Gustavo Óscar Zanchetta, obispo de Orán (Argentina), nombrado por Francisco el 23 de julio de 2013. Y cuya renuncia le fue aceptada ayer. Por motivos de salud. A sus 53 años.
Al leerla en el Bolletino estuve a punto de meter la pata hasta el corvejón. Asombrado de que el Papa argentino nombrara compatriotas hasta para Argelia. Como no quiero mirar al Papa con lupa me callé mi extrañeza y Dios ha premiado mi misericordia evitándome el ridículo. Porque Orán es una diócesis argentina. Inmersa como tantas en la revolución francisquista que no cesa de suministrarnos renuncias y nombramientos en aquella nación. Que el Papa conoce perfectamente. No voy a perder el tiempo buscando las renuncias que aceptó y los nombramientos que ha hecho pero son muchísimos. Y tampoco le voy a negar su conocimiento sobre aquella Iglesia. Ya sobre el acierto no puedo opinar. Será el que sea.
Pero lo cierto es que Zanchetta le salió rana. Por motivos de salud o por los que fueren. Le ha durado cuatro años. Y con un joven. Hay otros a los que nombra, dada su edad, más o menos para ese plazo pero evidentemente no era el caso de este Zanchetta.
La enfermedad le puede llegar a cualquiera incluso muy joven. Y con cuatro años de anticipación no es previsible. A veces en un circo le crecen los enanos. Cosa que tampoco es normal.
Un amigo argentino me comenta lo de este obispo. Os dejo su comentario. Que tampoco será la verdad de Dios. Simplemente lo que piensan algunos que me hacen partícipe de su opinión:
«A los 53 años y luego de haber sido durante cuatro años obispo de la diócesis de Orán, Gustavo Zanchetta anunció este sábado en una carta a la comunidad y de manera sorpresiva su renuncia a la sede episcopal por “un problema de salud” cuya recuperación considera imposible de seguir en la provincia de Salta, lo que motivó su alejamiento en cuestión de horas, sin despedirse de los feligreses ni de sus sacerdotes.
De acuerdo al portal Caminos Religiosos, el estado de salud del prelado presentó en los últimos meses algunos síntomas que requirieron estudios, pero nada que hiciera suponer la decisión de viajar a Roma para presentar ante el Papa Francisco la renuncia como obispo.
Monseñor Gabriel Acevedo, vicario general de la diócesis, comunicó oficialmente por escrito a la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) lo que ya se considera un escándalo: “El señor obispo Gustavo dejó la diócesis en horas de la mañana con destino a la arquidiócesis de Corrientes, donde será recibido como huésped por el señor arzobispo, monseñor Andrés Stanovnik”.
Sin mayores explicaciones, se confirmaba que Zanchetta ya no estaba en Salta, sino que había decidido asilarse a 860 kilómetros de distancia para esperar la aceptación de la renuncia por parte del Santo Padre, que se efectuó este martes, según divulgó la Nunciatura apostólica. Francisco nombró administrador apostólico sede vacante al arzobispo de Corrientes, quien oficia además de anfitrión del ahora obispo emérito.
Con nombramiento episcopal polémico y resistido por sectores eclesiales, este sacerdote capuchino ordenado el 13 de diciembre de 1991 por monseñor Jorge Novak, primer obispo de Quilmes, tuvo una carrera meteórica dentro de la Iglesia: desde sus comienzos como vicario parroquial de la catedral de Quilmes y con funciones en el seminario diocesano, con 34 años fue enviado en 1998 a Roma para cursar durante dos años una especialización en Teología.
En diciembre de 2008 y con 44 años fue nombrado subsecretario ejecutivo -en la práctica, mano derecha del secretario general, segundo en importancia- del episcopado y secretario de la Comisión Episcopal para la UCA, por entonces bajo el mando de otro cuestionado sacerdote: monseñor Alfredo Zecca, quien recientemente semanas atrás como arzobispo de Tucumán por razones de salud.
Antes de ser designado obispo en junio de 2013 por el Papa, Zanchetta sumó entre sus cargos el de vicario episcopal de Asuntos Económicos, apoderado general del obispado de Quilmes y representante legal de todos los colegios de la diócesis de Quilmes, lo que generó entre sus colegas que fuera visto como alguien que buscaba hacer carrera en la Iglesia para ser nombrado obispo. Su gravitación le trajo numerosas denuncias en materia de desmanejos económicos, involucrando incluso a los colegios bajo su órbita.
Esos mismos manejos de la administración económica-pastoral de la diócesis con “poco olor a oveja” como lo recuerdan en Quilmes, se habrían repetido en Orán, precipitando su salida. Se conocen en la provincia sus aceitados vínculos con miembros del poder político y económico, que le permitieron recibir asistencia y fondos del gobierno provincial y nacional dado que invocaba ser «pastor de una diócesis necesitada».
Algunos de los pedidos, consigna Caminos Religiosos, tenían poco que ver con la actividad religiosa. Sobre el estrecho vínculo entre el prelado y el gobierno provincial.
Zanchetta también es recordado por haberse negado a un control antidroga de rutina que la Gendarmería Nacional estaba llevando adelante en rutas de Salta en mayo de 2014, abusando de su investidura y amenazando a los oficiales con denunciarlos ante sus superiores. Finalmente, su vehículo fue inspeccionado y se le permitió seguir».
Ayuda a Infovaticana a seguir informando