El Papa Francisco, en una conmovedora intervención ante los líderes de cuatro congregaciones religiosas

El Papa Francisco, en una conmovedora intervención ante los líderes de cuatro congregaciones religiosas

Destacó vehementemente la supremacía de la caridad sobre los logros académicos en la vida espiritual. Durante esta audiencia especial, el Pontífice delineó el verdadero «examen final» para los cristianos, que no se basa en los títulos obtenidos sino en los actos de amor hacia aquellos más desfavorecidos y marginados por la sociedad. Francisco advirtió enérgicamente contra el uso de criterios mundanos para evaluar el valor de las personas dentro de sus comunidades, promoviendo un enfoque más inclusivo y compasivo.

Además, el Papa articuló la necesidad de que los corazones de los fieles permanezcan tranquilos pero no pasivos, activamente comprometidos en la misión de demostrar el amor de Dios en un mundo que, aunque repleto de información, a menudo carece de conexiones humanas significativas. Reiteró la importancia de la formación religiosa como un viaje hacia la santidad que integra tanto la oración personal y comunitaria como la vida sacramental, subrayando la urgencia de redescubrir el sentido de la adoración, un aspecto que considera perdido en la contemporaneidad.

Francisco hizo un llamado a los líderes religiosos presentes a ser educadores y formadores efectivos, que acompañen amorosamente a aquellos a su cuidado, fomentando un espíritu de humildad y formación continua. Insistió en la necesidad de estar atentos a las «inquietudes del corazón», que permiten a uno estar en paz pero siempre alerta y receptivo a las necesidades de los demás.

Concluyendo su mensaje, el Papa destacó la necesidad imperante de combatir la cultura del descarte, una mentalidad prevalente que rechaza a los menos afortunados según criterios de utilidad o estatus económico. Instó a sus oyentes a adoptar una actitud de recepción y aceptación incondicional, recordando que el juicio divino final se centrará en el amor y la caridad demostrados, no en los logros terrenales. Este discurso no solo reafirma el compromiso del Papa con los valores fundamentales del cristianismo, sino que también llama a todos los líderes espirituales a reflejar estos principios en su guía diaria y su toma de decisiones.

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