Obispo alemán ‘anatemiza’ la opción soberanista: “No dejemos la UE en manos de quienes quieren abolirla”

Obispo alemán ‘anatemiza’ la opción soberanista: “No dejemos la UE en manos de quienes quieren abolirla”

Es desconcertante cómo el episcopado alemán, tan sutil y comprensivo con lo que la Iglesia ha considerado durante milenios pura herejía, tenga tan claro que la opción soberanista en las urnas es un caso digno de todos los anatemas y descalificaciones. El obispo Franz-Josef Overbeck de Essen es solo el último en predicar contra el voto soberanista.

El obispo de Essen, Franz-Josef Overbeck, es un viejo conocido en estas páginas, figura señera y destacada de la ‘renovación’ alemana. Overbeck, que dice ver a Dios en las parejas homosexuales, amenazaba ya en 2019 con “una ruptura mayor que la Reforma Protestante”. Pero su inclinación por la inclusión tiene sus límites, y hay un grupo de católicos que van demasiado lejos y se han hecho merecedores de que el prelado les condene a las tinieblas exteriores, donde es el llanto y el crujir de dientes: los soberanistas, es decir, lo que quieren que la soberanía de su país no quede subsumida en la monstruosa maquinaria burocrática de la Unión Europea ni que su cultura y esencia nacional queden diluidas por la inmigración ilegal masiva.

Por eso se muestra tan vehemente en una reciente entrevista concedida al diario oficioso online del episcopado alemán, Katholisch.de. “¡Vayan a votar!”, subraya Overbeck en la entrevista, en la que alerta del enorme peligro que representan las fuerzas étnico-nacionalistas en las elecciones.

Porque Overbeck no ve la Unión Europea como el megaestado anticristiano y escasamente democrático en el que se está convirtiendo, al contrario. La UE, dice, es la garante de la migración o la protección del clima, lo que le lleva a lanzarse a una campaña electoral activa.

“Creo que el peligro es ciertamente grande”, alarma Overbeck. “En última instancia, esto va de la mano con su primera pregunta: ¿por qué deberíamos ir a las urnas? Para no dejar la UE democrática en manos de quienes quieren abolirla o seguir una agenda antidemocrática. En cambio, todos deberíamos, como demócratas, comprometernos con nuestro orden básico libre. Pero esto no se aplica sólo a las elecciones europeas y a las demás elecciones que aún están por llegar. Es un desafío cotidiano contradecir siempre y decisivamente cuando, por ejemplo, alguien expresa valoraciones antidemocráticas o antihumanas. Son estas provocaciones las que –silenciosamente y normalmente de forma imperceptible– traspasan los límites de lo que se puede decir en pequeños pasos y envenenan los discursos sociales a largo plazo”.

Uno desearía en un obispo católico que desplegase ese fuego misionero por la salvación de las almas de sus feligreses, y pusiese esa fe ardiente en la doctrina de la Iglesia más que una burocracia elefantiásica que, como todo en este bajo mundo, pasará tarde o temprano.

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