En una reciente entrevista con Eccclesia, César García Magán, secretario general de la Conferencia Episcopal Española, ofreció una visión profunda sobre los retos y oportunidades que enfrenta la Iglesia en Europa, destacando la diversidad y la necesidad de una respuesta unificada ante los desafíos contemporáneos.
García Magán subrayó la importancia del diálogo y la sinodalidad en los encuentros eclesiásticos, resaltando cómo las interacciones informales entre los participantes son «muy enriquecedoras». Refiriéndose a los desafíos específicos, indicó que, a pesar de las variaciones entre países, hay problemas comunes como «el desafío de la familia, la iniciación cristiana y el reto de los jóvenes, especialmente en relación con las vocaciones». Añadió que cuestiones como «las migraciones o la guerra» también son preocupaciones importantes, destacando que estos desafíos no respetan fronteras y requieren una respuesta global y unificada.
En cuanto a cómo responder colectivamente a estos desafíos, García Magán hizo referencia a su experiencia en América Latina, señalando que «el Consejo del Episcopado Latinoamericano (CELAM) tiene un gran peso» y que las conferencias episcopales allí han dado grandes frutos que ahora influyen en toda la Iglesia. Sin embargo, reconoció que en Europa, debido a la «fragmentación del idioma y de la propia historia», no se ha alcanzado el mismo nivel de cohesión.
Abordando la cuestión del papel del cristianismo en la construcción de Europa, García Magán recordó que «la matriz de Europa es la unión de la filosofía griega, el derecho romano y la tradición judeocristiana». Subrayó que, aunque la sociedad europea contemporánea pueda parecer alejada de sus raíces cristianas, estos valores siguen siendo fundamentales. «La libertad, la igualdad y la fraternidad son valores evangélicos», afirmó, y destacó que estos principios han sido cruciales en momentos históricos clave para Europa.
Frente a la secularización, García Magán citó al filósofo Tomáš Halík, quien describió la secularización como «un hijo pródigo del cristianismo», señalando que, aunque la sociedad europea puede haber renunciado a la Iglesia, sigue profundamente influenciada por sus raíces cristianas.
En cuanto al futuro de la Iglesia en Europa, García Magán afirmó que es necesario adaptarse a una nueva realidad en la que la Iglesia será una minoría cuantitativa, pero debe aspirar a ser una «mayoría cualitativa». Esto implica «hacer cristianos convencidos y testigos», siguiendo el ejemplo de las primeras comunidades cristianas que, a pesar de enfrentar grandes dificultades, lograron transformar la sociedad a través de su fe y convicción.
Finalmente, García Magán insistió en la necesidad de «inculturar la fe y evangelizar la cultura», adaptando el mensaje del Evangelio a diferentes contextos culturales sin perder su esencia. En sus palabras, «el reto que tenemos es que el Evangelio sea buena nueva para todos los hombres y todas las mujeres de todos los tiempos y culturas».