La representación de España en el Colegio Cardenalicio se verá notablemente reducida en los próximos años. Actualmente, de los 13 cardenales españoles, solo seis tienen derecho a voto por ser menores de 80 años, pero esta cifra caerá a tres en 2025.
Durante este año 2025, los cardenales Carlos Osoro, arzobispo emérito de Madrid (16 de mayo); el legionario Fernando Vérgez, presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano (1 de marzo), y Antonio Cañizares, arzobispo emérito de Valencia (15 de octubre), cumplirán 80 años, perdiendo automáticamente su derecho a participar en el Cónclave.
Esto dejará únicamente a tres cardenales españoles con posibilidades de influir en la elección papal y de salir elegidos: José Cobo, arzobispo de Madrid; Juan José Omella, presidente de la Conferencia Episcopal Española, que tendrá 79 años; y Ángel Fernández Artime, exsuperior general de los Salesianos.
El panorama es aún más desalentador a largo plazo, ya que, en dos años, cuando Omella alcance los 80 años, solo quedarán dos cardenales españoles con derecho a voto. De ellos, únicamente Cobo ocupa una sede arzobispal.
España sin nuevos cardenales en el último consistorio
La situación refleja una pérdida de influencia de la Iglesia española en el ámbito internacional, algo que se hizo evidente en el último consistorio celebrado por el Papa Francisco, donde no se designó a ningún nuevo cardenal español. Esta decisión deja a importantes archidiócesis como Valencia, Sevilla y Valladolid sin el tradicional birrete rojo.
El arzobispo de Valencia, Enrique Benavent; el de Sevilla, José Ángel Saiz; y el presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, no han sido elevados al rango cardenalicio, a pesar de la relevancia histórica de estas sedes en la Iglesia.
Esta falta de designaciones pone de manifiesto un cambio en la política de nombramientos del actual pontífice, que ha privilegiado diócesis de países periféricos y emergentes, dejando de lado a algunas de las tradicionales potencias eclesiásticas de Europa, incluida España.
En este último consistorio, el Papa Francisco ha nombrado a varios cardenales de lengua hispana pero ninguno es español. El Papa ha vuelto a ir a países de Hispanoamérica como Perú, Argentina, Chile o Ecuador para nombrar a los nuevos purpurados dejando a España a un lado, quizá a la espera de poder colocar a obispos españoles de segundo rango en plazas más altas y poderles dar el birrete rojo tan ansiado por algunos carreristas.