El interés de los medios de comunicación por magnificar los casos de abusos en el seno de la Iglesia empieza a preocupar a buena parte del clero que se siente indefenso y desprotegido.
Sin quitar un ápice del drama que supone el caso de cualquier abusado por parte de personas vinculadas a la Iglesia, existe una tendencia al alza en sobredimensionar esta problemática, ínfima a día de hoy en la sociedad española, con el objetivo de sacar rédito económico.
Como ya publicamos en InfoVaticana hace unos meses, un estudio Realizado por The Catholic Project, un grupo de investigación de la Universidad Católica de América en Washington, ha desvelado el temor de muchos sacerdotes a ser acusados falsamente de abusos.
Además de este temor, real en buena parte del clero, muchas diócesis y congregaciones se ven obligadas a investigar casos de abusos, en algunos casos ciertos y documentados y en otros donde se carece de pruebas, en los que el acusado ha fallecido con lo que imposibilita su defensa. Es lo que a día de hoy está ocurriendo con san Juan Pablo II y Benedicto XVI contra quienes se han orquestado campañas en sus respectivos países para ensuciar su nombre. Ni Wojtyla ni Ratzinger podrán defenderse aunque un juez decida investigarlos por presión social y mediática.
Caso Astorga
La diócesis leonesa ha informado a través de un comunicado que «en febrero del 2019 la Diócesis de Astorga recibió una carta en la que una persona relataba unos hechos abusivos acontecidos en el año 1977, implicando a un sacerdote ya fallecido el 5 de mayo del 2012».
El obispado «se puso en contacto con esta persona a través de la Delegación Episcopal de Protección de Menores y Acompañamiento a las Victimas, poniendo a su disposición sus recursos para realizar una adecuada acogida, escucha y acompañamiento; también D. Juan Antonio Menéndez, obispo de la Diócesis en ese momento, le escribió una carta en la que expresaba el profundo dolor que le causaba la noticia, pedía perdón en nombre de la Iglesia y reiteraba la disposición de la Diócesis de Astorga a apoyarla y acompañarla».
«En enero de este año, D. Jesús Fernández, actual Obispo de la Diócesis de Astorga, recibió otra carta refiriéndose a los mismos hechos, por lo que decretó iniciar una investigación con el objetivo de esclarecer lo ocurrido; también, la Delegación Episcopal encargada de la atención a víctimas volvió a contactar con la denunciante para poner a su disposición los recursos de acompañamiento y reparación psico-espiritual», añade la diócesis en la nota.
La diócesis de Astorga, ha informado de que «la investigación realizada no ha permitido llegar a conclusión alguna por falta de elementos de prueba. Lamentamos profundamente lo ocurrido, así como el daño que haya podido sufrir esta persona; esta empatía y cercanía queremos hacerla extensiva a todas las personas que hayan sufrido abusos y que todavía no han podido sanar el daño sufrido».
«El Sr. Obispo y todas las personas que trabajamos en acciones educativas, formativas, asistenciales y pastorales en la Diócesis de Astorga estamos comprometidos e implicados seriamente en la realización de un importante trabajo de sensibilización y prevención, que responde a nuestro compromiso en el cuidado de las personas, especialmente de los más inocentes y vulnerables, promoviendo una cultura de buenos tratos dentro de la Iglesia», concluye la nota.