El pasado viernes varios medios publicamos (InfoVaticana en español, La Nuova Bussola en italiano y L’Homme Noveau en francés) simultáneamente la carta con la que el Cardenal Sarah matizaba y acotaba el alcance del motu proprio Magnum Principium, relativo a las traducciones de los textos litúrgicos a los diferentes idiomas y hecho público por el Papa el pasado 9 de septiembre.
En la misiva, el prefecto de la Congregación para el Culto Divino aclaraba que la norma que sigue rigiendo sobre las traducciones de textos litúrgicos es Liturgiam Authenticam, fechado en 2001.
Pues bien, parece que la interpretación de Sarah no es correcta. Precisamente el Papa quería brindar a las conferencias episcopales de la libertad de traducción de textos litúrgicos, interpretación extensiva contra la que advertía el purpurado en su carta.
El pasado lunes Francisco envió una carta al Cardenal Sarah en la que califica de «inexactos» los comentarios del purpurado y le explica cuál es el verdadero sentido y alcance de su Motu Proprio.
El cardenal había difundido su carta en varios medios simultáneamente. En español en InfoVaticana, en francés en L’homme Noveau y en italiano en LNBQ. Sobre esto, señala el Papa, «constatando que el comentario ha sido publicado en algunos sitios web y se le ha atribuido erróneamente a usted, le pido amablemente que brinde esta respuesta a los mismos sitios, así como que lo envíe a todas las Conferencias Episcopales, Miembros y Consultores de este Dicasterio».
Siguiendo las órdenes del Papa, publicamos la misiva del Papa al cardenal Sarah, firmada el pasado domingo 15 de octubre. Precisamente el lunes Francisco recibió a Arthur Roche, secretario del dicasterio presidido por Sarah, probablemente para entregarle la misiva. Puede leer la carta íntegra del Papa a continuación en italiano (aquí la imagen original de la carta del Papa), y una traducción al español:
Ciudad del Vaticano, 15 de octubre de 2017
A su eminencia Reverendísima
El señor Card. Robert Sarah.
Prefecto de la Congregación para el Culto Divino
y la Disciplina de los sacramentos
Eminencia
He recibido su carta del 30 septiembre en la que quiere, benévolamente, expresarme su gratitud por la publicación del Motu Proprio Magnum Principium y transmitirme una elaborada nota, «comentarios», sobre los mismo con el objetivo de facilitar una mejor comprensión del texto.
Al agradecerle sentidamente por su empeño y contribución, me permito expresarle simplemente, y espero con claridad, algunas observaciones sobre su nota, que considero importantes sobre todo para la aplicación y la justa comprensión del Motu Proprio y para evitar ningún malentendido.
En primer lugar, es importante señalar la importancia de la clara diferencia que el nuevo Motu Proprio establece entre recognitio y confirmatio, bien consagrado en los § 2 y 3 del canon 838, para abolir la práctica adoptada por el Dicasterio después de Liturgiam Auténticam (LA) y que el nuevo Motu Proprio quería cambiar. Por lo tanto, no podemos decir que recognitio y confirmatio son «estrictamente sinónimos (o) son intercambiables» o «son intercambiables en el nivel de responsabilidad de la Santa Sede».
En realidad el nuevo canon 838, a través de la distinción entre recognitio y confirmatio, afirma la diversa responsabilidad de la Sede Apostólica en el ejercicio de estas dos acciones, así como la de las conferencias episcopales. Magnum Principium ya no sostiene que las traducciones deben ajustarse en todos los puntos a las reglas de Lirugriam auténticam, como se afirmaba en el pasado. Por esta razón, los números individuales de LA deben ser cuidadosamente re-entendidos, incluyendo los número 79-84, para distinguir lo que exige el código para la traducción y lo que se requiere para las adaptaciones legítimas. Por lo tanto, está claro que algunos números de Liturgiam Authenticam han sido derogados o han caído en los términos en los que fueron reformulados por el nuevo Motu Proprio (por ejemplo el 76 y el 80).
