El Obispo de Tucson sugiere penas canónicas para quienes cumplan las disposiciones migratorias de Trump

El Obispo de Tucson sugiere penas canónicas para quienes cumplan las disposiciones migratorias de Trump

Edward Weinsenburger, Obispo de Tucson, explora en un artículo qué penas canónicas podrían imponerse a los funcionarios que cumplan la ya derogada orden de separar padres e hijos de ilegales en la frontera.

En su reciente y muy comentada entrevista con Reuters, el Papa declaró estar contra las medidas, ya derogadas por Trump, de separar a los menores de edad de sus supuestos padres inmigrantes ilegales, y completamente del lado de los obispos americanos en este asunto, que han atacado con inusitada fuerza la política del presidente en este sentido.

Tanto así que se sugirió la posibilidad de aplicar penas canónicas a los católicos que colaboren en lo que hasta ahora era, para los funcionarios al menos, obligación legal. Y ahora es el Obispo de Tucson, en la fronteriza Arizona, Edward Weisenburger, quien se explaya en un artículo en el Arizona Daily Star sobre cuáles podrían ser estas penas.

En la asamblea mantenida por la Conferencia Episcopal de Estados Unidos en Ft. Lauderdale, el propio Weisenburger consultó la posibilidad de, «al menos para quellos de nosotros con diócesis en la frontera» de imponer penas canónicas a los católicos obligados por las órdenes del presidente. «Por la salvación de las almas de esta gente, quizá sea hora de explorar penas canónicas», dijo.

Hay que decir que Weisenburger, casualmente canonista él mismo, en el artículo se limita a explorar las posibilidades, sin decidirse en firme por ninguna medida de las que dispone la Iglesia para disciplinar a los rebeldes.

Descarta en principio, eso sí, la más grave de todas, la excomunión,  que «solo puede imponerse al final de un proceso que busca la conversión del pecador y su reconciliación para la comunidad».

Aunque, como decimos, no se decanta finalmente por ninguna, sugiere la posibilidad de estudiar para el caso «opciones más leves que preceden a la excomunión, como periodos de oración y prácticas penitenciales».

La perspectiva de ver a un patrullero del ICE vestido de vil sayal, con la cabeza cubierta de ceniza y pidiendo perdón a la puerta del Palacio Episcopal de Tucson, pues, no resulta ya del todo impensable.

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