El secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, ha participado este domingo un curso de cultura política organizado por la comunidad de monjes de Camaldoli y la revista Il Regno.
Como no podía ser de otra manera, el destacado cardenal comenzó hablando sobre el conflicto entre Israel y Palestina. «Nuestro pensamiento en este momento se dirige a lo que está sucediendo en Oriente Medio, en Israel, en Palestina y en la Franja de Gaza», dijo Parolin.
El purpurado italiano reconoció que la vía diplomática se encuentra en crisis en estos momentos en todo el mundo como salida a la resolución de conflictos bélicos. Parolin aseguró que «más allá de los esfuerzos diplomáticos que no parecen tener grandes resultados – y lo digo también en referencia a la guerra en Ucrania – debemos unirnos todos en una oración coral por la paz».
El cardenal reconoció que «no sabemos cómo evolucionará y cómo terminará. Lo que está ocurriendo va más allá de lo imaginable». Consternado, Parolin afirmó que «el mundo parece haberse vuelto loco, parece que confiamos sólo en la fuerza, en la violencia, en el conflicto, para resolver problemas que están ahí, reales, y que deben resolverse con métodos muy diferentes».
Sobre el papel que debe jugar Europa en estos momentos, el secretario de Estado del Vaticano agregó que «los problemas que existen en el seno de la Unión Europea, y la dificultad de relacionarse de manera correcta con otras realidades, dificultan este papel de paz que Europa debería desempeñar en el mundo. Esperamos que recupere este papel y esta dimensión, pero no lo veo tan claro, no lo veo tan nítido».
En alusión a la guerra de Ucrania, Parolin remarcó que «Europa no puede aceptar que se vuelva a un sistema que redibuja las fronteras por la fuerza». El cardenal llamó la atención sobre lo que denominó «guerras neoimperialistas» y visiones que recuerdan un pasado que «se creía superado». Dijo que «es urgente reiterar la condena de los nacionalismos, en particular los de origen étnico. Son una mancha en la historia europea y un presagio de nuevas tragedias». «Los fundamentalismos y nacionalismos de diversa índole no pueden legitimarse, como tampoco cualquier forma de sacralización y mitificación de la idea de nación», agregó