Xavier Novell, obispo de Solsona, ha anunciado en carta diocesana su intención de iniciar un ayuno los viernes. No, no por Adviento, en preparación de la Navidad, sino en solidaridad con la huelga de hambre (por así decir) iniciada por los presos independentistas implicados en el 1-O.
Que un obispo ayune no es noticia, como tampoco lo es que lo anuncie para invitar a la feligresía de su diócesis a hacer otro tanto, menos aún en Adviento, que tradicionalmente ha sido un tiempo penitencial en la Iglesia, en preparación para la Navidad. Más inusual, en cambio, es que lo haga en solidaridad con una huelga de hambre -cuestionable en su cumplimiento, según informaciones en prensa- anunciada por un grupo de presos encarcelados en Lladoners por su participación en el intento secesionista del 1 de octubre del año pasado.
El de Solsona responde así a una carta de un grupo de cristianos «profundamente entristecidos por la situación que ha llevado a algunos políticos catalanes a iniciar una huelga de hambre».
«Cristianos de todo el país -sigue la carta-, más allá de los propios posicionamientos políticos respecto al proceso independentista, en señal de solidaridad con ellos y pidiendo una solución justa al conflicto catalán-español en curso, hemos decidido ayunar los viernes hasta que dure la huelga de hambre de estos nuestros hermanos».
La misiva apoyada por el obispo Novell deja en libertad la forma de ayuno, «total, a pan y agua, o reduciendo considerablemente la comida u otras cosas», y sugiere «convocar los viernes de forma transversal y abierta veladas de reflexión, meditación y oración, con el título genérico de ‘Espiritualidad y solidaridad con los presos catalanes en huelga de hambre». La página web de la diócesis de Solsona incluye una dirección de correo electrónico para quienes se quiera sumar al ayuno y «hacérselo saber a Joaquim Forn, Josep Rull, Jordi Sánchez y Jordi Turull».
Hablábamos ayer del nuevo cesaropapismo eclesiástico, ese mezclar política y religión, fe e ideología, que en lugar de desaparecer se ha intensificado, solo que en causas nuevas. En el caso catalán este fenómeno es especialmente agudo y preocupante, dando en ocasiones la sensación de que muchos clérigos hubieran caído en una disimulada forma de idolatría en la que la Patria Catalana ha sustituido a Cristo o, al menos, lo ha eclipsado.
Desde Infovaticana no queremos desanimar en absoluto a Su Ilustrísima en su decisión de ayunar, una práctica penitencial de tanto arraigo en la Iglesia y tan frecuentemente olvidada. Sí nos gustaría, en cambio, que los prelados de la religión católica tuvieran presente cuál es su fe y cuáles son sus opiniones personales y que se preguntaran, si la cosa es solidarizarse con los que sufren, qué tienen de especial quienes están en prisión en espera de juicio por vulnerar clara y abiertamente el Código Penal y poner en grave riesgo la paz ciudadana, en lugar de hacerlo por los presos en general, por ejemplo.
La triste ocurrencia ayuda a explicar por qué es Cataluña, históricamente una de las regiones españolas más fecundas en frutos de fe y vocaciones, hoy una de las más desoladas por la descristianización. Para adorar a la Diosa Nación, ¿quién necesita ritos católicos?