El Papa reafirma el valor del testimonio martirial en su segundo Regina Coeli

Papa León XIV: testimonio martirial y Espíritu Santo

Roma, 25 de mayo de 2025 – En su segunda intervención pública durante el rezo del Regina Coeli, el Papa León XIV pronunció un mensaje de gran profundidad teológica y fuerte arraigo en la tradición doctrinal de la Iglesia, centrado en el don del Espíritu Santo, la inhabitación divina en el alma del creyente y el testimonio valiente de los mártires.

El Espíritu Santo y la dignidad humana

Aunque soy frágil, el Señor no se avergüenza de mi humanidad, al contrario, viene a habitar dentro de mí, afirmó el Santo Padre, en una línea coherente con la antropología cristiana, que reconoce la dignidad de la persona redimida por Cristo y elevada por la gracia. En sus palabras, el Papa recordó que el Espíritu Santo convierte al cristiano en templo de Dios, iluminando la inteligencia y guiando la voluntad, según la doctrina constante del Magisterio sobre la inhabitación trinitaria.

Al comentar el Evangelio del domingo (cf. Jn 14,23-29), el Pontífice subrayó que la paz verdadera nace de la permanencia en el amor de Cristo:

Si permanecemos en su amor, Él mismo hace morada en nosotros.

Con este enfoque, reafirmó la centralidad del amor a la Palabra de Dios como vía para la unión con el Padre y el Hijo, en plena continuidad con San Juan y los Padres de la Iglesia.

El testimonio martirial de Stanislaus Kostka Streich

En la alocución posterior al rezo mariano, León XIV destacó con fuerza el testimonio del nuevo beato polaco Stanislaus Kostka Streich, sacerdote asesinado por odio a la fe en 1938. Su beatificación, recordó el Papa, debe animar a los sacerdotes a gastarse generosamente por el Evangelio y por los hermanos. Esta mención se enmarca en una defensa clara del testimonio público de la fe frente a ideologías anticristianas como el comunismo. La vida de los mártires siempre ha sido un pilar en la historia de la Iglesia.

Oración por la Iglesia en China y el legado de Laudato si

También recordó la Jornada de oración por la Iglesia en China, instituida por Benedicto XVI, mostrando una explícita continuidad con el magisterio de sus predecesores. Exhortó a orar por la fidelidad y la comunión de los católicos chinos con la Iglesia universal, pidiendo a la Virgen María, Auxilio de los Cristianos, que les obtenga fortaleza en medio de las pruebas.

León XIV concluyó su intervención con una súplica por los pueblos que sufren a causa de la guerra y un recuerdo del décimo aniversario de Laudato si, destacando su impacto sin desviarse del núcleo cristocéntrico de su mensaje pastoral.

En sus saludos finales, mostró cercanía con numerosos grupos de fieles, entre ellos los peregrinos de Valencia, reafirmando una Iglesia que es una, santa, católica y apostólica, abierta a todos los pueblos pero anclada en la fidelidad a la verdad revelada.