El Santo Padre recibió en audiencia a los Obispos de la Conferencia Episcopal calabrese, junto a los Rectores, Padres espirituales, formadores y seminaristas del seminario de Calabria, región ubicada al sur de Italia.
«Permanecer con el Señor y hacer de Él el fundamento de nuestro ministerio; de lo contrario, buscaremos por encima de todo a nosotros mismos y, aunque nos dediquemos a cosas aparentemente buenas, será para llenar el vacío que llevamos dentro», le recomendó Francisco a este grupo de seminaristas italianos.
Además, también les pidió que «tengan cuidado de no caer en el arribismo que es una plaga, es una de las formas más feas de mundanidad que podemos tener los clérigos, el arribismo».
Dirigiéndose a los seminaristas, el Santo Padre les preguntó: «¿qué buscan? ¿Cuál es el deseo que los ha impulsado a salir al encuentro del Señor y a seguirle por el camino del sacerdocio? ¿Qué buscan en el Seminario? ¿Y qué buscas en el sacerdocio?». Francisco prosiguió y afirmó que “es necesario que nos lo preguntemos, porque a veces sucede que detrás de las apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, buscamos en realidad la gloria humana y el bienestar personal».
El Pontífice aseguró que «es muy triste cuando encuentras sacerdotes que son funcionarios, que se han olvidado de ser pastores del pueblo y se han convertido en clérigos de estado, como los de las cortes francesas, monsieur l’Abbé, eran clérigos de estado, es malo cuando se pierde el sentido sacerdotal; tal vez buscamos el ministerio sacerdotal como un refugio tras el que escondernos o un papel con el que ganar prestigio, en lugar de desear ser pastores con el mismo corazón compasivo y misericordioso de Cristo».
El Papa les recordó que «el Seminario es el momento de hacer verdad con nosotros mismos, dejando caer las máscaras, los trucos y las apariencias. Y en este proceso de discernimiento, dejen trabajar al Señor, que hará de ustedes pastores según su corazón porque lo contrario es enmascararse, el maquillaje, aparentar es propio de los funcionarios no de los pastores del pueblo sino de los clérigos de estado».
El Santo Padre también quiso dejar un recado para los obispos: “Quien es emérito está llamado a servir con gratitud a la Iglesia de una manera acorde con su estatus. Y no es fácil despedirse, todo el mundo nos pide (quiere) un esfuerzo para despedirse. Escribí una carta sobre el tema que empezaba con estas palabras: ‘Aprender a despedirse’, sin volver a husmear, aprende a despedirte y a mantener esa presencia ausente, esa presencia lejana que sabes que está ahí el emérito, pero reza por la Iglesia, está cerca pero no entra en el juego. No es fácil. Es una gracia del Espíritu aprender a despedirse”.