El Papa Francisco dirigió el lunes un mensaje a los líderes mundiales reunidos en la Cumbre sobre los Derechos del Niño, en el que ha denunciado las injusticias, la violencia y la explotación que sufren millones de menores en todo el mundo.
Bajo el título «Amémoslos y protejámoslos», el encuentro ha servido como plataforma para reflexionar sobre los desafíos que afectan a la infancia y la necesidad de tomar medidas urgentes para garantizar su bienestar.
El Pontífice comenzó su discurso con un llamado a la acción: «Les agradezco que hayan aceptado mi invitación y confío en que, aunando su experiencia y sus conocimientos, puedan abrir nuevas vías para ayudar y proteger a los niños cuyos derechos son pisoteados e ignorados cada día».
Un grito contra la violencia y esclavitud infantil
Francisco lamentó que, en pleno siglo XXI, la vida de millones de niños siga marcada por la pobreza, la guerra y la explotación. «No es aceptable lo que desgraciadamente hemos visto casi a diario en los últimos tiempos, es decir, niños que mueren bajo las bombas, sacrificados a los ídolos del poder, de la ideología y de los intereses nacionalistas», aseveró el Papa.
El Santo Padre también advirtió sobre el impacto de las bandas criminales en la vida de los menores. «Incluso en los países donde no hay guerra, la violencia entre bandas criminales resulta igual de mortífera para los niños y a menudo los deja huérfanos y marginados», subrayó.
El Papa denunció la crisis humanitaria que afecta a los menores migrantes y desplazados: «Hoy en día, más de cuarenta millones de niños están desplazados por los conflictos y alrededor de cien millones no tienen un hogar». Además, resaltó la preocupante situación de los menores que no cuentan con registro legal: «Se calcula que aproximadamente ciento cincuenta millones de niños ‘invisibles’ no tienen existencia legal, lo que les impide acceder a la educación o a la atención sanitaria».
En su mensaje, también se refirió al drama de la esclavitud infantil, recordando que «unos ciento sesenta millones de niños son víctimas de trabajos forzados, trata, abusos y explotación de todo tipo, incluidos los matrimonios forzados».
Condena del aborto como «práctica homicida»
Uno de los momentos más impactantes del discurso fue su firme condena al aborto, al que calificó como una grave agresión contra la vida. «En nombre de esta lógica del descarte, en la que el ser humano se convierte en todopoderoso, se sacrifica la vida naciente mediante la práctica homicida del aborto», denunció el Papa.
Asimismo, alertó sobre el peligro de la insensibilización ante estas injusticias: «No podemos aceptar acostumbrarnos a esto. Ciertas dinámicas mediáticas tienden a insensibilizar a la humanidad, provocando un endurecimiento general de las mentalidades».
Francisco terminó su mensaje con un llamamiento a la responsabilidad de los adultos: «Hermanas y hermanos, es importante escuchar: debemos darnos cuenta de que los niños pequeños observan, comprenden y recuerdan. Y con sus miradas y sus silencios nos hablan. ¡Escuchémoslos!».