Nigeria se llena de sangre de cristianos ante la indiferencia del ‘compasivo’ Occidente, y Matthew Man-Oso Ndagoso, arzobispo de Kaduna, reconoce en entrevista con la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) que la violencia está colocando a la población “al límite de sus fuerzas”, en un país en el que “ya nadie está a salvo”.
“Fue completamente inesperado”, explica Ndagoso sobre el último caso de persecución violenta, el asesinato el 25 de junio del padre Vitus Borogo, de su archidiócesis. “Son secuestradores, buscan dinero. No sabemos por qué lo mataron. Obviamente, querían secuestrarlos a todos, pero por alguna razón optaron por matar a nuestro sacerdote, solo Dios sabe por qué”.
Borogo estaba visitando a su familia en la región de Prison Farm, no lejos de Kaduna, cuando llegó un grupo de hombres que disparó contra el sacerdote de 50 años y se llevó con destino desconocido a su hermano menor y a otra persona.
En el diálogo telefónico con ACN el 28 de junio, el Prelado dijo que “todo el mundo está al límite de sus fuerzas. Todos nosotros, el clero, los laicos, todos. La gente tiene miedo, y con razón. La gente está traumatizada, y con razón”.
“Con esta situación nadie está a salvo en ningún lado. Si sales de tu casa, aunque sea de día, hasta que vuelves, no estás a salvo”, señaló. El Padre Borogo es el tercer sacerdote asesinado en la Arquidiócesis de Kaduna, ubicada en el norte de Nigeria.