El arzobispo Carlo Maria Viganò ha emitido un comunicado desmintiendo las noticias difundidas por algunos medios de comunicación que afirman que se presentó en el Palacio del Santo Oficio el jueves 20 de junio, siguiendo las disposiciones del Decreto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Viganò ha calificado estas afirmaciones de «totalmente falsas».
En su comunicado, Viganò acusa a la revista jesuita «America», vinculada a la Compañía de Jesús en Estados Unidos y partidaria del Papa Francisco, de haber publicado información salsa antes de que incluso Vatican News tuviera conocimiento del Decreto en cuestión. Según Viganò, el decreto fue enviado el 11 de junio por correo electrónico, sin las formalidades necesarias para su validez, y él mismo lo hizo público en sus redes sociales, dos horas antes de la reunión prevista en el Dicasterio.
Viganò también critica a Gerard O’Connell, autor de un artículo en la revista «America» titulado «Arzobispo Viganò, acusado de cisma por el Vaticano», sugiriendo que el artículo fue escrito antes de que el decreto vaticano se hiciera público, lo que, según él, revela una coordinación entre el Vaticano y la revista para predisponer su condena.
O’Connell menciona que el decreto considera «superflua» una investigación previa según el canon 1717 del Código de Derecho Canónico, indicando que las pruebas contra Viganò ya habrían sido recopiladas. Viganò argumenta que esto demuestra una intención de simplificar el procedimiento para llegar a una condena rápida.
El arzobispo Viganò afirma que no asistirá al Vaticano el 28 de junio y que no ha entregado ninguna defensa al Dicasterio, cuya autoridad no reconoce. Señala que no se someterá a un juicio que considera una farsa, en el que sus jueces son aquellos a quienes él acusa de herejía y abuso de poder. Critica particularmente a los jesuitas, a quienes acusa de defender desviaciones morales y doctrinales.
Además, Viganò menciona que un abogado canónico anónimo citado por «America» considera su defensa como una declaración de cisma. Viganò concluye que, si se le considera separado de la «iglesia» del Papa Francisco, lo acepta como un honor, ya que él sostiene que la «iglesia» de Francisco no es la Iglesia católica, sino una «iglesia conciliar» nacida del Concilio Vaticano II.
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