Obispos españoles se deshacen en elogios hacia Francisco por su pontificado: sinodalidad, inmigración, ecologismo y acogida a homosexuales

Obispos españoles se deshacen en elogios hacia Francisco por su pontificado: sinodalidad, inmigración, ecologismo y acogida a homosexuales

Numerosos obispos españoles han dedicado sus cartas pastorales de esta última semana para despedir al Papa Francisco.

Como nuestros lectores sabrán, la originalidad de nuestros prelados no es su fuerte y se han limitado a ensalzar precisamente los puntos más marginales y polémicos del pontificado del Papa Francisco como su defensa acérrima de la inmigración, su apuesta por la sinodalidad o su llamado a la ‘conversión’ ecológica.

Quien no ha faltado para rendirle pleitesía ha sido el reputadísimo canonista José Antonio Satué quien alaba «las benditas manías de Francisco». El obispo de Teruel recuerda en su misiva  algunas de las “manías” del Pontífice argentino. «¡Cuántas veces repitió “todos, todos, todos”! y confirmó este deseo con decisiones y gestos, como la convocatoria del Sínodo sobre la sinodalidad, el nombramiento de mujeres para cargos de responsabilidad en la Iglesia y la posibilidad de bendecir a parejas en situaciones irregulares. Esta “manía” del papa Francisco encontró el mismo rechazo que sufrió Jesús hace 2000 años, de quienes, teniéndose por justos, despreciaban a los demás», escribe Satué.

El juez del ‘Caso Gaztelueta’ también señala la “manía” de Francisco «por la normalidad» ya que «renunció a los zapatos rojos, tradicionalmente usados por sus predecesores, y se atrevió a vestir el poncho con el que apareció hace pocos días en la basílica de San Pedro».

El progresista obispo de San Feliu de Llobregat, Xabier Gómez, ha publicado una carta centrada en la predilección de Francisco por los inmigrantes. Para este obispo, «sus doce años de servicio y magisterio han iniciado la llamada a poner a la Iglesia en estado permanente de misión, en salida sinodal».

Gómez también incide en que «en una Iglesia hospital de campaña, Iglesia que se mira en el icono del buen samaritano y de la mujer samaritana, Francisco propuso el fenómeno de las migraciones como el “signo de los tiempos”, de nuestro tiempo. Y no se equivocó».

El que fuera responsable de la pastoral de migrantes en la CEE también resalta que «para el papa Francisco los migrantes y refugiados fueron prioridad, porque en ellos encontramos al Señor y porque con ellas y ellos aprendíamos a desarmar las injusticias, violencias y desigualdades que empujan a dejar el propio país en busca de un futuro».

El obispo de Tarazona, Vicente Rebollo, también se desprende en elogios hacia el Papa argentino. «Ha sido el gran profeta de la esperanza, el pastor de los pobres, el cuidador de los más débiles. Constantes, han sido su preocupación por ellos; continúas, sus palabras y sus gestos. Gestos en favor de los más necesitados, migrantes, presos, sin techo, necesitados… Todos encontraron en Francisco el consuelo de Cristo, la mano tendida de Cristo y de su Iglesia».

«Él ha querido que la Iglesia sea la casa de todos, Dios es padre de todos, en ella caben todos. Ha insistido en que sea sinodal. En la que todos se sientan parte activa, protagonistas de su vida, que sea una Iglesia enriquecida porque todos los cristianos se sienten protagonistas colaboradores en su crecimiento y así, llegué a todas las personas y a todos los lugares», añade Rebollo.

Para Jesús Vidal, obispo de Segovia, «se aplican a la elección del Papa los mismos instrumentos de análisis que se usarían para comprender o anticipar la elección de una persona para cualquier otra responsabilidad de gobierno, ya sea político, social o económico».

El que fuera obispo auxiliar de Madrid reconoce que «en cierta manera, este tipo de análisis suena razonable porque, es verdad, no podemos negarlo, que los cardenales son un grupo humano que se reúne para la elección del hombre que asumirá una de las mayores responsabilidad de gobierno, material y espiritual, afectando a una inmensa multitud de personas».

El obispo de Cuenca, José María Yanguas, centra más su reflexión en lo que está por venir. «Los medios de comunicación, como se podía esperar, han ofrecido valoraciones dispares sobre las líneas maestras de su pontificado y sobre su relevancia y significado para la Iglesia católica y para la comunidad de las naciones. La diferencia de opiniones es fruto, unas veces, del enfoque de fe o no de quien las emite: es evidente que el punto de vista radical desde el que se contempla la actividad de un Papa condiciona la valoración de la misma».

El obispo castellanomanchego afirma que «el papa, como es bien sabido, goza del don de la infalibilidad, cuando como supremo Pastor, enseña de forma definitiva la doctrina de fe y costumbres, confirmando en ellas a todos los fieles. En esos casos sus enseñanzas son irreformables ya que son proclamadas no como persona privada, sino como maestro supremo de la Iglesia, bajo la asistencia del Espíritu. Es en esta asistencia especial del Espíritu Santo donde encontramos la razón de su la infalibilidad, y donde encuentra su fundamento la autoridad de sus enseñanzas que piden “el religioso obsequio de la voluntad y del entendimiento”».

