecto es- de obispos como monseñor Demetrio. Y como resulta que de tanto quejarse uno de esta realidad de hipocresía, incoherencia, nepotismo y mundanización eclesiales te lleva casi inevitablemente a que te cataloguen algunos de resentido, envidioso, odiador, cátaro, fanático y fundamentalista enemigo de la Iglesia…
De modo que yo mismo experimento un sentimiento agridulce ante el testimonio de -sigamos suponiendo y afirmando que es un buen obispo- un pastor como D. Demetrio. Buen pastor, sí, vale, bendito sea Dios (¡y ojalá hubiera muchos más como él y hasta mejores!), pero la Iglesia católica en España azotada por la más patética de las mediocridades… La Iglesia universal asechada por el Maligno a tope, hasta el fondo,
En fin: el drama de esta Iglesia mundanizada, endemoniada, descatolicida. De modo que bendito sea Dios por obispos como D. Demetrio, o como monseñor Munilla o monseñor Iceta, también entrevistados para «Infovaticana». Y también bendito Dios en la acción santificante de su Espíritu por las buenas vocaciones sacerdotales, religiosas, por los santos matrimonios cristianos sensibles a la espiritualidad conyugal, la caridad cristiana y la pasión por la justicia, y la acogida generosa de los hijos como don de Dios que son.