Una parte de los miembros más activos de la Comunidad de Lanceros ha celebrado, en torno a la buena mesa, su jornada de inicio de curso después de las merecidas vacaciones. El buen tono, el diálogo siempre animado por las noticias que nunca faltan ocupó el tiempo de sobremesa de esta singular comunidad que pastorea la redacción de Infovaticana.
Cada uno de los miembros más activos de la Comunidad de Lanceros aportó su análisis sobre lo que va a ser el curso eclesial. Hubo quien incluso se trajo las propuestas de los ausentes, que para nosotros son presentes. En lo que había unánime coincidencia es en considerar, salvo que nuestros hermanos de Germinans Germinabit digan lo contrario, que en este curso eclesial don Juan José, es decir, el cardenal Omella, va a ir a por todas, enseñará sus cartas y sus dientes. En este curso se la juega y bien jugada.
Su primer reto es el nombramiento de obispos. En ese proceso intervienen muchas manos. Pero de todos es sabido que el cardenal de Cretas le dedica mucho tiempo a esa preciosa misión de descabalgar candidatos propuestos por el Nuncio y a sacarse otros de la manga.
Hoy en España son diócesis con obispos con más de 75 años, Madrid, Valencia, Barcelona, Santiago, Sigüenza-Guadalajara, Pamplona, Palencia, Santander, Tuy-Vigo y Alcalá de Henares. Y ninguna está vacante. Sin obispo solo están San Sebastián, Menorca, Gerona y Ávila sin Gil Tamayo, que anda recuperándose y preparando las maletas.
Según los informantes de la Comunidad de Lanceros, es inminente la llegada de algún auxiliar. De obispos a San Sebastián, Valencia y Pamplona. Para preparar la del nuevo obispo de San Sebastián, su eminencia, el de Barcelona, se ha pasado unos días por tierras vascongadas, con todos los gastos pagados. Se da por hecho de que a San Sebastián va el contraste de Munilla. Religioso profeso con votos solemnes, franciscanista de pata negra, nacionalista de cuarta generación y con antecedentes, digamos…, que esto se lleva mucho ahora.
La jugada más maquiavélica de Omella está en el mediterráneo, a la orilla de la Malvarrosa. Ha dado con Cañizares, que se defiende como gato panaza arriba. Quiere a su candidato a toda costa. Y está moviendo Roma con Buenos Aires. Colocado Gil y Gil en Granada, por obra y gracia de un favor al Opus Dei, todo hay que decirlo, perseguido allí desde el caso de los Romanones, ahora solo falta que escale un poco García Beltrán, el de Getafe. Don Ginés, siempre don Ginés, aspira a la metropolitana. Lo que ocurre es que el menguante Osoro le tiene puesto el tapón. Y no parece que vaya a descorchar pronto esa botella.
Osoro, una piedra en el zapato de Omella, desde que el cardenal de Barcelona ha dado el visto bueno para que comience lo de Madrid. Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, el cardenal discípulo de don Elías, el viejo don Elías, está trabajando en la sustitución de Osoro. Duelo en la cumbre a la vista.
Nadie sabe cuál es la razón por la que ahora Omella y sus compinches, es decir, los miembros de la “Comisión de ayuda al Nuncio en materia de nombramientos episcopales” están empeñados en sacar cuanto antes el bueno del arzobispo de Pamplona de la sede de san Fermín. Con lo moderado y tranquilo que siempre ha sido don Francisco. ¿Qué mal ha hecho?
Donde se la juega Omella es en la Secretaría General de la Conferencia Episcopal. Se acabó el tiempo en el que Argüello, feliz entre los felices hijos de Pucela, tapaba los agujeros de Omella. Ahí Omella sí se la juega. Por eso prepara a conciencia su candidato. Mejor dicho, candidata.
De esta baza les hablaremos pasadas unas semanas. Su nombres es… Raquel Pérez Sanjuán. Un portento de chica, servicial, maja, un primor, un modelo, por no decir, una modelo. Les contaremos.
Diego Lanzas