León I, el Magno León que frenó a los bárbaros

Benedicto XVI León Magno

El recién elegido Papa León XIV, anteriormente el cardenal Robert Prevost, ha escogido un nombre cargado de historia. Nada menos que trece papas le precedieron con ese nombre, muchos de ellos en tiempos convulsos, y varios dignos de figurar entre los grandes pastores de la Iglesia.

Durante los próximos trece domingos, en esta serie titulada Los Leones de la Iglesia, recordaremos a esos trece predecesores. No para una mera contemplación arqueológica, sino para descubrir qué enseñanzas vivas podemos heredar hoy de su ejemplo, en un momento en que la Iglesia necesita claridad, firmeza y esperanza.


El Papa que enfrentó a Atila… y lo detuvo

San León I, llamado posteriormente Magno, gobernó la Iglesia entre los años 440 y 461, en un periodo crítico para el mundo antiguo. El Imperio romano de Occidente estaba en descomposición, las invasiones bárbaras devastaban ciudades, y la autoridad civil se mostraba cada vez más impotente. En ese contexto, la figura del Papa se alzó como único poder moral y efectivo en defensa de Roma y de la fe.

El episodio más recordado de su pontificado tuvo lugar en el año 452, cuando Atila el Huno, tras arrasar el norte de Italia, se dirigía hacia Roma. El emperador Valentiniano III no fue quien se presentó ante él, sino el Papa. León salió a su encuentro en Mantua, acompañado solo por delegados imperiales y eclesiásticos.

El resultado fue insólito: Atila dio media vuelta y abandonó Italia. Las crónicas relatan que el Papa logró doblegar su ánimo, no mediante amenazas, sino por la majestad y autoridad espiritual que emanaban de su persona. La tradición afirma que los apóstoles Pedro y Pablo se aparecieron a su lado durante el encuentro, lo que infundió temor en el invasor.

Este acto no fue aislado. Tres años después, en el 455, cuando los vándalos de Genserico saquearon Roma, León se presentó ante ellos y consiguió que perdonaran la vida a los habitantes y respetaran muchas iglesias, evitando una destrucción completa.


Pastor, teólogo y Doctor de la Iglesia

San León no fue solo un defensor de Roma: fue también uno de los grandes teólogos de la antigüedad cristiana. Su Carta a Flaviano, patriarca de Constantinopla, leída en el Concilio de Calcedonia (451), fue acogida con aclamaciones: Pedro ha hablado por boca de León. En ella se definía con precisión la doctrina cristológica: Cristo verdadero Dios y verdadero hombre, en dos naturalezas unidas sin confusión ni división. Esta fórmula se convirtió en piedra angular de la ortodoxia cristiana.

León reformó también la liturgia, promoviendo la solemnidad del culto, e insistió en la primacía del obispo de Roma como sucesor de Pedro. Sus sermones y cartas muestran un dominio admirable de la Sagrada Escritura, de la tradición y de la lengua, y por ello fue declarado Doctor de la Iglesia.


Lo que nos dice hoy San León Magno

En cada uno de estos artículos, queremos cerrar con una mirada actual. León Magno fue un Papa que defendió a la Iglesia con autoridad espiritual en medio del caos, que supo mantener la fe intacta frente a doctrinas desviadas, y que asumió la responsabilidad de proteger no solo a los cristianos, sino a toda la civilización naciente.

Cuando Atila se acercó a Roma, no le organizó un sínodo de escucha ni pidió a los romanos que lo acogieran, integraran y promovieran. Lo enfrentó, en nombre de la fe, con dignidad y sin ambigüedad.

En tiempos en que muchos confunden la caridad con la rendición y la misericordia con la renuncia a la verdad, León XIV tiene ante sí el desafío de heredar esa claridad, ese coraje y esa fidelidad que hicieron de León Magno un verdadero padre de la Iglesia y defensor de Roma.


Texto completo de la Carta a Flaviano (en latín y español):
https://www.vatican.va/content/leo-i/en/letters/documents/hf_l-i_lett-028_flavianus.html