La COP29, en la que participa la Santa Sede, relaciona la tragedia de la DANA de Valencia con el cambio climático

La COP29, en la que participa la Santa Sede, relaciona la tragedia de la DANA de Valencia con el cambio climático

La cumbre climática COP29 se inauguró este lunes en Bakú con un llamado al mundo a incrementar las partidas presupuestarias para la ideología climática.

Los representantes de la Iglesia están instando a las naciones industrializadas a hacer más para apoyar a las comunidades que están particularmente expuestas a los efectos del «cambio climático». Como es habitual, el Papa dejó claro su postura globalista en este campo y espera que esta conferencia contribuya eficazmente a la protección del clima.

Para justificar las ingentes cantidades de dinero que se despilfarran en todos los chiringuitos y políticas que tratan sobre el clima, es habitual escuchar discursos apocalípticos que se repiten año tras año prediciendo grandes catástrofes naturales que nunca llegan. En esta conferencia climática, ya se está escuchando hablar de que el mundo va camino de la “ruina” del planeta, tal y como afirmó el presidente de la Conferencia Mundial, Mukhtar Babayev, en la inauguración de la cumbre en la capital de Azerbaiyán.

Como ejemplo de esa ruina puso como ejemplo las inundaciones en España, incendios forestales en Australia o el aumento del nivel del mar en Oceanía. Pare ellos, la crisis climática ya es una realidad y un mayor calentamiento global tendrá consecuencias «catastróficas» para millones de personas, según el presidente de la COP29. Para evitarlo, dicen, se necesita más dinero (“financiación climática”), más unidad y más voluntad, fue el tono del acto de apertura.

Esta versión también fue defendida este martes por el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez. El mandatario socialista trata de eludir responsabilidades cargando las culpas a algo abstracto y científicamente no demostrado como es el cambio climático. Para Sánchez, lo de Valencia fue «un desastre que, según las primeras investigaciones, habría sido menos probable y menos intenso sin el efecto del cambio climático». Pedro Sánchez no dudó en afirmar que «el cambio climático mata».

También está presente en Bakú una delegación internacional del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) quienes han pedido a las naciones industrializadas en la COP29 que «lideren con el ejemplo, reconozcan su responsabilidad histórica y aboguen por una respuesta global que satisfaga las necesidades de los más vulnerables, honre la creación de Dios y defienda nuestro compromiso de cuidarnos unos a otros». La crisis climática no es sólo una “necesidad científica” sino también “una profunda obligación moral arraigada en los valores cristianos de justicia y compasión”.

El CMI también apuesta por “la urgencia de aumentar el financiamiento climático para apoyar a las comunidades más vulnerables a los impactos del cambio climático, particularmente aquellas con menos recursos para contribuir al ajuste”.

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