El sacerdote alemán jesuita Hans Zollner, es uno de los mayores expertos sobre prevención de abusos a menores en la Iglesia católica.
Zollner dirige actualmente el Instituto de Antropología de la Universidad Gregoriana en Roma. El pasado mes de marzo dimitió por sorpresa de sus funciones como miembro de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores.
Hans Zollner tiene un doctorado en teología, es psicólogo y psicoterapeuta autorizado y está particularmente interesado en la formación humana en la formación de seminaristas y religiosos en todo el mundo. Sobre esta cuestión y los casos de abusos en el seno de la Iglesia ha hablado el sacerdote jesuita para InfoVaticana.
P-¿Tiene detectado algunos patrones de conducta o psicológicos en el perfil de los abusadores dentro de la Iglesia?
R-No existe un único perfil de abusador y puede haber muchos motivos diferentes que lleven a una persona a cometer un abuso. Podemos decir que existen patrones de conducta y psicológicos que se repiten en el perfil de los abusadores dentro de la Iglesia. Destacaría cuatro: al abusador narcisista, al obsesivo, al inseguro y al verdadero pedófilo en el sentido de la definición psiquiátrica.
P-¿Cree necesario hacer cambios en la formación que reciben los sacerdotes en los seminarios?
R-La formación durante el seminario es clave. Es necesario que en esa etapa tan importante de sus vidas no sólo adquieran conocimientos, sino también competencias. Deben aprender todo lo necesario para llevar una vida sana a todos los niveles y desarrollar bien su futuro ministerio sacerdotal. Por lo tanto, la formación en los seminarios debe incluir una pedagogía que no fomente sólo el aprendizaje intelectual, sino que combine asimismo una formación espiritual, pastoral y humana. Conjugar esto lleva a desarrollar una madurez humana que se mantenga durante toda la vida. Tras el seminario no finaliza la formación, ésta debe renovarse de manera permanente. Hay documentos pontificios como la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis que subrayan que la formación humana debe ser la base de todo lo demás.
El abuso sexual nace sobre todo de un abuso de poder del que alguien se aprovecha
P-Hay quienes defienden que si el celibato no fuese obligatorio los abusos se reducirían ¿está usted de acuerdo con este planteamiento?
R-Es una pregunta que me hacen frecuentemente, pero el celibato no es una causa directa de abuso, lo que puede convertirse en un factor de riesgo es un ministerio mal vivido y no aceptado plenamente.
Todos los informes científicos, incluidos los que han sido comisionados por instituciones no eclesiásticas, concluyen que el celibato en sí mismo no conduce al abuso. Por lo tanto, es equivocado decir que con la abolición del celibato ya no habría casos abuso en la Iglesia católica. El abuso sexual nace sobre todo de un abuso de poder del que alguien se aprovecha. Estos informes concluyen, y es lo que yo también sostengo, que sin una formación humana sólida ni una vida sana, integral y de trabajo en comunidad, la vida célibe puede llevar al abuso. Si el sacerdote no tiene un equilibrio humano, espiritual y de trabajo, el vacío interior y deseos no bien integrados pueden llevarlo a cometer un abuso.
Los estudios científicos indican que no se puede considerar que haya una relación monocausal que explique la relación entre la homosexualidad y los abusos
P-Al menos en España, el 80% de los casos de abusos los padecen niños o jóvenes varones. ¿Existe algún tipo de relación entre los abusos y la homosexualidad?
R-Esta también es una pregunta bastante frecuente. Los estudios científicos indican que no se puede considerar que haya una relación monocausal que explique la relación entre la homosexualidad y los abusos. La persona humana es compleja y muchos factores influyen en su comportamiento. Además, muchos de los abusadores de niños varones no se identifican exclusivamente como homosexuales. El Informe John Jay de Estados Unidos de 2011 se refiere a ellos como “abusadores ocasionales”, es decir, abusaban de quienes tenían más cerca, que en aquel momento eran en su gran mayoría chicos. Pero las cifras de los últimos años muestran que desde que hay más niñas monaguillas y escuelas mixtas ha habido más abuso de chicas.
Además, debe considerarse la complejidad de la posición doctrinal oficial de la Iglesia que considera que la homosexualidad va contra el orden natural, lo que a veces hace que personas que se sienten atraídas por otras personas del mismo sexo y que quieren seguir la doctrina de la Iglesia, busquen un camino que es aparentemente seguro para no tener que gestionar una sexualidad que se percibe y se vive de forma conflictiva, para finalmente darse cuenta que eso no resuelve la cuestión de fondo.
