El todavía Arzobispo de Madrid no pudo colocar a Fidel Herráez como su sucesor, con quien tenía garantizadas ciertas prerrogativas.
El cardenal Rouco Varela ha estado en Alemania la segunda quincena de agosto. Su ausencia fue el momento propicio para que la Santa Sede anunciara al gobierno, rápida y discretamente, el nombre del nuevo arzobispo de Madrid, pidiendo máximo sigilo, y evitando así la posibilidad de que el cardenal conociera el nombre de su sucesor antes del 28 de agosto, fecha prevista para el anuncio oficial.
Esta cautela, aparentemente excesiva, intentaba evitar mayores altercados con el cardenal, quien llevaba tiempo intentando asegurar, con gran tesón y energía, la sucesión de su candidato favorito para el arzobispado, Monseñor Fidel Herráez, obispo auxiliar de Madrid.
Como informó Infovaticana, el nombramiento de Monseñor Carlos Osoro como sucesor de Rouco Varela fue filtrado por una indiscreción del ministro del Interior, lo que provocó que el cardenal conociera a través de la prensa que sus entusiasmados consejos no habían sido escuchados.
Según fuentes cercanas al todavía arzobispo de Madrid, el purpurado no tenía planeado abandonar el episcopado tan pronto, asegurando a sus colaboradores que «el 15 de mayo de 2015 celebraría San Isidro como Arzobispo de Madrid».
La aceptación de su renuncia por el Santo Padre representó por tanto una gran sorpresa para el cardenal, aunque pronto se puso en marcha para asegurar la sucesión de Fidel, con quien tenía garantizada una estrecha colaboración, así como ciertas concesiones que el cardenal podría disfrutar tras su jubilación. Colaboradores cercanos del Cardenal aseguraron a Infovaticana en el mes de julio que «con un 95% de probabilidad» el sucesor sería Fidel Herráez, y que por tanto, Rouco seguiría siendo «Arzobispo en la sombra».
Aunque las circunstancias han cambiado, y Monseñor Herráez no ha ascendido al trono archiepiscopal, el cardenal parece no haber encajado el golpe, y según aseguran fuentes de su entorno, Rouco Varela ha decidido que no abandonará su residencia oficial como Arzobispo de Madrid, sino que habilitará unas dependencias para el nuevo arzobispo en la planta baja, mientras que él seguirá ocupando las actuales, reservadas para el arzobispo en el cargo, así como un coche con chófer (Óscar), que tiene habilitado actualmente para desempeñar las importantes funciones que Dios mediante, le serán dispensadas en los próximos meses, en atención a su avanzada edad, tal como establece el Canon 401 del Código de Derecho Canónico.
La reacción del cardenal se debe posiblemente al gran impacto que ha sufrido con las dos últimas noticias, para él totalmente inesperadas, la de la aceptación de su renuncia y la de la negativa en el nombramiento de su sucesor. Él, por supuesto, ha hecho saber a sus colaboradores, que no son las decisiones recientes lo que le han provocado tanta irritación, sino «las formas» con las que se han desarrollado estos acontecimientos.
La fecha propuesta por Roma para el anuncio oficial del nombramiento de su sucesor era el 28 de agosto, pero el Cardenal pidió que se retrasase el anuncio hasta al día 8 de septiembre, ya que la primera semana de ese mes es la que dedica, desde hace años, a sus vacaciones en Alemania.
Mañana sabremos si la Santa Sede le concede ese penúltimo deseo, pues parece claro que el último sí le será concedido: celebrar su vigésimo aniversario como Arzobispo de Madrid el próximo 22 de octubre en la Almudena.