Parolin, ¿papable de consenso o continuidad encubierta?

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Pietro Parolin, actual secretario de Estado del Vaticano, se perfila en los entornos eclesiásticos como uno de los candidatos mejor posicionados para suceder al papa Francisco.

No obstante, tras su imagen de moderado institucional se esconde una figura profundamente vinculada a las reformas más discutidas del pontificado actual, especialmente aquellas que han tensionado la unidad doctrinal y litúrgica de la Iglesia.

Discípulo del cardenal Achille Silvestrini —ícono del ala liberal de la Curia romana—, Parolin se formó en los círculos diplomáticos vaticanos bajo la tutela del cardenal Casaroli, impulsor de la polémica Ostpolitik. Su paso por Caracas, en plena era Chávez, fortaleció su cercanía con Jorge Mario Bergoglio, quien lo rehabilitó en 2013 tras años en la sombra durante el pontificado de Benedicto XVI. Desde entonces, Parolin ha sido una pieza clave en la consolidación del modelo bergogliano.

Una liturgia tradicional en el punto de mira

Uno de los aspectos más controvertidos de su trayectoria es su hostilidad hacia la liturgia tradicional. Según diversas fuentes eclesiales, habría declarado ante un grupo de cardenales: Debemos acabar con esta misa para siempre, en alusión al usus antiquior defendido por Summorum Pontificum. Su papel en la gestación del motu proprio Traditionis custodes, que restringe severamente la misa tridentina, ha sido central y demuestra un compromiso explícito con la supresión de toda disidencia litúrgica en favor de una uniformidad postconciliar.

Los pactos secretos con China y los escándalos financieros

Otro episodio que ha empañado la reputación de Parolin es el opaco acuerdo firmado con el régimen comunista chino en 2018, que otorga al Partido la facultad de proponer obispos. Las consecuencias han sido dramáticas: obispos clandestinos marginados, iglesias demolidas y una sumisión eclesial frente a un Estado abiertamente hostil a la fe. El cardenal Zen lo acusó directamente de vender la Iglesia al gobierno comunista, y el cardenal Müller subrayó que con el diablo no se pacta.

La gestión económica de Parolin también ha sido objeto de graves cuestionamientos. El escándalo del edificio de Londres —adquirido con fondos del Óbolo de San Pedro y revendido a pérdida— salpicó a su entorno inmediato. Aunque su colaborador más comprometido fue el cardenal Becciu, la responsabilidad estructural recae en la secretaría que él dirige, y la operación levantó sospechas sobre su capacidad para garantizar una administración transparente y eficiente.

Compromiso con la moral progresista

Parolin ha mostrado una inclinación por agendas internacionales ajenas a la doctrina católica tradicional. Su presencia en reuniones del Grupo Bilderberg o su recepción a figuras del activismo LGBT internacional, como el jurista argentino Raúl Zaffaroni, ilustran su simpatía con ciertas corrientes del pensamiento globalista. Aunque revestidas de diplomacia, estas acciones han sido interpretadas como gestos simbólicos que comprometen la coherencia moral de la Iglesia.

Desde Amoris laetitia hasta Fiducia supplicansParolin ha sido un firme defensor de la reconfiguración moral promovida por Francisco. Apoyó su inscripción como magisterio auténtico y la implantación de interpretaciones ultraliberales, como la admisión a la comunión de divorciados vueltos a casar. A juicio de muchos, esta postura quiebra la continuidad con la doctrina moral de Pablo VI y Juan Pablo II, generando un nuevo paradigma que tensiona la enseñanza perenne de la Iglesia.

Aunque se presenta como figura de consenso, Parolin representa en realidad la continuación meticulosa y administrativa del proyecto bergogliano. Lejos de encarnar un punto de inflexión, su elección consolidaría las reformas más divisivas de la etapa actual, sin el estilo caótico de Francisco, pero con igual eficacia. Su eventual elección como papa sería, más que una transición, una intensificación silenciosa del giro progresista iniciado en 2013.

Si su candidatura fuera bloqueada por un grupo importante de cardenales, él y su camarilla tienen ya preparados sus candidatos a los que poder manejar y controlar a su antojo como han hecho hasta ahora y mantener ese poder oculto en la sombra.