Francisco no ha hecho el menor comentario sobre el desastre de Pensilvania, y su jefe de Prensa, Greg Burke, ni siquiera lo juzga lo bastante importante para interrumpir sus vacaciones. Esto explica algunas cosas, en nuestra opinión.
Su Santidad el Papa ha tenido ocasión de dirigirse a los fieles esta mañana de miércoles 15 de agosto, Día de la Asunción de Nuestra Señora, y no ha razón para pensar que haya cambiado una coma en su mensaje tras el espantoso panorama de abusos homosexuales de clérigos en seis diócesis de Pensilvania y el cínico encubrimiento de sus superiores, porque no ha hecho la menor referencia.
Como si la cosa no fuera con Roma.
Tampoco es fácil que el Vaticano dé, al menos, una respuesta cualificada a la prensa, que llama para conocer la reacción ante datos tan devastadores para la institución bimilenaria, porque el responsable de la Sala de Prensa, Greg Burke, está de vacaciones.
Nada más necesario que unas buenas vacaciones, y agosto es el mes perfecto para tomárselas, pero alguien podría considerar una frivolidad poco profesional y, francamente, muy irresponsable no interrumpirlas cuando la institución para la que trabajas -el gobierno de la Iglesia Católica- está viviendo una de las crisis más angustiosas de su historia.
Pero este es el mensaje que recibe quien trata de contactar con el jefe de prensa del Vaticano, miembro del Opus Dei: «Estoy de vacaciones. Si tiene alguna consulta para la Sala Stampa, por favor, póngase en contacto con Paloma Garcia Ovejero.» Ninguna información de contacto para casos de extrema urgencia.
Sinceramente, no creo que lo que está ocurriendo deba dejarse en manos de un número dos, por competente que sea. Es una cuestión de respeto, no ya hacia los informadores, sino a los mismos fieles católicos.
Burke -más aún, el propio Papa- debería haber hecho alguna declaración tras el comentario público y abiertamente herético de Thomas Rosica -¿no trabaja precisamente en la versión inglesa de la Sala de Prensa?- en el sentido de que la Iglesa ha entrado en una nueva fase en la que las decisiones de su líder, el Papa, están por encima de la Escritura y la Tradición.
Entendemos que Greg codicie, como cualquiera, unas bien merecidas vacaciones. Por eso le sugerimos que se busque un empleo más relajado.