Derecha e izquierda

Derecha e izquierda

El creciente mimetismo con el mundo que vive la Iglesia en estos días se está expresando con viva elocuencia en la aplicación de las categorías de derecha e izquierda a los “papables”.

Como si estuviéramos ante unas elecciones autonómicas en La Rioja, pongamos por caso.

El espectador, sobre todo el español, conjetura sobre los cardenales adscritos a cada bando – porque sí, aquí hay bandos -. Y comienza a echar cuentas.

Pero la cosa no es tan sencilla.

Para empezar, porque la mayoría de los cardenales no milita en ningún bando, lo que – dada la situación y siendo prácticos – no es necesariamente una mala noticia. Están en el “centro-reformismo”.

O sea, en ninguna parte y en todas. Y claro, entonces la cosa se complica.

Para empezar, porque también en esto es difícil discernir la derecha y la izquierda. ¿Un cardenal que desdeña las lisonjas del poder de este mundo, es conservador?¿Y un cardenal inmovilista, que se apega a la reciente herencia sinodal para mantener sus posiciones y sinecuras, es revolucionario?

La referencia al eje de derecha e izquierda no es real por muchas razones, pero sobre todo por una: porque la derecha y la izquierda son posicionamientos que parten de la aceptación de un tablero de juego previo, que no se cuestiona, y aquí lo que está en disputa no es el posicionamiento, sino precisamente el tablero.

Porque estamos hablando de una misma institución, sí, pero las palabras no pueden esconder que designan realidades diferentes. Volteando a Lampedusa, vivimos tiempos en los que todo ha de mantenerse igual para que todo cambie. Ese es el malabarismo.

Y sin que se altere nuestra digestión, a ser posible. Que también forma parte del encantamiento, para qué nos vamos a engañar.

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