Por ello, este obispo destaca que «resultan necesarios, sin duda, los discursos humanos, el análisis, la reflexión acertada tanto sobre las circunstancias y exigencias del momento como sobre la persona más adecuada para llevar el timón de la barca de la Iglesia. Pero aún más necesaria resulta nuestra oración, la de toda la Iglesia, en este tiempo del Espíritu Santo, para que inspire a quienes tienen la grave responsabilidad de elegir al nuevo Papa y encuentren al candidato del Espíritu».

Julián Ruiz, obispo de Guadalajara, resalta del difunto Papa Francisco que «desde el inicio de su pontificado, nos ha propuesto la alegría del evangelio. Un evangelio sin glosa. Un gozoso anuncio que nuestro mundo herido necesita y espera».

«La familia, los jóvenes, la Amazonía y la sinodalidad han sido rasgos característicos de su inquietud. La luz de la fe, la misericordia, la esperanza, la escucha, el diálogo y el discernimiento han aparecido como temas recurrentes en su enseñanza. Ha insistido en la cultura del encuentro frente a la cultura del descarte. Ha subrayado con gestos, palabras e iniciativas su proximidad a los pobres. Ha propuesto con ilusión una Iglesia pobre para los pobres», añade.

Una de las reflexiones más controvertidas, ha sido la que nos ha dejado el  obispo de Urgel y copríncipe de Andorra, Joan Enric Vives. Para este obispo catalán, el legado de Francisco puede resumirse en tres grandes ejes: «la misericordia como principio rector, la proximidad a los migrantes, a los pobres y marginados, y la reforma de la Iglesia para hacerla más transparente, humilde y comprometida con la realidad del siglo XXI».

Vives resalta que «para el Papa, la misericordia no es una idea abstracta, sino el rostro de Dios y una forma concreta de actuar: acoger, perdonar, comprender y acompañar. Esta visión ha tenido gran impacto, especialmente en ámbitos como la acogida de personas divorciadas, de condición homosexual o alejadas de la Iglesia».

Además, hace hincapié en que Francisco «ha denunciado con fuerza la cultura del descarte, las injusticias sociales, la crisis climática y el sistema económico global que deja atrás a millones de personas. Su encíclica Laudato si’ (2015) es una llamada profética a la conversión ecológica y a la justicia social. A pesar de bastantes resistencias internas, el Papa Francisco ha impulsado reformas estructurales en la Curia. Ha buscado una mayor transparencia en las finanzas vaticanas, ha promovido la sinodalidad como forma de gobierno más participativa y ha iniciado procesos para hacer frente a los abusos sexuales y de poder dentro de la Iglesia, una tarea muy sensible y compleja».

Según el Copríncipe andorrano que no consiguió que nombraran a su candidato como su sucesor, «el Papa Francisco ha supuesto un giro profundo en el liderazgo de la Iglesia Católica. Con un estilo sencillo, cercano y comprometido con los más vulnerables, ha puesto la misericordia, la justicia social y el cuidado del planeta en el centro del mensaje eclesial. Ha impulsado una Iglesia «en salida», menos centrada en la doctrina y más abierta al diálogo, la acogida y la reforma evangélica. Su legado es el de una Iglesia que quiere escuchar, acompañar y servir en un mundo lleno de desigualdades y en constante cambio».

Por su parte, el arzobispo de Zaragoza Carlos Escribano destaca que el Papa «nos pedía que fuésemos Iglesia en salida, en estado de misión permanente. Y que fuésemos una Iglesia pobre y para los pobres, poniendo en el centro a la persona redimida por Cristo y en especial a los migrantes y a los necesitados».

«Francisco ha sido el Papa que ha hecho una llamada llena de ímpetu para el cuidado de la casa común, a ser responsables del cuidado de la tierra que Dios nos ha concedido, haciendo compromisos serios y acogiendo su propuesta de conversión ecológica para construir una ecología integral», subraya.

Escribano lo tiene claro y en su misiva asegura que «murió el Papa de la Sinodalidad, dejándonos un horizonte de reforma en las estructuras eclesiales que se convierte en un reto a seguir desarrollando. Murió dejándonos el gozo del año Jubilar, para que todos crezcamos como peregrinos de esperanza».

Florencio Roselló, arzobispo de Pamplona, hace un recorrido sobre lo que considera que es el legado de Francisco. Por enésima vez, no falta la referencia a su defensa de los inmigrantes y su derecho a emigrar por buscarse un futuro mejor.

Roselló tampoco se olvida de ensalzar que Francisco «ha puesto en valor la casa común de todos, para que la cuidemos y la protejamos. La publicación de la encíclica “Laudato Si” (2015) ha despertado conciencias y sensibilidades».

A pesar de las sombras que deja el pontificado de Francisco en materia de abusos por su doble vara de medir, el arzobispo navarro destaca que «el papa Francisco ha sido muy valiente a la hora de denunciar los abusos a menores y vulnerables dentro de la Iglesia y también en las medidas que ha ido adoptando, especialmente con las víctimas y los victimarios. Ha sido un ejemplo para obispos y religiosos mayores a la hora de adoptar medidas y asumir responsabilidades».

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