Cardenal Eijk: «Debemos proclamar plenamente la fe católica, incluidas sus enseñanzas sobre la moral sexual»

Cardenal Willem J. Eijk

El cardenal Willem J. Eijk, Primado de los Países Bajos, ha abordado los cambios en la percepción social del matrimonio y la paternidad, así como las consecuencias que esto acarrea, según informa el medio polaco Ekai.

El arzobispo de Utrecht ha participado esta semana en el III Congreso Internacional sobre el Matrimonio y la Familia, que se ha celebrado en Cracovia.  Eijk afirmó que la Iglesia Católica es actualmente «prácticamente la única institución en el mundo que defiende el concepto clásico de matrimonio y los valores y normas tradicionales en el ámbito de la sexualidad«. Eijk explicó que la enseñanza de la Iglesia se basa en la estrecha conexión existente entre el matrimonio, las relaciones sexuales y la procreación, subrayando que «tenemos relaciones sexuales solo después de casarnos. El matrimonio y las relaciones sexuales tienen como objetivo la procreación».

El cardenal destacó que muchos en la sociedad contemporánea encuentran esta idea difícil de comprender debido a la disponibilidad de anticonceptivos hormonales desde los años 60, los cuales permiten evitar embarazos. Además, mencionó la posibilidad de tener hijos mediante métodos de procreación artificial, fuera del marco matrimonial. «Desde la introducción de los anticonceptivos hormonales, la separación del matrimonio, las relaciones sexuales y la procreación se ha convertido en un fenómeno de masas», indicó Eijk, atribuyendo también esta fragmentación al proceso de secularización. A medida que la importancia de Dios disminuye en la vida cotidiana, el matrimonio se percibe cada vez menos como una institución divina, lo que, a juicio del cardenal, conlleva la desaparición de valores y normas relacionados con la experiencia de la sexualidad y la procreación.

El prelado holandés identificó la prosperidad creciente desde mediados de los años 60 como otro factor que ha transformado la percepción del matrimonio y la sexualidad, favoreciendo una cultura individualista. «Un individualista se pone en escena y ve a los demás como espectadores. Elige su propia filosofía de vida, sus valores y normas, y enfatiza su autonomía. Se convierte en su propio ‘Papa'», añadió Eijk.

El Primado de los Países Bajos también criticó el impacto del feminismo radical, al que acusó de haber fomentado la teoría de género, la cual permite que las personas elijan su identidad de género con independencia de su sexo biológico. «Esto implica la separación más radical del matrimonio, las relaciones sexuales y la procreación», explicó el cardenal, señalando que esta teoría dificulta la transmisión de las enseñanzas de la Iglesia sobre moralidad matrimonial y ética sexual. «La teoría de género desdibuja los conceptos de hombre y mujer. La confusión de estos conceptos complicará significativamente la proclamación de la fe cristiana en los próximos años», afirmó.

No rotundo a adaptar las enseñanzas de la Iglesia a las demandas mundanas

El arzobispo, basándose en su experiencia en los Países Bajos, señaló que adaptar las enseñanzas de la Iglesia a las actitudes sociales modernas ha demostrado ser ineficaz, evidenciado por el continuo descenso en la asistencia a la iglesia, que actualmente se sitúa en solo el 2,5% de los católicos holandeses que asisten a misa dominical. «La Iglesia debe seguir proclamando con honestidad y libertad sus enseñanzas sobre la moral conyugal y la ética sexual«, enfatizó Eijk.

No obstante, el cardenal se mostró esperanzado ante los primeros indicios de un renacimiento de la Iglesia en los Países Bajos, destacando que los jóvenes que solicitan el bautismo y la confirmación tienden a aceptar la totalidad de la doctrina católica. «La actual cultura de hiperindividualismo y secularización algún día colapsará. Si una minoría creativa de cristianos convencidos está preparada, podrá liderar el surgimiento de una nueva cultura», sostuvo el Primado.

Eijk concluyó su intervención subrayando la importancia de transmitir la fe católica, incluidas sus enseñanzas sobre moral matrimonial y ética sexual, a las nuevas generaciones. «De esta manera, podemos contribuir al surgimiento de una nueva cultura en la que se reconozca y viva la conexión esencial entre matrimonio, relaciones sexuales y procreación», concluyó el cardenal