Sobre la responsabilidad de las Conferencias Episcopales de traducir «fideliter», debe especificarse que el juicio acerca de la fidelidad al latín y las correcciones necesarias, que era el deber del dicasterio, mientras que ahora la norma otorga a las Conferencias Episcopales el poder de juzgar la bondad y la consistencia de ‘uno y el otro extremo en la traducción del original, incluso en diálogo con la Santa Sede. La confirmatio no supone más, por lo tanto, un exemen detallado palabra por palabra, excepto en casos obvios que se pueden hacer a los presentes Obispos para su posterior reflexión. Esto se aplica en particular a las fórmulas relevantes, como para las oraciones eucarísticas, especialmente las fórmulas sacramentales aprobadas por el Santo Padre. La confirmatio también tiene en cuenta la integridad del libro, que verifica que todas las piezas que componen la edición típica ha sido traducido [1].
Aquí se puede añadir que, a la luz del MP, el «fideliter» § 3 del canon, implica una triple fidelidad: al texto original en el primer lugar; al lenguaje particular que se traduce y finalmente a la comprensibilidad del texto por los destinatarios (cf .. Institución General del Misal romano Nos. 391-392)
En este sentido, la recognitio solo indica verificación y preservación de la conformidad a la ley y la comunión de la Iglesia. El proceso de traducción de los textos litúrgicos relevantes (fórmulas sacramentales, el Credo, el Padre Nuestro…) en un idioma – de las que se consideran traducciones auténticas – no debe conducir a un espíritu de «imposición» a las conferencias episcopales de una determinada traducción realizada por el Departamento, ya que con ello se perjudicaría el derecho de los obispos consagrado en el canon, e incluso antes de que el SC 36 § 4. Por otra parte, tenga en cuenta la similitud con el canon 825 § 1 sobre la versión de la Sagrada Escritura que no requiere confirmación por parte de la Sede Apostólica.
Resulta inexacto atribuir a la confirmatio el propósito de la recognitio (es decir, «verificar y salvaguardar el cumplimiento de la ley»). Ciertamente, la confirmatio no es un acto puramente formal, pero necesario para la edición del libro litúrgico «traducida»: se concede después de que esa versión se ha presentado a la Santa Sede para la ratificación de la aprobación ya realizada por los Obispos, en un espíritu de diálogo y de ayuda para reflejar si es necesario, respetando sus derechos y deberes, considerando la legalidad del proceso seguido y sus modalidades [2].
Por último, señor cardenal, reitero mi fraterno agradecimiento por su compromiso y constatando que el comentario ha sido publicado en algunos sitios web y se le ha atribuido erróneamente a usted, le pido amablemente que brinde esta respuesta a los mismos sitios, así como que lo envíe a todas las Conferencias Episcopales, Miembros y Consultores de este Dicasterio
fraternalmente
Città del Vaticano, 15 ottobre 2017
A Sua Eminenza Reverendissima
il signor Card. Robert SARAH
Prefetto della Congregazione per il Culto Divino
e la Disciplina dei Sacramenti
Città del Vaticano
Eminenza,
ho ricevuto la sua lettera del 30 settembre u.s., con la quale Ella ha voluto benevolmente esprimermi la sua gratitudine per la pubblicazione del Motu Proprio Magnum Principium e trasmettermi una elaborata nota, “Commentaire”, sullo stesso finalizzata a una migliore comprensione del testo.
Nel ringraziarla sentitamente per l’impegno e il contributo, mi permetto di esprimere semplicemente, e spero chiaramente, alcune osservazioni sulla sopramenzionata nota che ritengo importanti soprattutto per l’applicazione e la giusta comprensione del Motu Proprio e per evitare qualsiasi equivoco.
Innanzitutto occorre evidenziare l’importanza della netta differenza che il nuovo MP stabilisce tra recognitio e confirmatio, ben sancita nei §§ 2 e 3 del can. 838, per abrogare la prassi, adottata dal Dicastero a seguito del Liturgia authenticam (LA) e che il nuovo Motu Proprio ha voluto modificare. Non si può dire pertanto che recognitio e confirmatio sono “strettamente sinonimi (o) sono intercambiabili” oppure “sono intercambiabili a livello di responsabilità della Santa Sede”.
