Hecho pontificio insólito: No se celebrará la acostumbrada reunión del Papa con los cardenales presentes en Roma

Hecho pontificio insólito: No se celebrará la acostumbrada reunión del Papa con los cardenales presentes en Roma

concistoro

Lo refiere Marco Tosatti:

http://www.marcotosatti.com/2016/11/17/uno-strano-concistoro-senza-incontro-con-i-cardinali-di-tutto-il-mondo-per-non-rispondere-ai-dubia/

Y aventura que no se atreve a enfrentarse ante el Sacro Colegio a alguna pregunta sobre los cinco dubia que los cuatro cardenales, dos alemanes, un italiano y un norteamericano han hecho públicos con enorme resonancia mediática y eclesial. Y además cuatro figuras relevantísimas de la Iglesia. No se trata de cardenales florero en los que raspas un poco y no encuentras nada detrás. Y el Papa sabe perfectamente que no están solos. Que hay bastantes más que sostienen lo mismo.

Con lo que se ha producido un escándalo monumental en la Iglesia cuya salida no se atreve a asegurar nadie. Y el escándalo no está en las preguntas sino en que se haya dado lugar a las mismas. La historia nos refiere admoniciones a Papas. Desde la famosísima de Pablo a Pedro. Cierto que en muchos siglos pasaron a ser desconocidas porque los Papas personificaban la más clara expresión de la fe y la moral. ¿Hoy ocurre lo mismo? ¿O es eso lo que le reclaman?

Sería demoledor para la Iglesia rechazar su doctrina multisecular y apoyada en la palabra de Dios. ¿Lo puede hacer un Papa? ¿Desautorizando a todos los que le precedieron y al mismo Cristo? ¿Tendría algún valor eclesial hacerlo? ¿No se daría lugar a una ruptura de incalculables consecuencias? El Papa parece saberlo y navega, de momento, en el sí pero no o algo similar. Rehuir la reunión con el Sacro Colegio parece confirmar esto. Y en cierto modo parece también un signo de debilidad. O no se atreve o no quiere atreverse.

Personalmente me alegro de ello porque me espantaría que pusiera las cartas boca arriba siempre en el caso de que esas cartas existan. Pero desgraciadamente hasta es posible que pudieran existir.

Hasta ahora los valedores de ellas, y repito que siempre que las haya, son lo más fronterizo de la Iglesia. Cardenales incluidos.  Y sobre todo mindundis de tres al cuarto. Uno de los más belicosos responde al nombre de Paja. Apropiadísimo. En su sentido propio y hasta en el figurado.

Luego está el número infinito de los necios. En el que la Paja, en los dos sentidos, también está incurso. Lo que vale es el espíritu y no la ley. ¿Tampoco la Ley de Dios? La pretendida misericordia sobre la verdad. Aunque sea Verdad de Dios.

Ya lo de entrar en estupideces como la capa magna de un cardenal, vestidura establecida por la Iglesia y no capricho de un cardenal que elige modelitos cual novia para su boda, me parece tan de cretinos que no vale la pena profundizar más. Son los mismos que aborrecen las casullas, las mitras, los hábitos, la sotana y el clergyman. ¿Piensa alguien que el Papa tendrá la menor consideración en el mundo si las misas en San Pedro o en su plaza las dijera en vaqueros y con una camisa de cuadros, eso sí, con una estola arco iris sobre la camisa?

Estamos ante unos momentos eclesiales muy críticos en los que se impone redoblar la oración por la Iglesia. Qué el Señor la tenga de su mano porque a no pocos se nos ocurre aquello del Sálvanos porque perecemos. Tal vez porque tengamos poca fe. Pero sólo Él tiene palabras de vida eterna. Las de los demás sólo lo serán si coinciden con las de Él. No sus ocurrencias personales.

 

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