El Papa Francisco se reunió este martes con obispos, sacerdotes, diáconos, personas consagradas, seminaristas y catequistas en la Catedral de la Inmaculada Concepción, donde dirigió un emotivo discurso destacando la misión evangelizadora y la necesidad de mantener viva la fe en los confines del mundo.
«Una gracia tener tantas vocaciones», expresó el Pontífice al referirse a la alta participación de jóvenes seminaristas y religiosas en la ceremonia. El Papa hizo un llamado a «agradecer al Señor y a los misioneros que estuvieron antes que nosotros» por la bendición de tantas vocaciones en Timor-Leste.
El Papa enfatizó la relevancia de Timor-Leste como «un país en los confines del mundo», aludiendo a la paradoja de que «en el Evangelio, los confines son el centro». Francisco explicó que una Iglesia que se centra en sí misma y no se abre a los márgenes es «una Iglesia muy enferma», mientras que aquella que se expande hacia los confines se convierte en el verdadero centro de la misión evangelizadora.
El Papa resaltó la imagen del «perfume de Cristo», haciendo referencia al pasaje del Evangelio de San Juan en el que María unge los pies de Jesús con nardo puro. «Custodiar y difundir el perfume del Evangelio», insistió, es la misión esencial de los religiosos y catequistas en Timor-Leste. Francisco subrayó la importancia de recordar siempre «el origen del don recibido» y de vivir como «la fragancia de Cristo al servicio de Dios», citando al apóstol Pablo.
Al hablar de la riqueza natural de Timor-Leste, el Papa hizo mención del sándalo, cuya fragancia es reconocida y valorada internacionalmente, comparándola con la misión de los religiosos: «Ustedes son el perfume de Cristo, mucho más costoso que los perfumes franceses». «El Evangelio necesita ser difundido contra todo aquello que humilla y degrada la vida humana», instó, al referirse a problemas como la corrupción, el alcoholismo y la violencia.
Francisco destacó también la importancia de la formación continua en la fe y la doctrina del Evangelio. «No dejen de profundizar en la formación espiritual, catequética y teológica», animó a los presentes, resaltando que esta preparación es esencial para «purificar la cultura local a la luz del Evangelio».
El Papa hizo un llamado especial a los sacerdotes, recordándoles su rol como servidores del pueblo: «El ministerio es un servicio. Si alguno de ustedes no se siente servidor del pueblo, busque consejo». Advirtió sobre los peligros de la soberbia y la tentación del poder, mencionando que «el diablo entra siempre por los bolsillos».
Francisco concluyó su discurso con un mensaje de ánimo y esperanza: «No se desanimen. Dios sabe bien cómo cuidar a aquellos que ha llamado y enviado a la misión», alentó, y pidió a los presentes que recen por él. El encuentro finalizó con una oración del Ave María y la bendición del Papa.
El Santo Padre destacó además la importancia de los religiosos ancianos que han dedicado su vida al servicio en Timor-Leste, describiéndolos como «nuestros modelos» y agradeciéndoles por su compromiso y entrega.