26 expresidentes hispanoamericanos han firmado una declaración conjunta en la que piden a Francisco que se pronuncie sobre los ataques a la Iglesia por parte de la dictadura del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.
Lo hemos dicho a menudo: en un Papa tan espectacularmente locuaz, que opina sobre todo lo divino y (sobre todo) lo humano, los silencios hablan muy alto, y son muchos dentro y fuera de la Iglesia los perplejos ante el silencio de Su Santidad sobre la abierta y muy pública persecución que ha desencadenado el régimen nicaragüense contra los prelados de la Iglesia Católica. Cuesta entender que el Santo Padre quiera viajar al otro lado del mundo, Canadá, para pedir perdón por lo que, sin prueba alguna, calificó de “genocidio” de los misioneros contra los indígenas en el pasado, e ignore la represión violenta que ahora mismo sufren sus hijos en Nicaragua, como sigue haciéndolo con los católicos chinos.
El caso es tan clamoroso que ha movido a los exmandatarios integrantes de la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA) a implorar al Papa que se pronuncie sobre la persecución religiosa en el país centroamericano.
En su declaración sobre el régimen de Ortega y Rosario Murillo, los exjefes de Estado y de gobierno denuncian la actual “persecución agravada de la libertad religiosa” tras la reciente “criminalización de líderes políticos y sociales” y el “cercenamiento radical” de toda libertad de expresión y de prensa.
La carta ha sido enviada al Vaticano, pero también conforma un llamamiento a la opinión pública y la prensa de la región e internacional para «mantener la mirada en Nicaragua» y así poder contribuir a la paz del país.