El pasado domingo, en horario de máxima audiencia, MasterChef Junior, un programa emitido por RTVE, cruzó una línea imperdonable: permitir que niños imitaran un paso de baile obsceno popularizado por la cantante Aitana.
Lo que debería ser un espacio de entretenimiento sano y educativo se ha convertido en un escaparate de la degradación cultural y moral que la propia televisión pública fomenta sin ningún tipo de reparo.
La Televisión Pública: culpable y cómplice
Este espectáculo no fue un accidente. No fue algo improvisado ni un descuido en directo. Fue planeado, realizado, posproducido y emitido con total deliberación. Cada fragmento de este programa pasó por las manos de un equipo de edición, dirección y producción. Y, sin embargo, ninguna de estas personas levantó una sola alarma ante lo que estaban mostrando. ¿Qué clase de profesional considera esto adecuado para un programa infantil? Esta cadena de decisiones demuestra, sin lugar a dudas, que el problema no es aislado: es sistémico.
El escándalo no terminó con la emisión. RTVE fue plenamente consciente de la reacción negativa que provocó este contenido. Las respuestas al tuit promocional de MasterChef Junior comenzaron a llenarse de críticas justificadas, denunciando la obscenidad del baile y la irresponsabilidad de emitirlo en un programa infantil. ¿Cuál fue la reacción de la televisión pública? Silenciar las respuestas. Es decir, no solo no se disculpan ni reconocen el error, sino que intentan borrar las voces que señalan su falta. Este acto no es ignorancia; es complicidad activa y deliberada. Saben lo que hacen, y lo hacen a propósito.
Como ponían algunos usuarios en X, la cura más rápida para la pedofilia se fabrica con plomo y pólvora. Lo digo porque el tuit con el baile de marras lleva a las 10.45 3.116 me gusta y 348 guardados.
Dilo tata ? #MCJunior pic.twitter.com/8iI4k95UX9
— MasterChef (@MasterChef_es) December 29, 2024