In realtà il nuovo can. 838, attraverso la distinzione tra recognitio e confirmatio, asserisce la diversa responsabilità della Sede Apostolica nell’esercizio di queste due azioni, nonché quella delle Conferenze Episcopali. Il Magnum Principium non sostiene più che le traduzioni devono essere conformi in tutti i punti alle norme del Liturgia authenticam, così come veniva effettuato nel passato. Per questo i singoli numeri di LA vanno attentamente ri-compresi, inclusi i nn. 79-84, al fine di distinguere ciò che è chiesto dal codice per la traduzione e ciò che è richiesto per i legittimi adattamenti. Risulta quindi chiaro che alcuni numeri di LA sono stati abrogati o sono decaduti nei termini in cui sono stati ri-formulati dal nuovo canone del MP (ad es. il n. 76 e anche il n. 80).
Sulla responsabilità delle Conferenze Episcopali di tradurre “fideliter”, occorre precisare che il giudizio circa la fedeltà al latino e le eventuali correzioni necessarie, era compito del Dicastero, mentre ora la norma concede alle Conferenze Episcopali la facoltà di giudicare la bontà e la coerenza dell’uno e dell’altro termine nelle traduzione dall’originale, se pure in dialogo con la Santa Sede. La confirmatio non suppone più dunque un esame dettagliato parola per parola, eccetto nei casi evidenti che possono essere fatti presenti ai Vescovi per una loro ulteriore riflessione. Ciò vale in particolare per le formule rilevanti, come per le Preghiere Eucaristiche e in particolare le formule sacramentali approvate dal Santo Padre. La confirmatio tiene inoltre conto dell’integrità del libro, ossia verifica che tutte le parti che compongono l’edizione tipica siano state tradotte[1].
Qui si può aggiungere che, alla luce del MP, il “fideliter” del § 3 del canone, implica una triplice fedeltà: al testo originale in primis; alla particolare lingua in cui viene tradotto e infine alla comprensibilità del testo da parte dei destinatari (cfr. Institutio Generalis Missalis Romani nn. 391-392)
In questo senso la recognitio indica soltanto la verifica e la salvaguardia della conformità al diritto e alla comunione della Chiesa. Il processo di tradurre i testi liturgici rilevanti (ed es. formule sacramentali, il Credo, il Pater Noster) in una lingua – dalla quale vengono considerati traduzioni autentiche -, non dovrebbe portare ad uno spirito di “imposizione” alle Conferenze Episcopali di una data traduzione fatta dal Dicastero, poiché ciò lederebbe il diritto dei Vescovi sancito nel canone e già prima dal SC 36 § 4. Del resto si tenga presente l’analogia con il can. 825 § 1 circa la versione della Sacra Scrittura che non necessita di confirmatio da parte della Sede Apostolica.
Risulta inesatto attribuire alla confirmatio la finalità della recognitio (ossia “verificare e salvaguardare la conformità al diritto”). Certo la confirmatio non è un atto meramente formale, ma necessario alla edizione del libro liturgico “tradotto”: viene concessa dopo che la versione è stata sottoposta alla Sede Apostolica per la ratifica dell’approvazione dei Vescovi, in spirito di dialogo e di aiuto a riflettere se e quando fosse necessario, rispettandone i diritti e i doveri, considerando la legalità del processo seguito e le sue modalità[2].
Infine, Eminenza, ribadisco il mio fraterno ringraziamento per il suo impegno e constatando che la nota “Commentaire” è stata pubblicata su alcuni siti web, ed erroneamente attribuita alla sua persona, Le chiedo cortesemente di provvedere alla divulgazione di questa mia risposta sugli stessi siti nonché l’invio della stessa a tutte le Conferenze Episcopali, ai Membri e ai Consultori di codesto Dicastero.
Fraternamente
Francesco
Ayuda a Infovaticana a seguir informando