«Hay una confusión total sobre el pecado original»

«Hay una confusión total sobre el pecado original»
Hoy les traemos un extracto del libro ‘Dios no mola’, del teólogo alemán Ulrich L. Lehner. En el libro, que puedes comprar aquí, Lehner reflexiona sobre algo que parece que tenemos completamente olvidado en nuestros días: el pecado original. Les dejamos con el texto:

EL DIOS DE LA RENOVACIÓN

Amplios segmentos de la sociedad parecen haberse olvidado de lo que significa el pecado. Para ellos, el mal objetivo ya no existe y han dejado de creer que el pecado destruye nuestra amistad con Dios. Hay incluso cristianos practicantes que han aprendido a rechazar el significado tradicional de pecado y del pecado original. Recientemente he oído decir a un parroquiano después de un bautismo: “Bien, en mi opinión ese niño no ha hecho nada malo. No puedo ver el pecado original en un recién nacido”. Hay por lo menos dos cosas equivocadas en esta afirmación. Primera, nunca puedes ver el pecado, ya sea en un niño o en un adulto. Esta es la razón por la que no podemos juzgar el estado de gracia de los demás: no sabemos realmente si alguien ha cometido un pecado mortal a no ser que lo hayamos visto cometerlo, e incluso entonces no podemos saber si esta persona ha ido a confesarse después o era totalmente culpable. Segundo y más importante, hay una confusión total sobre el pecado original. Y si nos equivocamos en esto, también nos equivocamos sobre Dios, Cristo, la salvación y la Iglesia, por lo que una aclaración parece estar más que justificada.

Qué es y qué no es el pecado original

Muchos de los que rechazan el pecado original, o que dicen tener “problemas” con él, parecen pensar que Dios dio un mandamiento irrazonable, a saber: no comer de un árbol en especial, aunque Él sabía que los humanos serían incapaces de mantener este mandamiento. En consecuencia, a sus ojos el castigo de Adán y Eva es injusto, y un Dios cuya Iglesia mantiene el pecado original como dogma es, en el peor de los casos, vengativo y, en el mejor, un contable. El pecado original es un dogma para cada católico y rechazarlo como una invención desafortunada de san Agustín, como hacen algunos, es totalmente falso. Basándose en la tradición, san Agustín definió lo que era el pecado original de una manera tan sofisticada que la Iglesia aceptó su definición como el mejor modo de encuadrar la verdad. El pecado original no tiene que ver sólo con la desobediencia de Adán y Eva. En lo más profundo tiene que ver, ante todo, con la relación de los humanos con Dios, es decir, el hecho de que hemos nacido, no en una comunidad santa, sino en un mundo roto. Nadie nace católico, ¡nadie! Nos convertimos en miembros de la Iglesia por medio del bautismo. Tiene que ver también con la condición mundana de la humanidad y «el abismo de esta condición con la imagen de perfección y felicidad que la persona humana lleva dentro de su alma» . Llevamos dentro de nosotros una imagen de esperanza, una imagen del mundo y de nosotros perfecta, pero nuestras acciones y nuestra vida chocan con estas expectativas y esperanzas. Cuando vemos la dolorosa falta de firmeza de las relaciones, cuando nos damos cuenta del mundo de violencia y desengaño, de la sociedad llena de abusos, y los comparamos con nuestro deseo de justicia, paz, belleza, verdad, santidad y plenitud, nos percatamos de este abismo. El cristianismo no acepta este abismo, pero lo explica indicando la desobediencia de Adán y Eva. Esto no significa que el acto primario de desobediencia tenía que suceder en el jardín del paraíso o comiendo una manzana: la historia de la Caída explica, utilizando un mito, lo que es el centro teológico de la historia, es decir, que los humanos actuaron contra Dios. La cuestión de cuándo sucedió es sin duda interesante, pero no es realmente de ayuda. Después de todo, el segundo libro de Enoc piensa que la Caída sucedió sólo cinco horas y media después de que Adán y Eva empezaran a vivir juntos en el paraíso.  Esto me parece una afirmación muy realista de la fuerza y la debilidad humanas, y un maravilloso modo de recordarnos el tiempo que podemos estar sin Dios: sólo podemos estar sin la gracia de Cristo unas pocas horas. La relación interrumpida con Dios es el efecto de la Caída, que fue un acto voluntario de desobediencia a Dios. El dogma católico también afirma que, aunque el bautismo quita el pecado original, no elimina sus efectos mundanos: nuestra experiencia de deseo incumplido y nuestra incapacidad de “seguir la recta vía” sin la gracia. Por lo tanto, el pecado original sigue siendo el verdadero misterio que no puede demostrarse, como sucede con la Trinidad y el nacimiento de la Virgen. Sin embargo, podemos ver, como he manifestado en el capítulo anterior, que nuestro mundo sombrío y egoísta tiene sentido si creemos en el pecado original.

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Biografía del autor:

Ulrich L. Lehner nació en 1976, en Alemania. Estudió Filosofía en la Escuela de Filosofía de Múnich, y Teología en la Universidad de Múnich. Más tarde, cursó Historia. Sus áreas de especialización son la Historia moderna de la religión, la Ilustración, y la historia intelectual desde el Renacimiento hasta hoy. Actualmente, es profesor de Teología de Fundación Warren en la Universidad de Notre Dame y es miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes.

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