En vísperas de su viaje a Abu Dabi para participar en un encuentro interreligioso, Su Santidad ha enviado un mensaje a sus próximos anfitriones en Emiratos Árabes en la festividad de San Juan Bosco, que tenía una visión radicalmente distinta del Islam de la que profesa el Papa.
«Agradezco a mi amigo y querido hermano, el Gran Imán de Al-Azhar, Dr. Ahmed Al-Tayeb, y a todos los que han ayudado en la preparación del encuentro, por su valor y su deseo de afirmar que la fe en Dios une y no divide», dice el Papa en su videomensaje, dirigido en primer lugar a las autoridades de Emiratos Árabes, que visitará entre el 3 y el 5 del próximo mes para participar en un encuentro interreligioso.
Esta de la hermandad esencial de las religiones es una tesis muy cara al Santo Padre, pese a que la historia parezca contradecir de pleno la afirmación anterior, muy especialmente frente al Islam.
Su Santidad afirma así mismo en el vídeo que la fe en Dios acerca a la gente a pesar de sus diferencias, y que «nos distancia de la hostilidad y la aversión», una idea que, si loable como deseo u objetivo, resulta desconcertantemente alejada de la realidad histórica. Por último, el Papa ha expresado su deseo de escribir «una nueva página en la historia de las relaciones entre las religiones, confirmando que somos hermanos, aunque seamos diferentes».
Existen, sin duda, autoridades musulmanas que comulgan con los deseos del Santo Padre, pero es lícito poner en duda que sean, no ya mayoritarios, sino meramente significativas. A diferencia de los católicos, los musulmanes no solo carecen de una autoridad equivalente al Papa, sino que ni siquiera tienen un clero formal.
También es significativo el giro radical que esta ambición papal supone con respecto a la tradicional postura de la Iglesia con respecto al Islam en particular, y a las demás religiones en general, no solo en sus Papas, prelados y doctores, sino también en innumerables santos.
En concreto, el videomensaje aparece en la festividad de San Juan Bosco, una figura gigantesca que tuvo cosas muy distintas que decir sobre el Islam, como esta: «El Alcorán contiene una serie de errores a cual más inmensos contra la moral y contra el culto del verdadero Dios. Por ejemplo, excusa de pecado a quien niega a Dios por temor de la muerte; permite la venganza; asegura a sus secuaces un paraíso, pero lleno de solos placeres terrenos. En resumen, la doctrina de este falso profeta permite cosas tan obscenas, que el alma cristiana tiene horror de mencionar».
Más relevante aún es lo que el santo italiano tenía que decir sobre las diferencias entre nuestra fe y la islámica: «La diferencia es grandísima. Mahoma fundó su religión con la violencia y con las armas: Jesucristo fundó su Iglesia con palabras de paz, sirvéndose de los pobres sus discípulos. Mahoma fomentaba las pasiones, Jesucristo mandaba el negarse a sí mismo. Mahoma no hizo ningún milagro, Jesucristo hizo muchísimos milagros a plena luz del día y en presencia de innumerables multitudes. Las doctrinas de Mahoma son ridículas, inmorales y corruptoras: las de Jesucristo son augustas, sublimes y purísimas. En Mahoma no se cumplió ninguna profecía; en Jesucristo se cumplen todas. En síntesis, la Religión Cristiana, en cierta manera, conduce al hombre feliz en este mundo para elevarlo después a los gozos del Cielo; Mahoma degrada y envilece la naturaleza humana, y cifrando la felicidad en los placeres carnales, reduce al hombre al grado de los animales inmundos».
Un santo, por grande que sea y cercano a Cristo se halle, no es infalible. Por otra parte, tampoco el Papa lo es cuando transmite una opinión personal en un vídeo de cortesía. En esto, como en tantas cosas, el lector católico puede discernir.
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