La Diócesis de Hildesheim anunció que el obispo Heiner Wilmer nombró a tres «ministros pastorales» para ofrecer «atención pastoral sensible a los homosexuales», incluyendo ayudar a las personas con confusión de género a «celebrar su transición» con una llamada «ceremonia de bendición».
Uno recuerda el rumor, muy creíble, de que Francisco pretendía sustituir a Ladaria al frente de Doctrina de la Fe por el obispo de Hildesheim, Heiner Wilmer, y le entran sudores fríos. Su última humorada: institucionalizar el imposible ‘cambio de sexo’ con el nombramiento de pastores específicos y una “ceremonia de bendición”.
Según un comunicado de prensa de la diócesis, los “ministros pastorales” laicos “brindarán apoyo” cuando dos lesbianas quieran registrar “a su hijo” (es decir, un niño sin padre que hayan obtenido por adopción o gestación subrogada) para el bautismo, cuando una llamada “persona trans quiera celebrar su transición con una ceremonia de bendición o los padres de un niño no binario [busquen atención pastoral”. Uno de esos responsables es Manuel Ríos Juárez, declarado abiertamente homosexual y que participó en 2022 en la campaña «Como Dios nos creó» donde 125 empleados gays de la Iglesia católica en Alemania salieron del armario y exigieron vivir y trabajar abiertamente en la Iglesia sin miedo.
La Diócesis de Hildesheim añadió que su “atención pastoral sensible a los homosexuales ampliará el enfoque para abordar la diversidad de género”, en particular a lo que denomina “personas transgénero o intersexuales”. La diócesis cita su declaración heterodoxa, “Bendición para este mundo”, de marzo de 2021, que afirmaba: “Las personas son una parte igual de la Iglesia independientemente de su identidad sexual. La bendición de Dios se aplica a ellas y a sus relaciones de pareja, porque se aplica a todas las relaciones amorosas sin excepción”.
La Diócesis de Hildesheim declaró que busca aprovechar la declaración “Bendición para este mundo” y que quiere establecer “espacios más seguros” para lo que llamó “personas queer bajo el techo de la iglesia de Hildesheim”.
El Catecismo de la Iglesia Católica afirma: “La tradición, basándose en la Sagrada Escritura, que presenta los actos homosexuales como actos de grave depravación (cf. Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), ha declarado siempre que «los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados» (Congregación para la Doctrina de la Fe, Persona humana , 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una auténtica complementariedad afectiva y sexual. En ningún caso pueden ser aprobados (CEC 2357)”.