Pues me voy inclinando a volver a lo de calabacín

El obispo Adolfo González Montes anuncia a su sucesor, Antonio Gómez Cantero

Y pienso que incluso quedándome muy corto.

Uno, como todos, tiene su historia y en la mía ya estaban González Montes y Gómez Cantero desde antes de que éste fuese nombrado coadjutor de Almería. El primero desde sus días de obispo abulense. En los que no le traté lo que se dice bien. Estoy seguro que desde entonces no me tenía la menor simpatía. Gómez Cantero me pareció un cantamañanas desde Teruel y fue en aquella diócesis donde le califiqué de calabacín. Por sus gilipolleces notorias y absurdas. Salieron todos los obispos en un serial televisivo largo y pesado justificando ya no me acuerdo que. Los hubo más y menos brillantes, pero el de Teruel compareció con ¡¡¡dos niños!!! que pegaban allí como en un cuadro de Cristo dos pistolas en el cinto. En ese momento pensé: nos ha tocado un obispo gilipollas: el de Teruel.

Por esos días, aterrados todos por miles de muertes del Covid, los ataúdes acumulados en el Palacio de Hielo porque las incineradoras no daban abasto fueron una imagen verdaderamente trágica, muchos obispos no estuvieron afortunados precipitándose a cerrar las iglesias, de cuyo error todavía no se han recuperado y seguramente no se recuperarán, hubo sacerdotes, que creían en el poder de Dios y de la oración que asumieron iniciativas particulares como mantener abierta su iglesia pese a la orden del obispo, multiplicarse en los hospitales, recorrer con el Santísimo las calles de su pueblo… Pues este cretino con balcones a la calle desautorizó a esos sacerdotes que tenían mucha más fe, esperanza y caridad que el entonces obispo de Teruel. Cuando el obispo de Alcalá, desde la torre de su catedral bendijo  con Cristo Sacramentado, dando lo más que tenía a su pueblo angustiado, la alta torre era muy poco para ese obispo y sobre todo para quien él llevaba en sus manos, mientras que el de Teruel chapoteaba en el lodazal.

Luego vino lo de Almería con vergüenza y cobardía vaticana, tampoco sorprendentes. ¿Había arruinado González Montes la diócesis con una actuación gravemente irresponsable? Si fue así, que no lo sé pero que es posible, de emérito ya sin zarandajas. Y no este sucedáneo, y por etapas, que recuerda demasiado el caso de Bueno Monreal con el cardenal Segura.

¿Y fue tan grave la ruina económica de la diócesis? ¿Mucho más que lo de Orense o lo que puede ser de Madrid? Si así fuere bueno sería conocerlo. Caiga quien caiga. Y si fuera una mano negra de gran poder que hubiera detrás, también.

Se ve que las críticas hacen mella en el obispo y su entorno. Y a eso parece responder la carta del vicario general al clero que más que aclarar, enmierda.

Lo del obispo africano parece que debió ser como se contó y que ante la vergüenza misericordiosa, inmigrante, sinodal y tócame las narices, intentan disimularla. Pues bien está si favorece al pobre obispo negro.

Respecto al coche, se lo regalaron. Vale. Entiendo que no revele el  nombre del donante. Pero tan francisquista él, a ver si va a ser solo de boquilla, eso se vende, se compra uno menos «ostentóreo» y la diferencia para los pobres. No es descartable que ahora lo haga pues hasta que no nos leyó no se había dado cuenta de lo improcedente.

Y de tener al emérito sin agua caliente, nada. ¿Es cierto o falso?

Ahí os dejo la carta del vicario general:

(Si consigo reproducirla, que el primer intento ha sido fallido)

Almería, a 3 de enero de 2022
Santo Nombre de Jesús
Querido hermano,
Otra vez esta mañana, un medio de comunicación ha dedicado un artículo
con falsedad, doblez y medias verdades sobre nuestro obispo D. Antonio Gómez
Cantero, con el único objetivo de poder desprestigiarle y hacer más difícil el camino
de nuestra Iglesia diocesana. Quieren que crezca el desafecto, la sospecha, la
inquina y siembran la cizaña de la que ya nos habla el Evangelio.
Los dos temas concretos a los que se refieren son ya conocidos por algunos
sacerdotes, pero me gustaría que los conocieras de primera mano.
Mons. Cyprien Mbuka Nkuanga pasa con frecuencia temporadas entre
nosotros para mejorar de su enfermedad. El habló sobre su situación con nuestro
obispo D. Antonio. Ni él ni nuestro obispo tienen conocimiento de que tenga cáncer,
sus problemas son de huesos. En este momento está en la Residencia Casa
Sacerdotal, pero se le está buscando una residencia donde pueda ser atendido
durante el tiempo que permanezca entre nosotros. Mons. Cipriano participa de la
vida de la diócesis y acompaña a nuestro obispo en algunas celebraciones en la
catedral. El deseo de D. Antonio, como así se lo ha comunicado cada vez que se
encuentran comiendo en la casa sacerdotal, es que esté entre nosotros, lo más
cómodamente posible, todo el tiempo que sea necesario para su restablecimiento.
En relación al coche que usa nuestro obispo, decirte que cuando llegó a esta
diócesis no tenía coche propio, pues el suyo lo regaló a la Diócesis de Teruel, al
tener esta un coche para su obispo. Unas personas, conocedoras de la situación
económica de la diócesis, se ofrecieron a comprar el coche que les pareció
oportuno, y se les agradeció su generoso ofrecimiento.
De todas formas, lo importante no son estas dos noticias que se dan hoy, ni
las que seguirán dando, para deteriorar nuestro trabajo en la diócesis y la misión de
nuestro obispo, sino el deseo de fondo de hacer crecer en nosotros, en todos los
sacerdotes y diáconos, el desánimo, la tristeza y la falta de entrega. No hay que
desanimarse. El Evangelio nos enseña que el Señor dejó crecer a la cizaña junto al
trigo hasta que los ángeles hicieran la cosecha al final de los tiempos.
Hasta entonces, nada nos impide hacer el bien: anunciar el amor de Dios,
celebrarlo cada día en la eucaristía y ofrecerlo a todos, empezando por los que más
sufren y por los pobres, y a esa misión estamos enviados todos. D. Antonio ha
llegado a esta Iglesia diocesana enviado por el Papa, igual que llegaron todos los
obispos anteriores a él, y a esta misión ha entregado su vida, igual que todos
nosotros, el día de nuestra ordenación.
Pidamos unos por otros para que podamos seguir juntos en este camino,
sabiendo que no será fácil, pero que, con el trabajo de todos, al servicio del
Evangelio, y entregados a la misión daremos los frutos que el Señor nos pide.
Recibe un cordial abrazo en Cristo,
Ignacio López Román,
Vicario General.

Salió

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