Crítica a Juan Manuel de Pravda

Es muy importante hacer esta crítica, no sea que tengamos de referente una brújula desnortada.

Sus posturas sobre el nacionalismo, el socialismo, Venezuela o Palestina se pueden tomar de dos maneras: la primera, la indulgente, como la búsqueda de una hispanidad católica que, luchando contra todo signo de liberalismo, acabe irresponsablemente con extraños compañeros de cama; la segunda, como una crisis moral que, ansiando el reconocimiento de los enemigos, apueste por fórmulas muy perjudiciales para el catolicismo bajo apariencia de ortodoxia.

Y he aquí que no me voy a detener en la filosofía y en la política, sino en la anécdota, en el detalle, que es como el examen de dientes en la compra del caballo.

1)     ¿Han notado que De Prada está realizando periplos televisivos con lo peor de la parrilla, entre risitas fáciles que delatan el flirteo? Hablamos de Buenafuente, Pablo Iglesias en su programa Otra vuelta de Tuerka, y hace una semana Juan Carlos Monedero en su programa En la Frontera.

2)     ¿No notan en este ortodoxo ciertas opiniones estridentes? Bromeó con Buenafuente para que le hiciese colaborador fijo; empezó con gracietas tipo “mi sueño hubiese sido hacer un striptease de verdad” o amo a Trump y a Putin y me gustaría hacer un trío con ellos”; siguió defendiendo (ahora en serio) al dirigente de Podemos Guillermo Zapata, bajo el pretexto de que “le han llevado a los tribunales por repetir un chiste que llevaba 20 años en la red” (en referencia al tuit han tenido que cerrar el cementerio de las niñas de Alcásser para que no vaya Irene Villa a por repuestos”), etc.  Con Monedero se hizo un batiburrillo acerca de si la Iglesia condenaba el suicidio asistido, o si solo se limitaba a que los poderes públicos no colaborasen. Ante Pablo Iglesias denunció que las opiniones de Podemos “no están referenciadas en la prensa escrita”. Efectivamente: lo ha dicho en el programa de televisión presentado por el propio Pablo Iglesias, perteneciente al diario Público, fundado por Roures, quien a su vez fundó la Sexta.

Esta actitud no obedece a una ortodoxia que en nuestra mediocridad no podamos comprender. La lucha contra el liberalismo no se justifica confraternizando con lo peor del comunismo. El nacionalismo regionalista no está haciendo resucitar el tradicionalismo sino asfixiando al catolicismo. Maduro no está garantizando la Fe en Venezuela, a no ser que hablemos de la Fe en marxismos bananeros. En Oriente Medio el cristianismo se persigue, salvo en aquellos islotes de larga tradición histórica que se mantienen en medio de la tempestad. La supresión de las constituciones no garantiza el cristianismo per se. Asépticas estructuras de otras épocas no son fórmulas mágicas que devuelven sin más la decencia a la sociedad, mucho menos cuando serían aprovechadas por despóticos revolucionarios.  No es lo mismo el carlismo de Carlos Hugo que el de Carlos María Isidro.

¿Alguien se imagina a Chesterton de colegueo con Lenin, en nombre de la ortodoxia? ¿O a Castellani o Donoso Cortés si hubieran podido? Juan Manuel de Prada se ha esforzado en artículos y alocuciones en repetir lo interesante que es Pablo Iglesias, con quien dice no compartir bastantes cosas pero que, según él, es un hombre por el que siente gran simpatía, somos muy injustos al juzgarlo, y se le ha de dar mayor voz. Al parecer se le olvida su radicalismo, marxismo, abortismo, posiciones probatasunas, etc.

No todo se justifica para conseguir gobiernos distribucionistas, más cuando la caridad se puede garantizar a través de muchas fórmulas políticas. La honestidad implica reconocer qué nos ha dicho la historia de unas y otras, y en base a esto la Doctrina Social de la Iglesia se orientará con mayor o menor acierto, como lo ha ido haciendo constantemente.

De Prada: no es usted un Chesterton al que llamen comunista: es usted alguien que quiere hacerse el Chesterton y que chalanea con comunistas. La misma tentación narcisista que le llevó a escribir Coños. El truco de toda la vida de contemporizar para que no le insulten, solo que con buena prosa y disfrazado de Henry Newman, no sea que sus lectores naturales le olvidemos y se le inquiete la conciencia. Brillante: aparenta sublimar la inteligencia, católico tradicional capaz de adivinar lo interesantes que son sus verdugos, con lo que le aplaudirán de un lado y otro. Católico tradicional que entiende que la misa tradicional puede volver si consentimos los círculos de Podemos, y de paso que en Público le hagan ojitos. Sabe disimular, cabalgando contradicciones (que diría cierto personaje) entre artículo y matización, e insistiendo en la historia y en sus principios morales. Así Cañizares le puede seguir apadrinando en l’Osservatore Romano, el grupo catalán Planeta publicando sus libros, Susana Griso manteniéndole como colaborador, y en fin, comer de aquí y allá. Lástima que este truco no cuele para todos.

De Prada puede ser una referencia para el catolicismo. De Pravda, no.

Vuelva.

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