El Wall Street Journal carga contra los pactos secretos del Vaticano con Pekín

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El Wall Street Journal no es una hoja parroquial, es la voz de personajes con enorme peso en la política de la superpotencia norteamericana. Y no están nada contentos con la actitud romana hacia la tiranía china. Reproducimos a continuación su editorial ‘De católicos y comunistas chinos’, aparecido en el rotativo estadounidense.

Mientras Xi Jinping se consagraba como dictador indiscutible de China, el Vaticano anunció el sábado la renovación de su acuerdo con el Partido Comunista Chino. Es la segunda renovación desde que se negoció el acuerdo en 2018, aunque hay pocos avances en la libertad religiosa que lo avalen. Su principal contribución ha sido silenciar las críticas del Vaticano a los abusos de los derechos humanos, desde el genocidio de los musulmanes uigures hasta el enjuiciamiento político del cardenal Joseph Zen en Hong Kong.

El acuerdo da a Beijing voz en el nombramiento de obispos católicos, aunque sus términos son secretos. Se ha nombrado a un puñado de obispos, en su mayoría favorables a Pekín. Pero el National Catholic Register informa que 36 de las 98 diócesis de China carecen aún de obispo.

Todo esto ocurre mientras China insiste en que sacerdotes y obispos tienen que servir a los intereses del ateo Partido Comunista en el poder. Sin embargo, el Papa Francisco, tan crítico con Estados Unidos y el capitalismo, guarda silencio sobre China. Es una vuelta a la fallida Ostpolitik vaticana de los años sesenta y setenta, cuando Roma silenció las críticas a la Unión Soviética y sus satélites de Europa del Este.

El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado y hombre más poderoso del Vaticano después del Papa Francisco, reconoció avances limitados en el acuerdo, pero el mes pasado en la televisión italiana dijo que es imperativo asumir la «buena fe» de Pekín. El uso del término fe en esa frase es espantoso ya que los comunistas de China repudian toda creencia religiosa. China tampoco ha hecho nada para merecer esta presunción.

En la historia del papado, tal vez nada haya sido tan emocionante, incluso para los no católicos, como la elección en 1978 de un papa polaco de detrás del Telón de Acero. No tengan miedo, les diría el Papa Juan Pablo II a los creyentes, y dio ejemplo desafiando moralmente a regímenes como la Unión Soviética y usando su papado para llamar la atención del mundo sobre la difícil situación de los olvidados y perseguidos.

El lema actual del Vaticano es: ten miedo. El Papa Francisco le ha dado al Partido Comunista Chino un pase libre por su comportamiento inhumano y, al hacerlo, ha comprometido la autoridad moral de la Iglesia católica.

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