P-¿Cree que la compensación económica a las víctimas de abusos es necesaria?
R-Es importante, pero desde mi experiencia, para algunas víctimas la compensación económica no es el deseo principal. Aquello que quieren muchos, o la gran mayoría de víctimas de abuso sexual y de otro tipo de abusos, es que los representantes de la Iglesia los escuchen. Quieren hablar y expresar lo que les sucedió, su rabia y ansiedad. Desean que algún representante de la Iglesia en la que sufrieron tanto daño los escuche, reconozca el dolor y haga todo lo humanamente posible para reparar ese daño. Para ellos es importante que esa persona sea capaz de escuchar con el corazón y mantener la mirada ante los ojos de alguien cuya vida ha sido destruida y cuya fe ha sido dañada.
En el camino hacia la conciliación y la reconciliación el factor más importante para algunos supervivientes de abuso es encontrar un oído y corazón abiertos. El resto, como la compensación económica, la terapia o el acompañamiento espiritual, también son importantes.
Los abusadores deben también ser juzgados por el procedimiento canónico
R-¿Qué trato debe dar la Iglesia a aquellos sacerdotes o religiosos que hayan cometido abusos?
P-Por una parte, se debe trabajar de manera conjunta con las autoridades civiles que deben juzgarlos según el derecho civil y penal. Por otra parte, los abusadores deben también ser juzgados por el procedimiento canónico. Aquellos sacerdotes o religiosos que hayan cometido abusos contra niños, como ha dicho el Papa Francisco en algunas instancias, no deberían volver a su ministerio ni a tener contacto con menores. En cualquier caso, se les debe ayudar a encontrar un modo de vida significativo que no ponga en peligro a los demás. Deben ser supervisados, incluyendo evaluación psicológica, terapia y acompañamiento espiritual.
La Iglesia debe tener la voluntad de hacer lo necesario para garantizar que los autores de abuso y sus encubridores sean castigados de forma justa y de manera que se eviten nuevos abusos en el futuro.
P-¿Qué le recomendaría a una persona que haya sufrido abusos por parte de personas vinculadas a la Iglesia para que su fe no se resquebraje?
R-El abuso por parte de miembros del clero puede tener consecuencias muy graves sobre la fe de una persona. El abuso también puede ser de tipo espiritual y puede llevar a que la víctima se plantee su relación con Dios y con la Iglesia.
Creo que las víctimas y supervivientes deben rodearse de quienes las escuchen y las comprendan, personas que buscan justicia y que pueden ponerlas en contacto con profesionales de diferentes ámbitos que puedan ayudarlas.
P-¿Por qué abandonó la Comisión Pontificia para la Protección de la Infancia?
R-El pasado mes de marzo se aceptó mi dimisión de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores tras haber sido miembro durante 9 años. En los últimos años había observado que había cuestiones que necesitaban una atención urgente, particularmente en las áreas de la responsabilidad, la accountability y la transparencia. En definitiva, una serie de cuestiones estructurales y prácticas que expliqué en un comunicado y que me llevaron a separarme de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores y a centrarme en mi papel de consultor de la Diócesis de Roma y de director del Instituto de Antropología (IADC) de la Universidad Gregoriana.
P-¿Conoce alguna Institución o diócesis que crea que lo está haciendo bien?
R-Existen ejemplos en todo el mundo de instituciones, diócesis y congregaciones que se han tomado en serio el Safeguarding y que trabajan por evitar que se den situaciones de abuso y por fomentar entornos seguros. En América Latina y España también hay ejemplos de diócesis y congregaciones religiosas que están demostrando que cuando existe la voluntad y la determinación de comprometerse con el Safeguarding, funciona y funciona bien.
De hecho, algunas de estas organizaciones envían a su personal a formarse a los programas que ofrece el Instituto de Antropología de la Gregoriana (IADC https://iadc.unigre.it/). Ofrecemos programas residenciales como el Diploma en Safeguarding de 5 meses, también en español, y una Licenciatura en inglés de dos años. También ofrecemos un programa de aprendizaje mixto (blended) en línea y presencial que está disponible en diferentes idiomas.
P-¿Cómo cree que afectan los casos de Bolivia, Barcelona y Rupnik a la credibilidad de los jesuitas?
R-Estos casos efectivamente han tenido un impacto sobre la Compañía de Jesús y sobre la credibilidad de la Orden, como sucede en cualquier caso de abuso. Lo noté ya en 2010 cuando surgió la primera noticia en Alemania en un colegio de jesuitas de Berlín y dio lugar al gran aluvión de noticias sobre los abusos.