Monseñor Jesús Fernández, obispo de Astorga, ha escrito que «nunca como en el momento presente el ser humano se ha sentido tan libre y motivado para defender su libertad frente a todo intento de manipulación y opresión».
Fernández ha aludido a la reciente Nota publicada por la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española, en donde se advierte que “esta libertad estará siempre amenazada por estados y grupos de poder que no dudan en utilizar cualquier medio para influir en la conciencia de las personas, para difundir determinadas ideologías o para defender los propios intereses”.
«Aunque la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha vuelto a poner desgraciadamente de moda el intento de arrebatar la libertad a personas y territorios con el uso de la violencia, en realidad la tendencia “civilizada” es procurar el dominio a través de la educación y la seducción de la conciencia», afirma el obispo de Astorga. Así mismo, Monseñor Fernández advierte que «si el método de la violencia física causa muertes, el de la seducción cultural al que no es ajeno todo tipo de poder, corre el riesgo de cercenar la libertad de las personas y de someterlas a poderes e intereses ocultos».
Para Jesús Fernández, «no respetar la libertad de la persona es no respetar su dignidad: “La aspiración a vivir en libertad está inscrita en el corazón del hombre”. De igual modo que sostiene que «no es este un derecho que derive de la voluntad de los seres humanos a través del estado o de los poderes públicos, sino que su fuente está en el ser humano mismo y en el Dios que lo ha creado. Esto mismo debemos decir de los demás derechos fundamentales como el derecho a la vida y el de la libertad religiosa».
Además, el prelado sostiene que «la “muerte de Dios” preconizada por Nietzsche trajo aparejada la desaparición de ciertos valores cristianos en la sociedad contemporánea». También hace referencia a que «por aquella misma puerta entró el relativismo y, en último término, el subjetivismo, de modo que resultaron malheridos los valores objetivos y se abrió paso a los subjetivos».
Jesús Fernández critica que «sorteando todo límite ético, los poderes públicos han apostado por nuevos derechos que “en realidad, son la manifestación de deseos subjetivos. De este modo, estos deseos se convierten en fuente de derecho, aunque su realización implique la negación de auténticos derechos básicos de otros seres humanos”.
«Por ejemplo, mientras un usuario de Cáritas acude a la beneficencia del sillón solidario para que le arreglen la dentadura, se gasta el dinero de todos en procurar el aborto; y para más escarnio, a esto se le llama salud reproductiva. Además, los poderes públicos imponen estos principios en los planes educativos y en las terminales mediáticas subvencionadas y restringen el derecho a la objeción de conciencia», denuncia el obispo.
Monseñor Fernández argumenta que hemos llegado a esta situación a través de una «táctica seductora que ha actuado como cloroformo sobre las conciencias» y que «ha seguido siempre la misma ruta: presentación de un caso conmovedor, apelación a la libertad personal del que lo sufre, llamamiento a la solidaridad y a la tolerancia, reclamación del derecho… Pasó con el aborto y, hace un año, con la eutanasia. En ambos casos, el primero de los derechos, el derecho a la vida, ha quedado gravemente desprotegido».
Por último, señala que tanto el derecho de la libertad religiosa y el de libertad de conciencia están en peligro. «El Estado ha de respetar este derecho, evitando cualquier presión como la que se ejerce contra los que no colaboran en las prácticas eutanásicas. Como dice el Catecismo de la Iglesia católica, cuando las prescripciones de las autoridades civiles van en contra del orden moral, de los derechos fundamentales de las personas o las enseñanzas del Evangelio, el ciudadano tiene obligación en conciencia de no seguirlas», concluye Jesús Fernández en su carta.