El arzobispo de Lima, el cardenal Carlos Castillo, ha emitido un controvertido comunicado en donde se ha pronunciado sobre la bochornosa obra blasfema que insulta a la virgen María y que iba a tener lugar en la Universidad Pontificia Católica de Perú.
Además de manifestar en nombre de la Iglesia de Lima, en calidad de arzobispo y gran canciller de la PUCP su «más profunda indignación y rechazo a la publicidad injuriosa hacia nuestra fe cristiana de una obra incluida en un Festival de la Facultad de Artes Escénicas de la PUCP», el cardenal Carlos Castillo, sin venir a cuento, ha aprovechado para arremeter indirectamente y sin nombrarlos contra el Sodalicio de Vida Cristiana, el grupo católico a quien Castillo tiene enfilados y cuya disolución ha pedido a la Santa Sede.
En un intento por quitar responsabilidad sobre lo ocurrido a la Universidad, el cardenal Castillo asegura en su carta que «en la PUCP impera e imperará siempre una sana conversación sobre problemas humanos suscitados por diferentes factores, incluso religiosos».
Acto seguido, el polémico cardenal y sucesor de Cipriani en Lima escribe lo siguiente: «Así como hubo y aún hay en la Iglesia una real agresión desde sectores denominados católicos que hicieron de la fe una ideología para dominar y destruir personas, y por ejemplo se dedicaron a enriquecerse a costa de una caprichosa interpretación del acuerdo entre la Santa Sede y el Estado Peruano, así también la PUCP existen personas que frivolizan nuestra fe, pero no se trata de toda la Comunidad Universitaria que conforma la PUCP».
Este párrafo del arzobispo de Lima es un claro dardo al Sodalicio de Vida Cristiana, ya que fueron señalados por la misión especial Scicluna-Bertomeu por haber puesto en riesgo el acuerdo entre el Vaticano y Perú. Por tanto, en un comunicado en donde debería de manifestarse sobre una obra blasfema que iba a tener lugar en la Universidad en la cual él es Gran Canciller, ha metido también con calzador una pulla contra el Sodalicio.
El cardenal Carlos Castillo finaliza la carta asegurando que «estamos ya en la PUCP en camino sinodal irreversible, reformando como toda Institución Católica».